El consumidor venezolano se tornó racional. La nación caribeña, que ha sido sacudida por una de las peores crisis económicas de su historia entre 2014 y 2021, ha visto surgir un fenómeno digno de análisis: la evolución de su consumidor. La contracción económica de más del 80% ha llevado a los ciudadanos a adaptarse y desarrollar un comportamiento de consumo más lúcido, informado y pragmático.
David Rodríguez Andara, un periodista de Debates IESA, entrevistó al economista Asdrúbal Oliveros sobre este fenómeno. Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica, destaca que el consumidor venezolano, que en otros tiempos era más impulsivo y leal a marcas específicas, ahora se ha vuelto crítico, meticuloso y cauteloso. La razón principal: una crisis que redefinió el valor del dinero, la escasez y la necesidad.
El consumidor venezolano se tornó racional
Según Oliveros, el consumidor venezolano se tornó racional porque está inmerso en una constante búsqueda de equilibrio entre precio y calidad. Ya no se rige únicamente por la lealtad a una marca, sino por la sensatez de su bolsillo. Las prioridades han cambiado: la conveniencia de una tienda cercana es ahora menos relevante que un precio más accesible.
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Verónica Ruiz del Vizo, experta en mercadeo, refuerza esta visión al describir al consumidor venezolano como alguien ávido de nuevas experiencias, pero siempre alineadas con una óptima relación precio-valor. Esta tendencia se debe, en gran medida, a una sociedad que siente que ha perdido calidad de vida y busca reconquistarla a través de sus decisiones de compra.
Cambios interesantes
La fidelidad, que en otras épocas era una constante, se ha esfumado. De allí que es claro en el análisis el por qué el consumidor venezolano se tornó racional. Ítalo Atencio, presidente de ANSA, señala que el consumidor de hoy es desafiante, bien informado y meticuloso con su presupuesto. Las empresas tradicionales, acostumbradas a tener un cliente cautivo, ahora enfrentan el reto de adaptarse a un mercado más volátil, donde la competencia es feroz y la lealtad es efímera.
Oliveros advierte que esta realidad es una dualidad. Por un lado, es un desafío para las marcas consolidadas que deben esforzarse más para mantener a sus clientes. Por otro, es una oportunidad dorada para nuevas marcas y emprendimientos que, ofreciendo productos y servicios de calidad a precios justos, pueden conquistar a este nuevo consumidor.
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Las marcas perdieron control
Atencio concuerda con esta perspectiva, y resalta que las marcas solo pueden aspirar a la fidelidad si ofrecen un producto o servicio que satisfaga las expectativas del consumidor en términos de precio y valor. Es una era de adaptación y cambio, donde la relación directa y personalizada con el consumidor puede marcar la diferencia.
Ruiz del Vizo aporta una visión más matizada, sugiriendo que la lealtad todavía existe, pero ha evolucionado. El consumidor valora la calidad de las marcas tradicionales, pero su realidad económica le empuja a probar alternativas. Los más jóvenes, inmersos en el mundo digital, se sienten atraídos por marcas que no solo ofrecen buenos productos, sino que también cuentan historias atractivas y auténticas en plataformas como las redes sociales.
El consumidor venezolano se tornó racional porquer ha vivido una metamorfosis impulsada por una crisis sin precedentes. El resultado es un individuo más informado, equilibrado y versátil en sus decisiones de compra. Las marcas y empresas del país tienen ante sí el reto de comprender y adaptarse a este nuevo perfil, que, aunque desafiante, brinda oportunidades inigualables para innovar y reconquistar el mercado.