Camarada Trump es el apodo con que algunos usuarios chinos de redes sociales y foros digitales se refieren con ironía y asombro al expresidente de Estados Unidos. Lejos de una burla simple, la frase encierra una mezcla de admiración y desconcierto ante el hecho de que muchas de sus políticas comerciales, especialmente aquellas dirigidas contra China, terminaron beneficiando —indirectamente— al mismo país que se suponía debía ser contenido. Mientras Trump desplegaba una guerra arancelaria y amenazaba con desmantelar cadenas de suministro globales, lo que se produjo fue una reorganización estratégica del comercio electrónico con sede en China, que aprovechó la sacudida para expandirse y consolidarse como actor global. En ese mundo digital hiperconectado, “Camarada Trump” es una figura casi mítica: destructor en casa, constructor en el extranjero.
La profesora Moira Weigel, académica adjunta de la Universidad de Harvard, ha investigado profundamente esta contradicción para su próximo libro sobre plataformas de comercio electrónico. En un ensayo publicado en la sección Invitado del New York Times bajo el título: “¿Quieres saber lo que los chinos piensan de Trump? Te vas a sorprender”, Weigel ofrece un retrato fascinante del modo en que los comerciantes chinos —en particular, los de Shenzhen y Hangzhou— han reinterpretado el impacto de la era Trump. Su artículo revela cómo, en vez de debilitar al ecosistema digital chino, las políticas del expresidente ayudaron a impulsarlo hacia una nueva fase de expansión y sofisticación.
AKA «Camarada Trump»
Weigel relata que durante su estancia en el centro de contratación de Amazon en Hangzhou y mientras trabajaba como vendedora en Temu en Shenzhen, escuchó repetidamente a jóvenes emprendedores referirse a Trump como “Chuan Jianguo” —literalmente, Trump el constructor de naciones—. El apodo resume el sentir de quienes, aunque conscientes del caos que provocó en Estados Unidos, lo ven como un catalizador involuntario del auge chino en el comercio digital. La paradoja del Camarada Trump cobra forma en los almacenes llenos de luces navideñas, cables de carga y botellas plásticas que se despachan desde China al mundo entero.

La fuerza del ecosistema de comercio electrónico chino es abrumadora. Plataformas como Amazon, Temu, Shein y Etsy dependen en gran parte de miles de vendedores con sede en ciudades como Shenzhen, donde más de 100.000 comerciantes operan a través de Amazon. Incluso gigantes como Google y Meta se han visto envueltos en esta red, con Temu convirtiéndose en 2023 en el mayor comprador individual de anuncios en Meta, según datos citados por Weigel. En ese contexto, el papel de Camarada Trump se torna más evidente: sus aranceles, lejos de frenar esta maquinaria, la obligaron a mutar y a fortalecerse.
Un tiro por la culata
Camarada Trump aparece entonces como un personaje que desata lo inesperado. En lugar de provocar un retorno de la manufactura a Estados Unidos, sus políticas incentivaron la migración de los vendedores chinos a nuevos mercados, expandiendo su influencia en América Latina, África y el sudeste asiático. Weigel explica que estas estrategias coinciden con el empuje del gobierno chino a que sus empresas “chuhai” —se globalicen—, y el resultado ha sido una verdadera reconquista comercial más allá de Estados Unidos. Irónicamente, los aranceles actuaron como catalizadores del impulso globalizador que tanto temía Trump.
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El modelo de negocios de Amazon, basado en la priorización algorítmica de productos y no en la fidelidad a marcas específicas, también favoreció a los vendedores chinos. La plataforma permitió a millones de consumidores estadounidenses comprar sin saber —ni importarles— el origen del producto. Camarada Trump, sin quererlo, profundizó esta dependencia estructural. Y al aumentar los costos con aranceles, solo logró que los consumidores buscaran precios aún más bajos, lo que fortaleció la posición de los vendedores chinos de productos baratos.
Manual de supervivencia del nuevo comercio chino
Weigel también muestra cómo estos vendedores han aprendido a sortear barreras legales y fiscales. Están recurriendo a intermediarios para ocultar el verdadero origen de sus productos y evadir así los aranceles, lo que, según Goldman Sachs, podría haber representado entre 110.000 y 130.000 millones de dólares durante la primera presidencia de Trump. Camarada Trump, a pesar de sus intenciones, se convirtió en el motor de una creatividad logística que beneficia a sus supuestos rivales.
En paralelo, empresas como Temu han sabido adaptarse con rapidez. Anticipando los cambios en la política arancelaria, comenzaron a incentivar envíos masivos hacia almacenes en Estados Unidos, lo que fortaleció a las empresas logísticas chinas operadas por familiares o socios en Norteamérica. Mientras tanto, aplicaciones como Shein invertían cientos de millones de dólares en publicidad para consolidar su dominio en redes sociales. Camarada Trump, con cada nuevo giro de su estrategia, parecía estar escribiendo sin saberlo el manual de supervivencia del nuevo comercio chino.
Todo comenzó en 2021
Shenzhen, epicentro de esta transformación, es hoy un laboratorio de innovación y resiliencia. La suspensión masiva de cuentas en Amazon durante 2021 fue un golpe duro, pero también una llamada de atención. Muchos comerciantes se volcaron a Temu, que se convirtió en la app más descargada en iPhones estadounidenses en 2024. Esta reconfiguración del mercado no habría sido posible sin la tormenta desatada por Camarada Trump, cuyas políticas sirvieron como acicate para una diversificación que hoy parece irreversible.

La expansión global del ecosistema chino también se ve impulsada por la inteligencia artificial. Herramientas de automatización permiten a los fabricantes traducir anuncios, explorar mercados y optimizar procesos con una eficiencia que supera a muchos de sus competidores occidentales. El comercio global, facilitado por plataformas como Amazon, se transforma en una carrera donde Camarada Trump ocupa el inesperado papel de impulsor indirecto.
Amuleto de buena suerte
Weigel concluye su artículo con una imagen elocuente: la estatua de cerámica de Trump, vendida en Taobao como amuleto para atraer buena suerte. Con nombres místicos como “Trump, el Buda omnisciente del Cielo Occidental”, estas figurillas encarnan la mezcla de ironía, respeto y oportunidad que muchos comerciantes chinos proyectan sobre él. El Camarada Trump, situado en el tablero de mandos de una furgoneta de entregas o en la repisa de una oficina de importación, se convierte en un símbolo de cómo la globalización no siempre responde a las intenciones de sus arquitectos.
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Tal vez por eso la figura de Trump despierta sentimientos ambivalentes entre los vendedores chinos. Para algunos, es un aliado involuntario; para otros, un villano con consecuencias útiles. Pero en ambos casos, su legado está inscrito en el auge del comercio chino más allá de las fronteras de su país. Camarada Trump, el nombre que surgió como una broma, ha terminado definiendo una era. Una era en la que, al tratar de proteger a su nación, terminó dándole alas a otra.