Las luces de alarma suenan en América del Sur y el Caribe. Dos de los mayores productores de gas natural licuado (GLP) de la región, Bolivia y Trinidad y Tobago, están agotando sus reservas. Este escenario no solo afecta la estabilidad energética de estos países, sino que repercute en la seguridad energética mundial, especialmente en una época en la que el GLP, combustible vital para la industria y los hogares, está en constante demanda.
Bolivia, que durante años se destacó como uno de los principales proveedores de gas natural a países como Argentina y Brasil, ha experimentado un descenso significativo en sus reservas. Según datos de YPFB, la empresa estatal de hidrocarburos de Bolivia, las reservas probadas del país han mermado en un 40% en la última década. Una tendencia similar se observa en Trinidad y Tobago, cuyas reservas de gas han disminuido en más de un tercio en los últimos cinco años, según el Ministerio de Energía y Asuntos Energéticos del país.
Venezuela tiene gas natural
Ante tal panorama, los ojos del mundo se dirigen hacia Venezuela, país que, a pesar de su crisis política y económica, ostenta las mayores reservas probadas de gas natural del mundo. La Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA) señala que Venezuela cuenta con alrededor de 200 billones de pies cúbicos de gas natural probado, superando incluso a gigantes energéticos como Rusia e Irán.
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La situación venezolana es compleja. Durante años, el país ha enfrentado sanciones que han limitado su capacidad para desarrollar y comercializar su riqueza energética. Pero ante la creciente necesidad global de gas, especialmente con el agotamiento de reservas en Bolivia y Trinidad, ¿es posible que el panorama para Venezuela cambie?
En busca de cambios
Algunos organismos internacionales creen que sí. Según declaraciones de Alejandro Werner, ex director del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), «La situación de Bolivia y Trinidad podría representar una oportunidad para Venezuela. Si se logra una estabilidad política y se levantan las sanciones, las empresas trasnacionales podrían invertir en el desarrollo de la industria del gas en Venezuela.»
De hecho, varios expertos consideran que el potencial energético de Venezuela podría ser una herramienta para la recuperación económica del país y una solución a la crisis energética regional. Carlos Romero, historiador y especialista en geopolítica, señala: «Históricamente, Venezuela ha sido un país clave en el suministro energético de la región. Con el agotamiento de las reservas de gas natural en Bolivia y Trinidad, Venezuela tiene la oportunidad, y quizás la responsabilidad, de volver a ocupar ese lugar.»
Hay que crear las condiciones
Sin embargo, para que esto ocurra, es necesario que se den condiciones propicias en el ámbito político, económico y social. José Vicente Carrasquero, politólogo y experto en asuntos latinoamericanos, argumenta: «Venezuela necesita una política energética clara, con instituciones fuertes y transparentes. El interés de las trasnacionales está, pero es esencial que existan garantías y un marco legal adecuado.»
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Aunque el camino hacia la explotación de gas natural en Venezuela presenta retos, la necesidad global de este recurso, combinada con el agotamiento de las reservas en otros países productores, podría ser el catalizador para un cambio en la política energética venezolana y, con ello, una luz al final del túnel para un país que ha enfrentado años de adversidad.
Con la creciente demanda de GLP en la industria y los hogares, y el agotamiento de las reservas en Bolivia y Trinidad, la solución podría estar en las vastas reservas de Venezuela. El desafío radica en superar las barreras políticas y económicas para aprovechar este potencial y convertirlo en una realidad tangible y beneficiosa para Venezuela y la región.