En un escenario geopolítico cada vez más tenso, Rusia y Corea del Norte están consolidando una alianza estratégica que está llamando la atención de los principales actores globales. El reciente envío de miles de fuerzas especiales norcoreanas a las líneas del frente en Ucrania es solo el más reciente ejemplo de cómo estos dos regímenes están colaborando para hacerle un «squeeze play a Estados Unidos«. Este término, proveniente del béisbol, hace referencia a una jugada táctica que busca arrinconar al oponente, y es exactamente lo que está ocurriendo en el tablero mundial. Con el apoyo militar de Corea del Norte a Rusia, Estados Unidos y sus aliados occidentales se enfrentan a un desafío cada vez más coordinado que busca redefinir el orden global.
El análisis más profundo de esta situación ha sido presentado por Nicholas Eberstadt, quien ocupa la Cátedra Henry Wendt de Economía Política en el American Enterprise Institute (AEI). Eberstadt, un respetado experto en seguridad internacional en la península de Corea y Asia, publicó recientemente un artículo en el The Washington Post titulado “Las tropas norcoreanas en Rusia acercan un paso más el conflicto de las ‘islas mundiales’”. En este escrito, Eberstadt describe cómo los movimientos de Rusia y Corea del Norte no son simplemente acciones aisladas, sino parte de una estrategia más amplia para desafiar a la hegemonía occidental liderada por Estados Unidos.
Squeeze play a Estados Unidos
El envío de tropas norcoreanas a Rusia no es solo simbólico. Según informes confirmados por el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, miles de fuerzas especiales norcoreanas ya están en el frente de batalla, disfrazadas de minorías étnicas rusas para integrarse en las operaciones militares. Este despliegue tiene un objetivo claro: reforzar las debilitadas fuerzas rusas en su invasión de Ucrania, una guerra que ha durado mucho más de lo que el Kremlin había anticipado. Con el desgaste de las fuerzas rusas y las bajas crecientes, el apoyo de Corea del Norte se convierte en un factor clave en lo que muchos expertos ya llaman un squeeze play a Estados Unidos.

Eberstadt también menciona que esta colaboración va más allá del ámbito militar. Corea del Norte, un país sumamente empobrecido, pero altamente militarizado, no solo está proporcionando soldados, sino también municiones y tecnología militar que Rusia necesita desesperadamente para sostener su campaña en Ucrania. Se estima que Corea del Norte ha enviado hasta 20.000 contenedores ferroviarios de misiles y municiones a Rusia, un apoyo logístico que, según expertos occidentales, ha permitido a Rusia continuar su ofensiva en Ucrania cuando su propio arsenal empezaba a agotarse.
La creciente alianza entre Rusia y Corea del Norte refleja un desafío a la Pax Americana, el orden internacional establecido después de la Segunda Guerra Mundial y consolidado tras la final de la Guerra Fría. Este squeeze play a Estados Unidos no es solo una táctica de corto plazo, sino un movimiento estratégico que busca debilitar el poder de Occidente en Eurasia. China e Irán, otros dos actores claves en esta dinámica, también están estrechando lazos con Rusia y Corea del Norte, formando una especie de «eje euroasiático» que está redibujando las fronteras de la geopolítica moderna.
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Este movimiento también tiene un trasfondo histórico. Eberstadt hace referencia a la teoría del geoestratega británico Halford Mackinder sobre la «Isla Mundial», la vasta masa terrestre que incluye a Eurasia y África, y cómo quien controle el corazón de esta región dominará el mundo. Según Mackinder, Europa del Este y, en particular, Ucrania, son claves para controlar este «corazón» estratégico. En este sentido, la invasión de Ucrania no es solo una lucha por el control de un país, sino una batalla por el dominio de Eurasia y, en última instancia, del mundo. Al unirse a Rusia en esta contienda, Corea del Norte está jugando un papel crucial en este intento de reconfigurar el poder global.
La búsqueda de Pyongyang
El rol de Corea del Norte en esta dinámica no se limita solo a su apoyo militar. Pyongyang también busca obtener beneficios concretos de su alianza con Moscú. A cambio de su apoyo, el régimen de Kim Jong Un está exigiendo tecnología militar avanzada para modernizar su arsenal, incluyendo misiles y armas nucleares, así como asistencia técnica para mejorar su economía de defensa. En un contexto donde las sanciones internacionales han estrangulado su economía, la alianza con Rusia le ofrece a Corea del Norte una vía para sortear esas restricciones y fortalecer su capacidad militar.
En cuanto a la implicación para Estados Unidos, Eberstadt advierte que Washington debe prepararse para un escenario mucho más complejo y desafiante de lo que ha enfrentado en décadas recientes. Las cuatro dictaduras que ahora cooperan estrechamente –Rusia, China, Irán y Corea del Norte– se están moviéndose de manera coordinada para desafiar el liderazgo global de Estados Unidos. Este squeeze play a Estados Unidos no solo está en marcha en Europa, con la invasión rusa de Ucrania, sino también en otros frentes como el Medio Oriente, donde Irán sigue extendiendo su influencia, y en Asia, donde China sigue afirmando su control. sobre el Mar de China Meridional y amenazando a Taiwán.

Victoria y control en el panorama
La implicación de las tropas norcoreanas en la guerra de Ucrania podría ser solo el principio de una mayor cooperación militar entre estos estados revisionistas. Algunos analistas, como el profesor Bruce Bechtol de la Universidad Estatal Angelo en Texas, sugieren que Corea del Norte podría enviar hasta 50.000 tropas adicionales a Rusia, lo que podría inclinar la balanza a favor de Moscú en su lucha contra Ucrania. Si esto ocurre, el conflicto en Europa podría tomar un giro aún más peligroso, con consecuencias impredecibles para la seguridad global.
Bechtol sostiene que una oleada de tropas de ese calibre podría realmente cambiar el curso de esta guerra: aplastaría al ejército ucraniano, permitiría a Rusia conquistar mucho más territorio ucraniano y luego posicionaría a Putin para proponer una solución a Ucrania de su agrado y en sus propios términos. En otras palabras: una victoria para Rusia, con las fuerzas norcoreanas como factor decisivo. La hipótesis de Bechtol sobre la “pesadilla” del peor caso es un escenario que tal vez nunca se haga realidad, pero es precisamente el tipo de sorpresa estratégica que la nueva alianza entre Rusia y Corea del Norte debería traer aparejada para la que los gobiernos occidentales deberían estar preparándose.
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En última instancia, el squeeze play a Estados Unidos que están ejecutando Rusia y Corea del Norte es un desafío directo a la posición de Estados Unidos como líder del orden mundial. La creciente cooperación entre estas potencias euroasiáticas, respaldadas por el apoyo de China e Irán, plantea una amenaza que no puede ser ignorada. Mientras tanto, los líderes occidentales deben reevaluar sus estrategias y prepararse para enfrentar un mundo donde las antiguas alianzas están siendo reemplazadas por nuevos pactos entre dictaduras que buscan cambiar el equilibrio de poder global a su favor. La pregunta ahora es si Estados Unidos y sus aliados están preparados para responder a esta amenaza coordinada antes de que sea demasiado tarde.