Muchos sospechan que son accionistas de Starbucks y no reciben dividendos. Desde la aparición de las tarjetas de crédito y débito, la manera de gastar y ahorrar dinero ha cambiado drásticamente. En los últimos años, empresas como Starbucks, Costco, Walmart, entre otras, han adoptado modelos de negocios basados en sistemas de prepago. Estos sistemas no solo simplifican las transacciones para los clientes, sino que también proporcionan a las empresas fondos por adelantado que pueden invertir y multiplicar.
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El cliente moderno, en busca de eficiencia y rapidez, adquiere tarjetas prepagadas o membresías, movido por la promesa de una experiencia de compra más ágil y la posibilidad de obtener “beneficios”. Y es que, ¿quién no ha sentido el impulso de pertenecer a la tribu de Starbucks al ser agasajado con una bebida gratis después de cierto número de compras?
¿Eres accionistas de Starbucks?
Según datos del Banco Mundial, solo en 2023, se ha estimado que alrededor de 450 mil millones de dólares se encuentran en tarjetas de regalo, membresías y sistemas prepagados en todo el mundo. Estos fondos, que en teoría deberían ser de fácil acceso para los clientes, se convierten en un recurso valioso para estas empresas.
Algunos expertos, como el economista David Zimberg, argumentan que parte de este dinero es utilizado por estas corporaciones en inversiones bursátiles. “El prepago no es solo una transacción sencilla entre cliente y empresa. Se convierte en un crédito de corto plazo sin intereses que las empresas pueden usar como les plazca”, afirma Zimberg. De allí la fácil inferencia: muchos son accionistas de Starbucks y no lo saben.
Algo de prestidigitación
El historiador Michael Patterson, quien ha estudiado la evolución de las prácticas comerciales a lo largo del tiempo, señala: “Estamos ante un fenómeno donde las empresas trascienden su naturaleza original y se convierten, en parte, en entidades financieras. Toman el dinero del cliente, invierten y generan ganancias. Es una táctica que, aunque puede ser legal, plantea serias cuestiones éticas”. Con esta sentencia ahora piense si todos los que compran el café son accionistas de Starbucks.
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La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha expresado su preocupación al respecto. En un reciente informe señala: “Las empresas que utilizan sistemas de prepago y luego invierten esos fondos en el mercado bursátil deben ser transparentes sobre sus prácticas y considerar compensar a los clientes por las ganancias obtenidas con su dinero”.
El Estado debe intervenir
Las autoridades gubernamentales también han iniciado debates sobre esta práctica. En Estados Unidos, por ejemplo, algunos congresistas han propuesto legislaciones que obliguen a estas empresas a ser más transparentes sobre el uso que le dan a los fondos prepagados.
Pero, ¿Qué significa esto para el consumidor promedio? Si bien es cierto que al adquirir una tarjeta prepagada o membresía, se está entrando en un contrato con términos y condiciones claros, el cliente podría no estar plenamente consciente de cómo su dinero puede ser utilizado.
Carlos Ríos, político y defensor de los derechos del consumidor, sugiere una solución simple: “Si Starbucks o cualquier otra empresa invierte el dinero de sus clientes y obtiene ganancias, debería compartir esas ganancias en forma de dividendos. Después de todo, los clientes son, de alguna manera, accionistas temporales”. Son accionistas de Starbucks.
Resistencia a la perspectiva
Esta propuesta, aunque revolucionaria, encuentra resistencia en el mundo corporativo. Representantes de Starbucks, por ejemplo, han declarado en múltiples ocasiones que los fondos prepagados se utilizan principalmente para mejorar la experiencia del cliente y no para inversiones bursátiles.
La realidad es que, mientras las empresas continúen obteniendo grandes sumas de dinero a través de sistemas de prepago, la discusión sobre el uso ético de estos fondos persistirá. Lo que es innegable es la creciente demanda de transparencia y responsabilidad por parte de las corporaciones hacia sus clientes, quienes, consciente o inconscientemente, confían en ellas no solo su café diario, sino también su dinero. ¿Entonces, somos o no accionistas de Starbucks?