El enigma de los Objetos Voladores No Identificados (OVNI) en Estados Unidos se ha perpetuado como un tema serio, pero sin fundamento sólido, una paradoja que ha intrigado tanto a aficionados como a expertos. La pieza editorial de Garrett M. Graff, titulada “Tenemos un problema ovni. Lo que no tenemos (todavía) es una respuesta seria”, refleja esta dualidad. Desde los primeros informes de «platillos voladores» cerca del Monte Rainer en 1947 hasta los actuales Fenómenos Anómalos No Identificados (UAP), Estados Unidos ha sido un hervidero de avistamientos y especulaciones.
Durante más de 80 años, el gobierno de EE. UU. ha mostrado un interés fluctuante en los OVNIs, iniciando con los proyectos SIGN, GRUDGE y BLUE BOOK del Pentágono y continuando con esfuerzos como el Programa de Aplicaciones de Sistemas de Armas Aeroespaciales Avanzadas en las décadas de 2000 y 2010. Estos proyectos, a pesar de sus nombres imponentes y la atención mediática ocasional, nunca han proporcionado respuestas concluyentes sobre la naturaleza de los OVNIs.
El tema de los OVNI
El término OVNI, popularizado inicialmente por esfuerzos militares, y luego reemplazado por UAP, refleja un esfuerzo por desestigmatizar el fenómeno y abrir la posibilidad de que no todos estos avistamientos sean objetos físicos. Sin embargo, este cambio de marca no ha logrado disipar el misterio que rodea a estos avistamientos. La mayoría de los informes de OVNIs se han identificado y descartado como confusiones con eventos astronómicos ordinarios, formaciones de aviones, o lo que se ha denominado «desorden» como basura en el cielo. Pero persiste un porcentaje obstinado de avistamientos que no se pueden explicar con fenómenos o tecnologías conocidas, estimándose entre un 5% y un 20% según el conjunto de datos.
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En años recientes, el tema ha cobrado nueva vida con audiencias del Congreso y testimonios de funcionarios del Pentágono y aviadores navales, quienes han reportado encuentros con naves o fenómenos que parecen desafiar la física conocida. Estos testimonios sugieren que podrían existir tecnologías más avanzadas de lo que Estados Unidos comprende actualmente. A pesar de esto, la respuesta del gobierno y la comunidad de inteligencia ha sido, en gran medida, desapasionada y de bajo nivel. Los esfuerzos militares han sido mínimos, con recursos limitados y una falta de acción significativa en cuanto a la recopilación de datos y el despliegue de instrumentos avanzados.
Poco dinero para investigar
Incluso la financiación de la NASA y el gobierno federal para apoyar la búsqueda de inteligencia extraterrestre ha sido insignificante, representando sumas modestas en comparación con otros gastos de defensa nacional. Esta realidad pone de relieve la falta de seriedad con la que se ha tratado el tema de los OVNI y UAP a nivel gubernamental.
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Un enfoque gubernamental serio hacia el estudio de los UAP debería incluir cinco características distintivas: una asignación adecuada de recursos, una recopilación de datos amplia y metódica, el uso de tecnología avanzada, un enfoque multidisciplinario que involucre a científicos y expertos en diferentes campos, y transparencia en los hallazgos y progresos del estudio. Sin estos elementos, el enigma de los OVNIs en Estados Unidos permanecerá como un tema serio, pero eternamente sin una base sólida que permita su comprensión completa y su eventual resolución.