¿Se estará usando IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana?: Habla Pineda

“IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” es una de esas hipótesis que, si se pronuncian sin contexto, parecen sacadas de una novela de espionaje cibernético. Pero cuando la plantea Julio César Pineda, con la solvencia de quien ha sido embajador de Venezuela en seis países estratégicos, profesor universitario y analista de política internacional, el escenario comienza a volverse más inquietante que improbable. Pineda, desde su tribuna de opinión en el diario El Universal, lanzó una alerta poco común al conectar el avance de las tecnologías disruptivas con los conflictos geopolíticos que están marcando el pulso del mundo actual. En una pieza publicada recientemente bajo el título: “Ucrania, Taiwán, Cachemira y el Esequibo en el ajedrez bélico mundial”, el veterano diplomático advirtió que los conflictos contemporáneos ya no solo se incuban en campos de batalla, sino en algoritmos invisibles.

El artículo fue firmado por Julio César Pineda, reconocido internacionalista venezolano, columnista habitual de El Universal y conductor del programa “Brújula Internacional” en Unión Radio y Globovisión. Pineda, quien fue embajador de Venezuela en la Unión Soviética, Libia, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Corea del Sur y Kuwait, argumenta que la Inteligencia Artificial está transformando profundamente las dinámicas diplomáticas. Su ensayo, de corte académico y alerta geopolítica, parte de una premisa tan provocadora como inquietante: los conflictos globales, incluyendo el histórico diferendo entre Venezuela y Guyana, ya podrían estar siendo alimentados por operaciones basadas en inteligencia artificial.

IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana

Usar IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” no es una ocurrencia tomada al azar en el ensayo de Pineda. Por el contrario, es parte del entramado de advertencias sobre cómo los nuevos centros de poder global, multiplicados en un mundo cada vez más policéntrico, podrían usar herramientas tecnológicas para empujar a las naciones a confrontaciones indirectas. En este sentido, el conflicto por el Esequibo —territorio en disputa desde hace más de un siglo y rico en recursos naturales como petróleo, agua dulce y biodiversidad— se convierte en un tablero más del juego mayor entre potencias. No se trataría solo de una confrontación bilateral entre Caracas y Georgetown, sino de una pugna que podría activar intereses de actores tan disímiles como Estados Unidos, China, Rusia, Irán o Turquía.

Pineda, desde su tribuna de opinión en el diario El Universal, lanzó una alerta poco común al conectar el avance de las tecnologías disruptivas con los conflictos geopolíticos que están marcando el pulso del mundo actual. En una pieza publicada recientemente bajo el título: “Ucrania, Taiwán, Cachemira y el Esequibo en el ajedrez bélico mundial”, el veterano diplomático advirtió que los conflictos contemporáneos ya no solo se incuban en campos de batalla, sino en algoritmos invisibles. Ilustración MidJourney

El propio Pineda recuerda que el papa Francisco insistió en la tesis de que la Tercera Guerra Mundial ya comenzó, aunque de forma fragmentada. En esa línea, la “IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” no sería una tesis excéntrica, sino una consecuencia lógica del paradigma digital que ya permea todas las esferas del poder. Las tecnologías de información y comunicación, según su planteamiento, han dejado de ser meros instrumentos de apoyo para convertirse en actores protagónicos de las Relaciones Internacionales. La IA, en especial, tiene la capacidad de analizar, inducir e incluso manipular escenarios con tal precisión que podría hacer verosímil un estallido bélico en donde antes solo había retórica diplomática.

IA como detonante de discursos extremos

La historia del Esequibo, recuerda Pineda, es uno de los diferendos más antiguos del planeta. Y su importancia geopolítica se ha incrementado exponencialmente por el hallazgo de yacimientos petroleros en su plataforma marítima y por el involucramiento progresivo de ExxonMobil, empresa estrechamente vinculada a intereses estratégicos de Estados Unidos. Frente a esto, la narrativa venezolana, aún aferrada al Acuerdo de Ginebra de 1966, se ve desplazada por la ofensiva jurídica de Guyana ante la Corte Internacional de Justicia. En medio de esta pugna, la “IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” podría operar no como detonante directo, sino como amplificador de los discursos extremos, polarizadores y hostiles que podrían empujar a los pueblos y sus gobiernos hacia la confrontación.

