En medio de la noche en su hogar catalán, Joan Manuel Serrat, el aclamado cantautor español, se sentó con el mar Mediterráneo como testigo. En un gesto de profunda empatía, Serrat redactó una carta al pueblo palestino, un mensaje que resonaría en los corazones de aquellos atrapados en medio de un conflicto que parece no tener fin.
«Es con el corazón apesadumbrado que les escribo hoy», comenzó Serrat. Sus palabras eran un eco de las dolorosas realidades que se vivían en Gaza y a lo largo de la frontera con Israel, donde la violencia había alcanzado niveles devastadores. Niños traumatizados, heridos y vidas perdidas se habían convertido en una triste constante en la región.
Serrat no era un observador distante de este conflicto. Desde 1995, cuando el asesinato de Yitzhak Rabin sacudió al mundo, el cantautor se había dedicado a abogar por la paz entre judíos y palestinos. Había visto los altibajos de los esfuerzos de paz, con momentos de esperanza seguidos de desilusiones. Sin embargo, su compromiso con esta causa nunca vaciló.
Joan Manuel Serrat
Hablando desde su experiencia personal, Serrat expresó su creencia en que el enemigo común que enfrentaban tanto palestinos como israelíes era el fanatismo en todas sus formas grotescas. El extremismo, según él, era un mal que debía ser combatido con determinación y unidad.
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«Tenemos un enemigo común, un enemigo terrible, y tenemos que unirnos para vencerlo. Ese enemigo es el fanatismo, amigos míos. Ese enemigo es el extremismo en todas sus grotescas manifestaciones», escribió Joan Manuel Serrat en su carta.
Cual fanáticos españoles
El cantautor compartió su experiencia en la lucha contra el fanatismo en su propio país, España, y cómo había arriesgado su carrera y bienestar en esa batalla. Ahora, veía un rostro particularmente cruel del fanatismo en Gaza, encarnado en el grupo Hamás. Reconoció que Hamás había causado sufrimiento a los palestinos y que su actitud codiciosa y violenta había llevado a Gaza a la miseria.
Joan Manuel Serrat no se dejó llevar por la retórica simplista que a veces se escuchaba en las manifestaciones. Sabía que, en lo profundo de los corazones de los palestinos, al igual que en los de los israelíes, residía el deseo de vivir en paz y prosperidad. Elogió la rica historia cultural y creativa de Palestina y recordó a los palestinos que tenían un futuro destinado a florecer en la paz.
El miedo paraliza
A pesar de las palabras duras dirigidas a Hamás, Joan Manuel Serrat también reconoció que la situación en Gaza era complicada y que los palestinos no siempre podían hablar con libertad debido al miedo. Él, en cambio, tenía la libertad de expresión en su democracia, lo que le permitía hablar con franqueza.
El cantautor hizo un llamado a la compasión y la humanidad, instando a los palestinos a dejar de ser utilizados como escudos humanos por Hamás. Su carta estaba impregnada de un deseo genuino de ver a palestinos e israelíes caminar hacia la paz y la reconciliación.
«Quizás tengan una oportunidad de caminar despacio el uno hacia el otro y daros tímidamente las manos, miraos en los ojos llenos de lágrimas y deciros con voz ahogada: ‘Shalom, salam. Ya basta. Ya basta, hermano mío'», escribió Serrat.
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Esperanza y unidad
El tono final de su carta era uno de esperanza y unidad. Invitó a sus destinatarios a un café y a la conversación, recordándoles que compartían palabras y canciones que podían ayudar a forjar un camino hacia un futuro mejor.
La carta de Joan Manuel Serrat a los palestinos fue un llamado desgarrador a la paz, la comprensión y la humanidad en medio de la violencia y el conflicto. Sus palabras resonaron en todo el mundo como un recordatorio de que, a pesar de las diferencias y los desafíos, la paz seguía siendo un objetivo alcanzable, y la compasión debía ser un puente entre los corazones rotos. Shalom. Salam.