Gil Yepes: ¿Cómo funcionan los cuatro ejes y sus contrarios en el pluralismo efectivo?

El pluralismo efectivo, una noción esencial para el desarrollo de democracias modernas y funcionales, ha sido ampliamente explorado por el sociólogo venezolano José Antonio Gil Yepes. Según este autor, el pluralismo efectivo representa un sistema político, económico, social y cultural en el que los diferentes actores encuentran un equilibrio entre sus intereses y los valores contrarios que los limitan. En un artículo reciente publicado en El Universal bajo el título: ¿Qué es el pluralismo y cómo construirlo?, Gil Yepes profundizó en las características necesarias para construir este ideal y contrastó las carencias de su implementación en sociedades como la venezolana. Su planteamiento es claro: sin un pluralismo efectivo, los sistemas democráticos corren el riesgo de convertirse en estructuras frágiles dominadas por intereses sectarios o estatistas, que fallan en representar verdaderamente a sus ciudadanos.

José Antonio Gil Yepes, reconocido presidente de la encuestadora Datanálisis entre 1989 y 2011, y exprofesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), es una figura central en el debate sociopolítico venezolano. En su análisis, sostiene que el pluralismo efectivo requiere la interacción equilibrada entre cuatro ejes principales: lo político, lo económico, lo social y lo cultural. En su artículo, subraya que cada uno de estos ámbitos debe alcanzar valores adecuados para evitar extremos contraproducentes, como el exceso de individualismo o tribalismo en lo político, la inseguridad jurídica en lo económico, la dependencia vertical en lo social y el populismo cultural en lo social ideológico. Este equilibrio, argumenta, solo es posible mediante un compromiso colectivo que incluya tanto a las élites gobernantes como a los sectores organizados de la sociedad.

Trabajar con el pluralismo efectivo

En el ámbito político, el pluralismo efectivo se logra cuando los gobiernos se fundan “de abajo hacia arriba”, un proceso en el que la sociedad organiza sus intereses y establece limitaciones al poder estatal. Gil Yepes señala que este modelo ha sido exitoso en países como Estados Unidos, Australia y Canadá, donde el equilibrio entre el poder del gobierno y la autonomía de la sociedad ha permitido la consolidación de democracias efectivas. En contraste, sistemas como los de Irán o Corea del Norte, marcados por un exceso de centralización estatal, y otros como Haití o Libia, que caen en la anarquía producto del tribalismo, representan los extremos fallidos de la ecuación. Venezuela, afirma, no ha logrado este equilibrio debido a la ausencia de un tejido social capaz de poner límites efectivos al Leviatán estatal.

Según Gil Yepes, el pluralismo efectivo representa un sistema político, económico, social y cultural en el que los diferentes actores encuentran un equilibrio entre sus intereses y los valores contrarios que los limitan. Ilustración MidJourney

El eje económico del pluralismo efectivo está intrínsecamente ligado a un sistema tributario que fomenta la responsabilidad fiscal y promueva la equidad entre los sectores productivos. Según Gil Yepes, la economía venezolana ilustra el fracaso de este modelo. Al depender casi exclusivamente de la renta petrolera, el Estado venezolano ha perpetuado una desconexión entre la producción económica y la recaudación fiscal, lo que ha resultado en una economía estancada y poco pluralista. En su análisis, el autor compara este modelo con el de México, donde el petróleo representa solo el 7% de las exportaciones, permitiendo una mayor diversificación económica. Esta desconexión entre el Estado y los contribuyentes no solo limita el pluralismo, sino que también perpetúa la sobrevaluación de la moneda y el monopolio estatal de los recursos estratégicos, dejando poco espacio para el desarrollo de otros sectores económicos.

Un tejido social resistente

En lo social, el pluralismo efectivo requiere la construcción de una trama horizontal de relaciones entre sectores, donde las alianzas y la colaboración generen un tejido social resistente y capaz de responder a las crisis. Gil Yepes utiliza el caso de Suiza como ejemplo paradigmático de esta estructura social horizontal, en contraste con sociedades como la venezolana, donde la dependencia vertical de los sectores hacia el gobierno ha erosionado la autonomía social. En este contexto, las organizaciones que deben actuar como motores del pluralismo, como sindicatos y asociaciones profesionales, han sido cooptadas por partidos políticos que subordinan sus intereses al clientelismo. Este modelo vertical limita la capacidad de los ciudadanos para organizarse y negociar colectivamente, socavando la base misma del pluralismo efectivo.

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El componente cultural, según Gil Yepes, es quizás el más difícil de equilibrar, ya que implica armonizar valores aparentemente opuestos como la libertad y la igualdad, mediante un sentido de solidaridad que promueva tanto la cohesión social como el desarrollo individual. Inspirándose en los ideales de la Revolución Francesa, el autor sostiene que el pluralismo efectivo moderno requiere una combinación de libertad, igualdad y fraternidad, traducida en una «solidaridad inteligente». Sin embargo, advierte que, en las sociedades marcadas por el populismo, como la venezolana, este equilibrio se ha visto desplazado por un afán de poder sin propósito constructivo, lo que resulta en políticas que no priorizan las necesidades reales de la población. En lugar de centrarse en resolver los problemas cotidianos, el sistema político venezolano ha perpetuado una cultura de dependencia y resignación.

El pluralismo efectivo se logra cuando los gobiernos se fundan “de abajo hacia arriba”, un proceso en el que la sociedad organiza sus intereses y establece limitaciones al poder estatal. Ilustración MidJourney.

Una necesaria institucionalización

El artículo de Gil Yepes no solo identifica los problemas, sino que también ofrece una visión para construir un pluralismo efectivo. Según él, el cambio no se logrará simplemente cambiando a los gobernantes, sino fortaleciendo las instituciones sociales que representan los intereses de los ciudadanos. Esto incluye cámaras empresariales, colegios profesionales y sindicatos, que deben organizarse y crear alianzas para presionar al gobierno y exigir la implementación de un marco institucional que respete la pluralidad. Solo mediante la consolidación de estos sectores se puede crear una sociedad verdaderamente democrática y pluralista.

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El pluralismo efectivo, como lo define Gil Yepes, es un ideal que exige tanto la participación activa de la sociedad como el compromiso de sus gobernantes. En última instancia, representa una hoja de ruta para superar las limitaciones de las pseudo democracias que tiñen la imagen de los sistemas pluralistas. Venezuela, con su historia de gobiernos centralizados y una economía dependiente del petróleo, tiene un largo camino por recorrer para alcanzar este modelo. Sin embargo, como sugiere el autor, el primer paso es reconocer la importancia de la organización social y la construcción de alianzas horizontales que promueven intereses comunes. Sólo entonces se podrá poner en práctica el pluralismo efectivo y, con él, una democracia que realmente funcione para todos.

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