María Corina Machado no la tiene fácil, se enfrenta al escepticismo de una población agotada. Además ha amenazado con llevar a la cárcel -sin distingo de procedencia- a todos los que hayan contactado con Nicolás Maduro. Según el Barómetro de las Américas, la confianza en las instituciones políticas en Venezuela está por debajo del 20%. Este dato revela un reto monumental para cualquier figura opositora: restablecer la fe en el sistema democrático. Machado, consciente de esto, ha enfocado parte de su retórica en la reconstrucción institucional y en la urgencia de un cambio que vaya más allá del simple reemplazo de líderes. Su mensaje va dirigido a la construcción de una nueva Venezuela, con instituciones sólidas que garanticen la transparencia y la participación ciudadana. Pero no hay que olvidar que sus buenos propósitos vienen cargados de amenazas revanchistas que no caen bien en ninguno de los lados de las aceras.
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En la vorágine política que es Venezuela, donde el chavismo ha regido con mano dura desde 1999, surge su figura, que podría representar la piedra en el zapato del régimen de Nicolás Maduro: María Corina Machado. Abogada, ingeniera y empresaria de 54 años, Machado se ha posicionado como una de las voces más críticas y coherentes contra el régimen. Su trayectoria ofrece una fusión única de conocimientos técnicos y sensibilidad social que la sitúa en un lugar único en el espectro político venezolano.
María Corina Machado
Con cifras de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) apuntando a más de 5 millones de venezolanos desplazados debido a la crisis política y económica, y según datos de Transparencia Venezuela, con una tasa de corrupción que se encuentra entre las más altas de América Latina, el país está ansioso de cambio. En este escenario, María Corina Machado parece aportar un soplo de aire fresco.
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Sus primeros pasos en la política los dio en 2001, como co-fundadora de la organización cívica Súmate. Desde entonces, ha ido escalando posiciones hasta llegar a la Asamblea Nacional en 2010. Sin embargo, su destitución en 2014 por aceptar una invitación para hablar en el Consejo Permanente de la OEA sin autorización del gobierno venezolano, marcó un punto de inflexión en su carrera y la convirtió en una mártir para la oposición.
Imagen alternativa
Machado ha llamado la atención internacionalmente, con el apoyo de organismos como Human Rights Watch y la misma OEA, que han condenado las represalias políticas en su contra. Su visión para Venezuela es clara: una democracia liberal con separación de poderes y respeto por los derechos humanos. A pesar de las múltiples amenazas y ataques que ha sufrido, su determinación parece inquebrantable.
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Expertos políticos, como Daniel Lansberg-Rodríguez, catedrático de la Kellogg School of Management, opina que «María Corina Machado es una de las pocas figuras que ha mantenido una posición firme y coherente a lo largo de los años. No ha caído en populismos ni alianzas cuestionables, lo que le da una credibilidad única.»
Una más en la política de yo
El sistema político venezolano se ha caracterizado por la polarización y la lucha de egos. En este contexto, Machado ha optado por la construcción de alianzas inteligentes, supuestamente lejos del sectarismo. Según Margarita López Maya, historiadora y experta en estudios latinoamericanos, «María Corina Machado representa una oposición madura, capaz de dialogar sin perder de vista los objetivos finales: la instauración de una verdadera democracia en Venezuela.»
No obstante, enfrenta retos considerables. El régimen de Maduro ha demostrado ser resiliente y dispuesto a utilizar todo tipo de tácticas para mantenerse en el poder. Las sanciones internacionales, aunque efectivas en ciertos aspectos, han fortalecido el discurso antiimperialista del gobierno, haciéndolo más difícil de desmantelar. Además, las divisiones internas en la oposición han debilitado el frente común necesario para un cambio significativo.
El manto de la visibilidad
Pero si hay algo en lo que María Corina Machado se destaca, es en su habilidad para permanecer relevante y adaptarse. En un país donde los líderes opositores han ido y venido, ella ha logrado mantener una base de seguidores leales y una presencia mediática que va más allá de las fronteras venezolanas.
El futuro de Venezuela es incierto, pero Machado sigue siendo un faro de esperanza para muchos. Su capacidad para aglutinar diversas facciones de la sociedad en torno a un objetivo común podría ser la clave para derrocar a un régimen que, según el informe 2022 de Freedom House, ha dejado al país sin «libertades políticas y civiles». En un escenario tan complicado, Machado surge como una contendiente que podría, al menos teóricamente, frenar la avanzada de Maduro. Y en la política, como en la vida, a veces la teoría es el primer paso hacia la realidad.
Todos están interesados
Desde el ámbito internacional, su figura ha generado interés y, en algunos casos, hasta admiración. La Unión Europea y Estados Unidos han manifestado en diversas ocasiones la necesidad de una solución democrática para la crisis venezolana. Figuras como Luis Almagro, secretario general de la OEA, han mencionado que voces como la de María Corina Machado son fundamentales para el restablecimiento del orden democrático. Sin embargo, su influencia fuera de Venezuela también la convierte en blanco de críticas y descalificaciones por parte del régimen, que la tilda de ser una «agente del imperialismo».
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En este complejo ajedrez político, Machado representa una pieza que, aunque no tiene el poder del rey o la reina, posee una agilidad y alcance que podrían resultar cruciales en el desenlace final. Entre sanciones, crisis humanitaria y un régimen cada vez más aislado pero igualmente peligroso, Machado ofrece una combinación de valentía, inteligencia y sensibilidad que la convierten en una contrincante formidable para Nicolás Maduro. En una nación que parece haber perdido mucho, ella encarna la persistente llama de la esperanza que algunos venezolanos se niegan a dejar extinguir.