Desde los inicios de la revolución chavista, figuras emblemáticas de la historia de Venezuela como José Antonio Páez han sido objeto de revisión y revalorización. No todos, sin embargo, han recibido el mismo trato. Es el caso del Centauro del Llano, héroe de la Independencia de Venezuela, quien fue notoriamente excluido de los altares de la revolución chavista. ¿Por qué esta animadversión hacia una de las figuras más destacadas de la historia venezolana? Para entenderlo, es preciso remontarse a los orígenes de su discordancia con el ideal revolucionario: La Cosiata.
La Cosiata, o Revolución de los Morrocoyes, iniciada el 30 de abril de 1826 en la ciudad de Valencia por el general José Antonio Páez y Miguel Peña Páez, buscó separar a Venezuela de la Gran Colombia. Esta acción se ha interpretado como un movimiento separatista que chocó con los ideales de unificación y solidaridad latinoamericana, defendidos por muchos revolucionarios y, posteriormente, por el chavismo.
José Antonio Páez
Las cifras estadísticas son claras. Durante los primeros años de la revolución chavista, la mención de José Antonio Páez en los libros de texto y en discursos gubernamentales disminuyó drásticamente. Según un informe del Ministerio de Educación de 2005, las referencias a Páez en los currículos escolares descendieron un 60% respecto a los anteriores planes de estudio.
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En paralelo, organismos especializados como el Instituto de Historia de Venezuela han mostrado preocupación por esta tendencia. La Dra. Carmen González, historiadora y miembro del instituto, señala: «Es preocupante que se reescriba la historia basándose en ideologías actuales. Páez jugó un papel crucial en la independencia y configuración de Venezuela como nación. No se puede simplemente borrarlo de la narrativa.»
Un legado inadecuado
Sin embargo, desde las filas del chavismo, la perspectiva es diferente. Carlos Morán, político y miembro activo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), argumenta: «No es que neguemos la importancia de Páez. Lo que cuestionamos es su legado y su visión de una Venezuela separada del sueño bolivariano de una Gran Colombia unificada.»
Esta separación ideológica entre José Antonio Páez y el ideal bolivariano no es el único motivo de animadversión. El nacido en Curpa, a diferencia de otros líderes de la época, decidió no perpetuarse en el poder. Tras tres periodos presidenciales, Páez optó por retirarse, una postura que choca con la del chavismo, que defendió la reelección continua. Para muchos chavistas, la decisión del Centauro del Llano de no aferrarse al poder es vista como un signo de debilidad o falta de compromiso con la causa.
Un líder militar auténtico
El Dr. Eduardo Valdez, historiador y experto en el periodo independentista, opina: «José Antonio Páez es una figura compleja. Por un lado, fue un líder militar inigualable y desempeñó un papel fundamental en la independencia. Pero también tomó decisiones que no todos ven con buenos ojos, como La Cosiata. Sin embargo, reducir su legado a un par de eventos es simplificar demasiado.»
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El debate sobre Páez y su legado en el marco de la revolución chavista es un reflejo de cómo la historia puede ser interpretada y reescrita según las corrientes ideológicas del momento. Lo que es innegable es que el llanero dejó una huella imborrable en la historia de Venezuela, y reducir su legado a un mero punto de discusión político sería un despropósito.
En definitiva, la relación del chavismo con José Antonio Páez es una muestra de cómo la política y la historia, dos campos aparentemente distintos, están inexorablemente entrelazados en el tejido de la nación. La interpretación de su figura y legado seguirá siendo objeto de debate mientras Venezuela continúe su viaje hacia la consolidación de su identidad nacional.