El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, ha desatado una intensa discusión en el ámbito político al proponer la instalación de bases militares en Ecuador como una medida para enfrentar el creciente problema del crimen organizado. Esta propuesta, que ha encendido el debate público, trae a la memoria el controvertido acuerdo que permitió la presencia de tropas estadounidenses en la base de Manta a finales de la década de 1990. En un contexto en el que la seguridad se ha vuelto un tema crucial para los ecuatorianos, la pregunta que muchos se hacen es si esta iniciativa responde a una genuina preocupación por la seguridad nacional o si es simplemente una estrategia electoral para consolidar su posición en la política del país.
Carolina Mella, periodista ecuatoriana formada en Visión 360 de Ecuavisa y ganadora del Premio Mantilla, abordó este tema militar en un artículo publicado en el diario español EL PAÍS, titulado: “Noboa reabre el debate sobre bases en Ecuador ante el fracaso de su estrategia de seguridad”. En su artículo, Mella señala que Noboa ha decidido reabrir el debate sobre las bases militares en Ecuador luego de haber fracasado en implementar otras estrategias de seguridad. A través de una consulta popular convocada en abril, Noboa buscó el apoyo ciudadano para sus propuestas, pero ahora enfrenta la necesidad de buscar nuevas alternativas, justo en un momento en el que el país se encuentra en un ambiente preelectoral.
Bases militares en Ecuador
La historia de las bases militares en Ecuador no es nueva. En 1999, durante el gobierno de Jamil Mahuad, se inició un acuerdo con Estados Unidos para la instalación de una base militar en la ciudad de Manta, en la costa ecuatoriana. El acuerdo formaba parte del Plan Colombia, una estrategia coordinada por los Estados Unidos para combatir el narcotráfico en la región. En ese entonces, Ecuador no estaba tan afectado por los carteles de drogas, pero existía el temor de que el narcotráfico, ya arraigado en Colombia, se extendiera hacia Ecuador y otros países vecinos. La presencia de militares estadounidenses en Manta duró diez años, hasta que, en 2009, el entonces presidente Rafael Correa decidió no renovar el acuerdo, cerrando la posibilidad de que Ecuador continuara albergando bases militares extranjeras en su territorio.

Sin embargo, en la actualidad, Ecuador se enfrenta a un panorama de seguridad mucho más complejo. Con el aumento del narcotráfico y la creciente violencia vinculada a este problema, el país ha pasado de ser un simple tránsito de drogas a convertirse en un punto crítico en el mapa del crimen organizado en América Latina. En este contexto, la propuesta de Noboa de reinstaurar bases militares en Ecuador busca ser una solución al problema, pero ha levantado serias críticas. Los opositores señalan que el plan podría ser más una cortina de humo para desviar la atención de otras cuestiones, especialmente en un momento en el que el país se prepara para un nuevo proceso electoral.
Fundamento de las decisiones
Carolina Mella recuerda que la instalación de bases militares en Ecuador, como la de Manta, fue vista en su momento como una medida de emergencia ante la amenaza externa del narcotráfico. Hoy, la situación es diferente. Ahora, el país no solo enfrenta una amenaza externa, sino también interna. La violencia asociada al narcotráfico ha aumentado significativamente, y algunos sectores consideran que la presencia de una fuerza militar extranjera podría contribuir a mejorar la seguridad. Sin embargo, otros, como el analista en seguridad Luis Carlos Córdova, se oponen a esta idea, argumentando que no hay garantías de que una base militar extranjera resuelva el problema. Según Córdova, «no es necesario instalar bases militares en Ecuador, ya que la cooperación con Estados Unidos en temas de seguridad ya se da a través de acuerdos firmados durante el gobierno de Guillermo Lasso, los cuales permiten la presencia de personal militar y civil estadounidense» en operaciones conjuntas».
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El debate sobre las bases militares en Ecuador no es solo una cuestión de seguridad, sino también de soberanía. Quienes se oponen a la propuesta de Noboa señalan que permitir la instalación de bases extranjeras podría poner en riesgo la autonomía del país en materia de seguridad. Este fue uno de los argumentos clave durante la administración de Correa cuando se decidió cerrar la base de Manta. Correa, quien en su momento promovió una política de rechazo a la injerencia extranjera, sostuvo que la presencia militar estadounidense comprometía la soberanía ecuatoriana, un argumento que sigue resonando entre los sectores más críticos del actual gobierno.
Y las elecciones de nuevo
El contexto electoral también es un factor clave en este debate. Daniel Noboa, quien ha mantenido un estilo informal y cercano al pueblo, vestido con chaqueta de cuero y vaqueros en varios de sus actos públicos, parece estar utilizando el tema de las bases militares en Ecuador como una herramienta para ganar apoyo popular. Aunque el presidente ha asegurado que su propuesta es una respuesta a la grave crisis de seguridad que enfrenta el país, muchos observadores consideran que se trata de una estrategia política para mejorar su imagen de cara a las elecciones. La aprobación inicial de la Corte Constitucional, que ha dictaminado que la propuesta no viola derechos constitucionales, es solo el primer paso en un proceso que podría llevar a una nueva consulta popular, en la que los ecuatorianos tendrían que decidir si están a favor o en contra de la instalación de bases militares en su territorio.
El gobierno de Noboa ha defendido su propuesta afirmando que es necesario reforzar la seguridad para combatir el crimen organizado y que la presencia de fuerzas militares extranjeras en Ecuador no debe ser vista como una intervención, sino como una cooperación estratégica. Desde el punto de vista de la administración, la instalación de bases militares permitiría un mejor control de las rutas del narcotráfico y la protección de las fronteras. Sin embargo, la propuesta ha sido recibida con escepticismo por parte de la opinión pública, especialmente porque llega en un momento en el que la popularidad del presidente está en juego.

La balanza está inestable
En este debate, los ciudadanos se encuentran divididos. Para algunos, la reactivación de bases militares en Ecuador es vista como una medida desesperada de un gobierno que no ha logrado implementar soluciones efectivas para mejorar la seguridad. Para otros, representa una oportunidad para reforzar la lucha contra el narcotráfico, especialmente en un contexto en el que el país parece estar perdiendo terreno ante los carteles internacionales. Lo que está claro es que este tema continuará siendo objeto de controversia en los próximos meses, y que las decisiones que se tomen al respecto tendrán un impacto duradero en el futuro de Ecuador, tanto en términos de seguridad como de política interna.
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El futuro de las bases militares en Ecuador dependerá, en última instancia, de la decisión de los ciudadanos y de cómo se desarrollará el debate en la Asamblea Nacional. Mientras tanto, la propuesta de Noboa seguirá generando opiniones divididas, manteniendo el tema en la agenda política del país a medida que se acercan las próximas elecciones.