Las “desapariciones forzadas” se han convertido en el último escándalo que sacude al gobierno de Donald Trump, implicando directamente a las agencias migratorias estadounidenses en denuncias de graves violaciones a los derechos humanos. La política migratoria de la actual administración, criticada por activistas internacionales, se enfrenta ahora a acusaciones formales de organismos como Human Rights Watch (HRW), tras la desaparición temporal de migrantes venezolanos que luego aparecieron en cárceles fuera de territorio estadounidense, en situaciones irregulares y sin garantías procesales mínimas.
Carla Gloria Colomé, periodista cubana radicada en Nueva York y corresponsal del diario español EL PAÍS especializada en temas relacionados con Cuba y comunidades hispanas en Estados Unidos, publicó recientemente un detallado informe bajo el título: «La tortuosa búsqueda de Ricardo Prada, el venezolano ‘desaparecido’ y enviado a la megacárcel de El Salvador». Colomé es fundadora de la revista cubana ‘El Estornudo’ y ganadora del prestigioso Premio Mario Vargas Llosa de Periodismo Joven. Su formación académica incluye estudios en la Universidad de La Habana, una maestría en Comunicación en la UNAM y otra en Periodismo Bilingüe por la Craig Newmark Graduate School of Journalism.
Desapariciones forzadas
Según la investigación realizada por Colomé, las “desapariciones forzadas” afectan a numerosos migrantes venezolanos, deportados desde Estados Unidos hacia El Salvador sin que sus familiares tengan conocimiento de sus destinos. Ricardo Prada Vásquez, un repartidor de comida venezolano de 32 años, fue detenido mientras entregaba un pedido en Detroit, Míchigan. Su arresto ocurrió al intentar regresar a Estados Unidos después de cruzar accidentalmente hacia territorio canadiense por el puente Ambassador.
El caso de Prada no es aislado. La periodista detalla en su reporte que existen múltiples víctimas de estas “desapariciones forzadas” cuyos familiares desconocen durante semanas e incluso meses su paradero, generando angustia e incertidumbre. Estas prácticas de detención y deportación aceleradas por la administración Trump violan abiertamente los procedimientos legales mínimos establecidos por las leyes estadounidenses e internacionales, tal como afirma Juan Pappier, subdirector de la División de las Américas de Human Rights Watch (HRW).

Human Rights Watch
En declaraciones dadas a EL PAÍS, Pappier enfatiza que desde el derecho internacional, estas acciones son catalogadas explícitamente como “desapariciones forzadas”, las cuales constituyen graves violaciones a los derechos humanos. El experto critica especialmente la falta absoluta de transparencia por parte del gobierno estadounidense, que no ha publicado listas oficiales claras y completas de los deportados.
La política migratoria de Trump ha estado marcada desde sus inicios por una retórica agresiva y la implementación de medidas radicales, justificadas en su discurso por la necesidad de salvaguardar la seguridad nacional. Pero la existencia documentada de “desapariciones forzadas” levanta interrogantes muy serios sobre la legitimidad y legalidad de estos procedimientos y pone en evidencia un desprecio preocupante por las garantías jurídicas más básicas.
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Protrestas en Caracas
Familiares de los deportados han protestado enérgicamente frente a organismos internacionales como las Naciones Unidas, exigiendo respuestas claras sobre el destino de sus seres queridos. En una reciente manifestación en Caracas, familiares denunciaron la incertidumbre y el trauma que supone desconocer el paradero de detenidos cuya única información disponible proviene de vídeos o imágenes difundidas desde la cárcel salvadoreña CECOT.
Las “desapariciones forzadas” también han sido confirmadas por Gris Vogt, una activista estadounidense de ascendencia mexicana quien, mediante sus redes sociales, ha brindado apoyo a decenas de familias desesperadas. Vogt reveló a EL PAÍS la existencia de otros casos similares al de Prada, en los cuales migrantes venezolanos inicialmente detenidos en Estados Unidos desaparecen del sistema oficial y reaparecen inexplicablemente en El Salvador.
Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, su administración ha insistido en asociar a los migrantes venezolanos con la pandilla conocida como Tren de Aragua, aunque sin aportar pruebas contundentes o suficientes. Bajo este pretexto, cientos de detenidos, como Prada, han sido enviados al CECOT, donde permanecen sin contacto regular con sus familias y sin el debido acceso a la representación legal que establecen los tratados internacionales.
Un ruleteo: como dicen en Caracas
El informe original de Colomé detalla cómo Prada fue trasladado entre diversos centros penitenciarios estadounidenses antes de desaparecer oficialmente de los registros del ICE. A esta acción en Venezuela se le conoce como «ruleteo». Su familia inicialmente creyó que sería deportado a Caracas, pero tras semanas de búsqueda supieron a través de activistas y medios independientes que estaba en la megacárcel salvadoreña.

Estas “desapariciones forzadas” no se limitan a venezolanos. Otro migrante, Neiyerver Adrian Leon Rengel, barbero venezolano de 27 años detenido en Dallas, Texas, también desapareció del registro oficial y fue deportado en secreto a El Salvador. Los familiares de Leon Rengel solo supieron su ubicación definitiva a través de informaciones fragmentadas y casuales en redes sociales, sin ninguna comunicación formal del gobierno estadounidense.
HRW señala que esta política sistemática de deportaciones encubiertas, sumada a la negativa de Estados Unidos a publicar listas claras y completas de detenidos y deportados, constituye una violación grave del debido proceso y genera un estado de indefensión en los migrantes y sus familias. Juan Pappier ha insistido en la responsabilidad del Estado norteamericano de proporcionar transparencia inmediata y precisa sobre el paradero y condiciones de estos detenidos.
Al menos 252 desapariciones
La cifra oficial de venezolanos deportados bajo estos procedimientos irregulares alcanza al menos a 252 personas, aunque HRW advierte que podrían ser muchas más. La administración Trump solo admitió parcialmente estas deportaciones luego de que la prensa internacional y activistas revelaran los casos. Esta falta de transparencia, según Pappier, es uno de los factores más alarmantes y definitorios de las “desapariciones forzadas”.
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La implicación directa del presidente Trump en la implementación de esta política migratoria plantea la necesidad urgente de investigaciones independientes que esclarezcan responsabilidades y permitan evitar nuevas violaciones a los derechos humanos. Las denuncias de HRW y de activistas independientes como Gris Vogt han llevado este debate al plano internacional, haciendo que Estados Unidos enfrente duras críticas desde organizaciones multilaterales por estas graves irregularidades.
Vulnerado el Derecho Internacional
La situación expuesta por Colomé, Pappier y otros expertos evidencia una crisis humanitaria creada por decisiones políticas que vulneran abiertamente el derecho internacional. La existencia confirmada de “desapariciones forzadas” pone al presidente Trump en una posición incómoda ante la comunidad internacional, obligando a organismos como las Naciones Unidas a intervenir para exigir explicaciones inmediatas y definitivas sobre el destino de estos migrantes.
En definitiva, las “desapariciones forzadas” han trascendido la denuncia puntual para convertirse en una grave crisis política y humanitaria que pone a prueba la capacidad de las instituciones estadounidenses e internacionales para garantizar los derechos humanos frente a políticas migratorias cuestionables. Trump, en consecuencia, se encuentra ahora bajo una intensa vigilancia internacional por acusaciones que podrían marcar gravemente su legado político y humano.