¿EE.UU. estrangulará al país hasta el fratricidio?: ¿Qué quieren con las sanciones?

«EE.UU. estrangulará al país hasta el fratricidio». Esta es la pregunta que muchos analistas y observadores políticos se hacen mientras las sanciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela siguen golpeando con fuerza no solo al gobierno, sino también a la economía y la población. La reciente decisión de revocar la Licencia 41A, que obligará a Chevron a suspender sus operaciones en Venezuela en un plazo de 30 días, ha encendido las alarmas sobre las consecuencias que esta medida podría traer para el país sudamericano. La narrativa oficial de Washington ha sido que las sanciones buscan presionar al gobierno venezolano para que adopte medidas democráticas, pero en la práctica, los efectos directos parecen recaer sobre la economía nacional y la población civil, que ya sufre los embates de una crisis económica prolongada. El cierre de las operaciones de Chevron en Venezuela no solo afectará al gobierno de Nicolás Maduro, sino también al sector privado y a la industria petrolera nacional, que depende en gran parte de la infraestructura y la experiencia técnica de esta compañía estadounidense.

Edgard Romero Nava, empresario en el área de petróleo y gas, abordó recientemente este tema en un artículo publicado en el diario venezolano El Universal, titulado «Chevron: ¿premio o castigo?». Romero Nava, fundador del grupo de empresas Petrolago, c.a. y exdirector de importantes instituciones del sector como Prominsur, Terminales de Maracaibo, Consorcio Petro Orinoco y Fedecámaras, sostiene que la decisión de Estados Unidos de imponer nuevas restricciones a Chevron equivale a un «castigo» que impactará de manera directa a la industria petrolera venezolana. Según Romero Nava, Chevron ha sido una presencia constante en Venezuela durante más de un siglo, desde sus inicios como concesionaria, pasando por la nacionalización del sector, la apertura petrolera y las sucesivas oleadas de sanciones. A pesar de estas adversidades, Chevron ha mantenido su compromiso con Venezuela, logrando aumentar la producción de crudo pesado hasta casi 300 mil barriles diarios incluso bajo las limitaciones impuestas por los esquemas sancionatorios anteriores.

¿EE.UU. estrangulará al país hasta el fratricidio?

Romero Nava señala que esta decisión no solo afectará a Chevron, sino también a una vasta red de empresas venezolanas que prestan servicios de ingeniería, construcción y mantenimiento a la compañía estadounidense. La salida de Chevron significará la pérdida de empleos directos e indirectos, el deterioro de la infraestructura petrolera y la caída en la producción de crudo, lo que podría profundizar aún más la crisis económica. «EE.UU. estrangulará al país hasta el fratricidio» parece ser una afirmación cada vez más difícil de refutar, ya que las sanciones, lejos de debilitar al gobierno, están asfixiando al sector privado y a la economía nacional. El cierre de las operaciones de Chevron podría traducirse en la pérdida de divisas esenciales para el país, un retroceso en la capacidad de refinación y un golpe directo a la ya debilitada industria petrolera.

La historia ha demostrado que las sanciones rara vez logran el cambio político deseado y, en muchos casos, terminan fortaleciendo a los regímenes que buscan debilitar. La pregunta clave sigue siendo: ¿Qué quiere realmente Estados Unidos con las sanciones a Venezuela? ¿Un cambio democrático o una ventaja geopolítica?. Ilustración MidJourney

Lo que resulta particularmente paradójico es que Estados Unidos mantiene relaciones comerciales y diplomáticas con otros regímenes autoritarios o semiautoritarios sin imponer sanciones tan severas. Arabia Saudita, por ejemplo, es un aliado estratégico clave para Washington en Medio Oriente, a pesar de las constantes denuncias sobre violaciones a los derechos humanos. Lo mismo ocurre con Vietnam, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Turquía, países que, aunque tienen cuestionables historiales democráticos, siguen siendo socios comerciales y militares de Estados Unidos. Entonces, ¿por qué Venezuela es objeto de una política tan agresiva? ¿Es realmente un tema de derechos humanos y democracia o es una cuestión de intereses geopolíticos y económicos?