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En una era donde el poder se expresa más a través del control del ciberespacio que por la cantidad de tanques en un cuartel, la advertencia de Pineda no puede tomarse a la ligera. El ciberespacio —dice el diplomático— ya forma parte del Derecho Internacional Público, con tratados y normativas que lo regulan. Sin embargo, las capacidades de la IA para modelar emociones sociales, influenciar decisiones políticas y alterar la percepción pública de una amenaza, no han sido aún completamente comprendidas ni reguladas. En ese sentido, la “IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” se convierte en una posibilidad tangible si no se toman medidas preventivas desde los gobiernos, las academias y los organismos multilaterales.

Cambio de paradigma en la política exterior

El análisis del embajador también toca otro punto neurálgico: el cambio de paradigma en la política exterior. Las hegemonías tradicionales, basadas en la riqueza o el poder militar, están dando paso a nuevas formas de dominio basadas en la información, la cultura y la tecnología. Así como China ha convertido su músculo tecnológico en un instrumento de política exterior, otros actores emergentes —como India, Turquía o incluso corporaciones transnacionales— pueden servirse de la IA para alterar equilibrios en regiones estratégicas. Pineda apunta que Venezuela, sin una estrategia clara en este terreno, corre el riesgo de ser una pieza más en el ajedrez global que otros juegan desde teclados invisibles.

Por eso, insiste, la diplomacia del siglo XXI debe incorporar con urgencia el conocimiento y la praxis en tecnologías disruptivas. Ya no basta con dominar el lenguaje de las convenciones, tratados y protocolos: se necesita comprender cómo funciona el nuevo código fuente de la guerra y de la paz. En ese sentido, la tesis de una “IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” no es solo una hipótesis alarmante, sino una advertencia estratégica para repensar las herramientas del Estado. Y, en particular, para reforzar las capacidades de una diplomacia que ha sido marginada frente a la judicialización unilateral del conflicto.

Usar IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” no es una ocurrencia tomada al azar en el ensayo de Pineda. Por el contrario, es parte del entramado de advertencias sobre cómo los nuevos centros de poder global, multiplicados en un mundo cada vez más policéntrico, podrían usar herramientas tecnológicas para empujar a las naciones a confrontaciones indirectas. Ilustración MidJourney.

Ataques cognitivos conductuales

La posibilidad de una guerra regional alimentada por flujos de desinformación, fake news y narrativas automatizadas puede parecer lejana, pero ya hay antecedentes preocupantes. Los casos de interferencias en elecciones, radicalización de discursos nacionalistas y manipulación de audiencias a través de redes sociales —como los ocurridos en EE. UU., Brasil o Filipinas— son muestras de un nuevo tipo de conflicto que opera en el plano cognitivo y cultural antes que en el físico. Por eso, el papel de la inteligencia artificial en los conflictos fronterizos no debe subestimarse. Como advierte Pineda, el uso de “IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” podría estar ya en marcha sin que lo sepamos del todo.

El próximo 5 de junio, el propio Julio César Pineda profundizará sobre estas preocupaciones en el Teatro Teresa Carreño, donde participará en un evento convocado por el SELA para discutir el papel de la IA en la diplomacia contemporánea. Según el embajador Clarems Endara, secretario general de ese organismo, la inteligencia artificial debe ser utilizada para prevenir, no para provocar conflictos. Y en ello coincide Pineda, quien considera que, aunque la IA puede facilitar la cooperación entre naciones, también puede ser utilizada para manipular las tensiones existentes en beneficio de intereses ocultos o de potencias que buscan redefinir el mapa del poder mundial.

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La idea de que exista una “IA para estimular una guerra entre Venezuela y Guyana” es entonces mucho más que una provocación retórica. Es una hipótesis con anclaje en la realidad geopolítica, tecnológica y militar del siglo XXI. Una advertencia de alto calibre que pone a prueba no solo a los tomadores de decisiones, sino también a la opinión pública, a las academias y a los medios de comunicación. Porque si la guerra ya no se inicia con un disparo sino con un algoritmo, entonces el mayor acto de defensa será la lucidez informada. Y en esa tarea, la palabra de Pineda suena menos a conspiración y más a advertencia urgente.

 

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