Sostenibilidad: Las urgencias del presente hacen olvidar la construcción del futuro

Sostenibilidad. Una palabra que resuena en los foros internacionales, en los discursos de líderes y en las agendas de instituciones educativas y empresariales. Sin embargo, este complejo proceso a menudo queda relegado por las demandas inmediatas de un mundo que prioriza las soluciones rápidas frente a los problemas urgentes. El equilibrio entre satisfacer las necesidades actuales sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras se presenta como un desafío que requiere decisiones conscientes, una visión estratégica y un enfoque colectivo. A medida que enfrentamos crisis domésticas de talante político-económicos, globales, como el cambio climático, la desigualdad y la pérdida de biodiversidad, la adaptabilidad emerge como un principio rector que debe guiar nuestras acciones.

El reciente artículo de Gustavo Roosen, abogado, expresidente de CANTV y actual presidente del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) en Venezuela, publicado en el diario El Nacional bajo el título: «Sostenibilidad, educación y gerencia», plantea una reflexión profunda sobre cómo las urgencias del presente nos hacen olvidar la construcción del futuro. Con una trayectoria reconocida en el ámbito empresarial y académico, Roosen articula un mensaje claro: la sostenibilidad no es un concepto abstracto, sino una responsabilidad compartida que toca todos los aspectos de nuestra vida, desde la educación hasta la gerencia.

Todos debemos hablar de la sostenibilidad

La sostenibilidad, en el contexto actual, no puede reducirse a un solo ámbito. Según Roosen, es un principio que trasciende disciplinas y sectores, conectando áreas como la organización social, la tecnología, la legislación y la formación cultural. Este enfoque integral quedó plasmado en el Foro de Naciones Unidas celebrado en el IESA, donde representantes del sector privado abordaron las seis transiciones claves hacia el desarrollo sostenible, agrupadas en cuatro mesas de trabajo sobre educación de calidad, empleo y crecimiento económico, manejo de desechos y cohesión social. Estas mesas no solo destacaron la complejidad del tema, sino también su carácter interconectado, subrayando que ningún progreso es posible sin cooperación y visión a largo plazo.

Roosen enfatiza que las instituciones educativas tienen la responsabilidad de promover una cultura de sostenibilidad, no solo mediante la transmisión de conocimientos, sino también incentivando el pensamiento crítico y la investigación. Ilustración MidJourney

En este escenario, la educación desempeña un papel esencial. Roosen enfatiza que las instituciones educativas tienen la responsabilidad de promover una cultura de sostenibilidad, no solo mediante la transmisión de conocimientos, sino también incentivando el pensamiento crítico y la investigación. Al integrar la sostenibilidad en sus programas académicos, las universidades no solo forman profesionales competentes, sino también líderes comprometidos con generar un impacto positivo en sus comunidades. Este enfoque es crucial para romper ciclos de pobreza y avanzar hacia un desarrollo equitativo. En un mundo donde las crisis parecen multiplicarse, la educación emerge como la herramienta más poderosa para preparar a las futuras generaciones frente a los retos globales.

Una visión gerencial

La sostenibilidad también interpela a la gerencia, una disciplina que, como señala Roosen, tiene la capacidad de transformar buenas ideas en planos concretos. Desde la planificación estratégica hasta la ejecución de proyectos, la gerencia aporta las herramientas necesarias para materializar los ideales de sostenibilidad. Este enfoque práctico se traduce en la creación de programas sólidos que abarcan inversión, financiamiento, capacitación y organización. La gerencia, además, fomenta el diálogo y la cooperación, elementos indispensables para alcanzar objetivos comunes en un mundo donde los recursos son finitos y las necesidades infinitas.

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A pesar de los avances, la sostenibilidad enfrenta barreras significativas. La inmediatez del día a día, las restricciones económicas y la falta de conciencia colectiva son solo algunos de los factores que dificultan su implementación. En su artículo, Roosen subraya que este es un desafío que no requiere solo compromiso individual, sino también liderazgo transformador por parte de educadores y gerentes. Al incorporar la sostenibilidad en sus prácticas, estos actores tienen la oportunidad de redefinir agendas multisectoriales y ofrecer soluciones innovadoras a problemas complejos.

Nueva interacción con e mundo

Sostenibilidad implica, asimismo, un cambio de mentalidad. No se trata únicamente de minimizar el impacto ambiental, sino de reimaginar cómo interactuamos con el mundo y entre nosotros. Este principio aboga por un equilibrio entre el desarrollo económico, la justicia social y la protección del medio ambiente, recordándonos que nuestras decisiones actuales tienen repercusiones a largo plazo. Roosen ilustra este punto al señalar cómo las universidades, al vincular educación y ecología, pueden crear modelos que no solo benefician a sus estudiantes, sino también a la sociedad en general.

El Foro de Naciones Unidas en el IESA mostró que los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) no son metas aisladas, sino parte de un sistema interdependiente que requiere un esfuerzo conjunto. Desde la mejora en la gestión de residuos hasta la promoción de la cohesión social, cada acción cuenta. Sin embargo, para que estos esfuerzos sean efectivos, es imprescindible una narrativa coherente que inspire y movilice a las personas hacia un propósito común. Aquí es donde la sostenibilidad encuentra su mayor desafío: lograr que todos los sectores de la sociedad comprendan su importancia y actúen en consecuencia.

Sostenibilidad implica, asimismo, un cambio de mentalidad. No se trata únicamente de minimizar el impacto ambiental, sino de reimaginar cómo interactuamos con el mundo y entre nosotros. Ilustración MidJourney.

Audacia y compromiso constante

En última instancia, sostenibilidad significa asumir una responsabilidad frente al futuro. Como reflexiona Roosen, esto requiere una visión audaz y un compromiso constante. La educación y la gerencia, vistas como fuerzas complementarias, tienen un papel crucial en este proceso. Al trabajar juntas, estas disciplinas pueden ofrecer una respuesta integral a los problemas que enfrenta el mundo, proporcionando no solo soluciones inmediatas, sino también una base sólida para construir un futuro mejor.

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El mensaje de Roosen, por tanto, trasciende las fronteras de Venezuela y se convierte en una llamada global a la acción. En un momento histórico marcado por crisis simultáneas, es vital que reconozcamos la urgencia de adoptar un enfoque sostenible en todas las facetas de nuestra vida. Solo así podremos garantizar que las generaciones futuras tengan las mismas oportunidades que nosotros para prosperar. Porque, como bien señala el título de su artículo, las urgencias del presente no deben hacer olvidar la construcción del futuro.

 

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