Desestabilizar el mercado petrolero

Edgard Romero Nava deja entrever que detrás de las sanciones podría haber una intención velada de desestabilizar el mercado petrolero venezolano para favorecer a otros actores en el mercado internacional. La industria petrolera venezolana posee las mayores reservas probadas de crudo pesado en el mundo, un recurso estratégico que ha sido históricamente disputado por las grandes potencias energéticas. La permanencia de Chevron en Venezuela garantizaba una presencia estadounidense en ese mercado, lo que permitía a Estados Unidos tener cierta influencia sobre la producción y las exportaciones de crudo venezolano. Sin embargo, al obligar a Chevron a abandonar el país, Estados Unidos podría estar facilitando la entrada de otros actores, como Rusia y China, que ya han ampliado su presencia en la industria energética venezolana.

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Desde la imposición de las primeras sanciones en 2017, el gobierno venezolano ha desarrollado mecanismos para eludir las restricciones y mantener la producción y exportación de petróleo a través de canales alternativos. Empresas rusas y chinas han jugado un papel clave en este proceso, proporcionando financiamiento y tecnología para mantener operativa la infraestructura petrolera. A pesar de las dificultades, Venezuela ha logrado sostener una producción modesta de crudo, aunque muy por debajo de los niveles registrados antes de las sanciones. La salida de Chevron, sin embargo, podría marcar un punto de inflexión crítica, ya que dejaría a la industria petrolera venezolana sin acceso a la experiencia técnica y operativa que esta empresa estadounidense ha aportado durante décadas.

La idea de que «EE.UU. estrangulará al país hasta el fratricidio» también plantea una reflexión sobre el impacto social de las sanciones. La economía venezolana ya enfrenta niveles críticos de hiperinflación, desempleo y bajo poder adquisitivo para acceder a productos básicos. Las remesas provenientes del sector petrolero han sido una fuente crucial de ingresos para el gobierno y la población, por lo que la pérdida de esa fuente de financiamiento podría agravar aún más la crisis humanitaria. La falta de recursos también afectará directamente a los programas sociales y las importaciones de alimentos y medicamentos, lo que podría traducirse en un incremento en los niveles de pobreza y mal nutrición.

La salida de Chevron significará la pérdida de empleos directos e indirectos, el deterioro de la infraestructura petrolera y la caída en la producción de crudo, lo que podría profundizar aún más la crisis económica. «EE.UU. estrangulará al país hasta el fratricidio» parece ser una afirmación cada vez más difícil de refutar, ya que las sanciones, lejos de debilitar al gobierno, están asfixiando al sector privado y a la economía nacional. Ilustración MidJourney.

Una visión estratégica errada

Romero Nava concluye que la decisión de Estados Unidos de imponer nuevas sanciones a Chevron refleja una visión estratégica errada que, lejos de presionar al gobierno de Nicolás Maduro para adoptar reformas democráticas, podría consolidar aún más su posición en el poder. El gobierno venezolano ha demostrado su capacidad para adaptarse y sobrevivir bajo las sanciones, recurriendo a alianzas con actores externos y desarrollando nuevos mecanismos para mantener la economía a flote. La verdadera víctima de esta estrategia podría ser el pueblo venezolano, que verá aún más limitadas sus opciones económicas y sociales.

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Si el objetivo de Washington es promover la democracia y mejorar las condiciones de vida en Venezuela, la estrategia de sanciones parece estar obteniendo el efecto contrario. Pensar que «EE.UU. estrangulará al país hasta el fratricidio», no es solo una metáfora sobre las consecuencias económicas de las sanciones, sino una medida de advertencia sobre el riesgo de que estas desencadenen un conflicto interno que termine desgarrando al país desde dentro. La historia ha demostrado que las sanciones rara vez logran el cambio político deseado y, en muchos casos, terminan fortaleciendo a los regímenes que buscan debilitar. La pregunta clave sigue siendo: ¿Qué quiere realmente Estados Unidos con las sanciones a Venezuela? ¿Un cambio democrático o una ventaja geopolítica? La respuesta podría determinar el futuro de una nación que, después de años de crisis y conflicto, aún busca un camino hacia la estabilidad y la prosperidad.

 

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