La sombra de los megaproyectos de inversión que Arabia Saudita busca implementar en el continente latinoamericano se extiende sobre Venezuela. Consciente de los planes saudíes de diversificación, el Presidente Nicolás Maduro ha posicionado al país en el radar del reino árabe, designando al Gobernador de Carabobo, Rafael Lacava, y al Presidente de PDVSA, Rafael Tellechea, como embajadores de la causa. La misión es clara: aumentar la cooperación petrolera y atraer inversiones no relacionadas con el crudo que conduzcan a la prosperidad venezolana.
Entre julio y agosto, una delegación de inversionistas saudíes recorrió varios países de América Latina, incluidos Brasil, Paraguay, Argentina, Costa Rica, Panamá y Chile. Esta gira fue parte del plan Visión 2030 de Arabia Saudita, diseñado para transformar su economía, con un ojo puesto en el diversificado sector de entretenimiento y turismo, así lo refleja el fichaje del deportista Cristiano Ronaldo a la liga profesional saudí.
Arabia Saudita busca arar
“El petróleo no desaparecerá, pero su valor disminuirá con la transición energética global”, señala Nicolás Manzur de la Cámara Chileno Árabe de Comercio e Inversiones. Esta perspectiva ha llevado a Arabia Saudita a buscar nuevas tierras para invertir, empezando por Estados Unidos y Europa, y ahora, dirigiendo su mirada hacia Sudamérica.
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La petrolera Aramco, insignia de la economía saudí, recientemente adquirió el negocio de distribución de combustibles de Esmax en Chile, una inversión estratégica que les otorga una plataforma para lanzar la marca en toda Sudamérica. Además, el segmento de tiendas de conveniencia en Chile, que ha crecido fuertemente, se presenta como una oportunidad tentadora para los saudíes, que buscan diversificar su economía hacia las energías verdes.
La petrolera Aramco
Aramco también ha mostrado interés en el hidrógeno verde. En una reciente visita a Chile, los ejecutivos de la empresa expresaron su deseo de operar este combustible a nivel global para 2030. Las condiciones geográficas de Chile, con sus inmensos recursos solares y eólicos, encajan perfectamente con esta visión. Estas inversiones también coinciden con los objetivos de sostenibilidad de Aramco y de Arabia Saudita en general, que busca alcanzar cero emisiones en 2060.
Con Venezuela, la situación es más compleja. A pesar de su vasta reserva de petróleo, el país ha luchado por atraer inversiones extranjeras debido a factores políticos y económicos. Sin embargo, el reciente acercamiento al reino saudí podría cambiar esta dinámica. “Venezuela tiene un potencial inexplorado y puede ser un socio clave para Arabia Saudita en la región, especialmente en el sector petrolero”, comenta José Álvarez, experto en relaciones internacionales.
Venezuela ha jugado sus cartas
El historiador Miguel Ríos, por su parte, subraya que Venezuela siempre ha buscado diversificar sus relaciones internacionales y ve en esta nueva apertura hacia Arabia Saudita un intento de consolidarse como un actor relevante en el ámbito global.
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Para que esto suceda, Maduro y su equipo deben trabajar diligentemente para fortalecer la confianza, estabilidad y transparencia en Venezuela. La nación sudamericana podría convertirse en un puente crucial para la expansión saudí en Latinoamérica, siempre y cuando se presenten las condiciones adecuadas para los negocios.
Con el auge previsto para 2024, el futuro parece prometedor. Las estrategias y decisiones tomadas hoy determinarán si Venezuela logra aprovechar esta oportunidad única y se posiciona como un socio estratégico para uno de los gigantes económicos del mundo. Solo el tiempo dirá si este esfuerzo culmina en un éxito mutuo.