Luis Rubiales y el arte de dominar nuestros instintos, deseos y pasiones

El arte de dominar nuestros instintos es una habilidad que se requiere robusta de cara al mundial de hoy.  En la era contemporánea, el siglo XXI no ve con buenos ojos la pasión desbordada. Aquel impulso efervescente que en ocasiones nos lleva a actuar de forma impulsiva es, en muchas sociedades, rechazado y criticado.

Se espera que los individuos muestren autocontrol y serenidad en todo momento, aún bajo la presión de situaciones intensamente emocionales. En este panorama, el reciente caso de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, que después del inesperado triunfo de España en el Mundial Femenino, besó sin consentimiento a la futbolista Jennifer Hermoso, pone sobre la mesa una cuestión delicada: ¿Cómo dominar esos arrebatos de pasión?

El arte de dominar nuestros instintos

De acuerdo con el Instituto de Estadística Español, en la última década se ha registrado un aumento del 18% en los incidentes relacionados con pérdida de control emocional en espacios públicos. Aunque el caso de Rubiales es el más mediático, refleja un fenómeno más amplio. Las organizaciones gubernamentales, en respuesta a estos datos, han lanzado campañas para promover el autocontrol y la empatía, buscando evitar actitudes que vulneren la integridad de los demás.

Arte de dominar nuestros instintos
Para un ósculo se necesitan dos que estén de acuerdo a hacerlo. Ilustración MidJourney

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Según la psicóloga Helena Ramírez, «la sociedad actual nos somete a presiones constantes, desde metas laborales hasta estándares estéticos. En este contexto, el ser humano puede llegar a actuar de manera impulsiva como vía de escape o como forma de expresar emociones reprimidas». En este sentido, la acción de Rubiales podría interpretarse no solo como un desliz individual, sino como una manifestación de un problema más profundo en nuestra sociedad. De alí la necesidad de cultivar el arte de dominar nuestros instintos.

Una visión cenital

Por otro lado, la historia también nos brinda perspectiva. Dr. Rodrigo Fuentes, historiador y profesor de la Universidad de Salamanca, señala: «A lo largo de la historia, hemos visto cómo las pasiones desenfrenadas han llevado a líderes y personajes a cometer errores garrafales. Desde conflictos bélicos hasta decisiones políticas desacertadas, el instinto y la pasión, cuando no están equilibrados con la razón, pueden tener consecuencias nefastas». Por lo tanto, aunque la sociedad contemporánea pueda parecer especialmente impulsiva, la lucha entre razón y pasión es un tema recurrente a lo largo de los siglos.

El mundo político no se ha quedado atrás en esta discusión. Clara López, política y senadora por el partido Progresistas, opina: «El incidente de Rubiales nos recuerda que, como líderes y figuras públicas, tenemos una responsabilidad doble. No solo debemos ejemplificar valores como el respeto y el autocontrol, sino que también debemos trabajar activamente para que nuestra sociedad los adopte». López también señala la importancia de implementar políticas educativas que refuercen el autocontrol desde edades tempranas. El arte de dominar nuestros instintos se aprende desde chicos.

Arte de dominar nuestros instintos
Todos debemos dominar nuestros instintos para no ser presa del escarnio. Ilustración MidJourney

No ataca a los sentimientos

Por su parte, organismos especializados, como la Asociación para el Desarrollo Emocional, han propuesto una serie de talleres y programas orientados a gestionar emociones y pasiones. «Es fundamental entender que no se trata de reprimir lo que sentimos, sino de aprender a canalizarlo de manera saludable y respetuosa», comenta su directora, María Paredes.

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En el caso particular de Rubiales, aunque las disculpas públicas hacia Jennifer Hermoso fueron emitidas, el daño estaba hecho. El incidente sirve como un recordatorio de que, independientemente de nuestra posición o estatus, todos somos humanos y susceptibles a dejarnos llevar por nuestras emociones. Sin embargo, también es un llamado a la acción para que, como sociedad, promovamos una cultura de respeto, empatía y autoconocimiento.

El desafío del siglo XXI no es suprimir la pasión, sino aprender a coexistir con ella de manera armónica. El equilibrio entre razón y emoción es un arte que, como sociedad, aún estamos aprendiendo a dominar. Y casos como el de Rubiales no hacen más que resaltar la urgencia y la relevancia de este desafío que se resuelve arando el arte de dominar nuestros instintos.

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