Tras la llegada de la era digital, en los floridos años del siglo XX, la mayoría de los diarios de prestigio dejaron el papel en los árboles y se lanzaron al negocio del periodismo por suscripción con base a la Internet.
Fue así como en el último cuarto del siglo XX, periódicos de prestigio como The New York Times, The Washington Post, El País de España y The Financial Times adoptaron sistemas de suscripción como la piedra angular de su modelo económico.
Hoy, estos titanes de la información enfrentan aguas turbulentas; su base de suscriptores, aunque numerosa, ya no es suficiente para mantenerlos a flote. Muchos han implementado tarifas mínimas, cobrando al menos un dólar al mes para acceder a su contenido. Mientras tanto, la publicidad, que alguna vez fue una fuente estable de ingresos, se tambalea en un mercado digital donde las tarifas se calculan con métricas inestables como el Print per Thousand (PPT).
Periodismo por suscripción
Según el Pew Research Center, la publicidad en los periódicos ha caído un 70% entre 2000 y 2018. Esto ha llevado a una tendencia de consolidación y cierres en la industria periodística, con un número cada vez menor de periodistas empleados. Ante esta precaria situación, se plantea una pregunta inquietante: ¿Serán las redes sociales el cortejo fúnebre del periodismo independiente y de calidad?.
También puedes leer: El retorno del COVID-19: Cómo se prepara Latinoamérica para el impacto
«No necesariamente», afirma Emily Bell, directora del Tow Center for Digital Journalism. «Lo que vemos es una evolución en cómo se financia y se consume el periodismo. El periodismo por suscripción podría ser una forma de garantizar la independencia editorial y la calidad del contenido». Bell sugiere que, lejos de ser el final, este periodo podría ser una Unidad de Cuidados Intensivos para un periodismo de calidad, donde las inversiones se centran en el rigor, la profundidad y la precisión.
Agoniza el periodismo de calidad
Organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han expresado su preocupación por el declive del periodismo de calidad. Según su informe de 2021, «el periodismo de calidad es vital para una democracia sana», y su erosión podría tener «graves implicaciones para el debate público informado». Sin embargo, también señalan que el modelo de periodismo por suscripción podría ofrecer una vía sostenible para su preservación.
Este enfoque recibe el respaldo de figuras políticas que han visto el impacto del periodismo en la esfera pública. «En una época de fake news y polarización, el periodismo de calidad es más importante que nunca», dice Carl Bernstein, periodista y autor. «Un modelo de suscripción bien implementado puede generar los recursos necesarios para mantener ese nivel de periodismo».
Pero no todos están convencidos de que el camino por suscripción sea la solución. «El riesgo es que terminemos en una economía de la información dividida por clases», advierte James Curran, profesor de Comunicación en la Universidad de Londres. «Los que pueden pagar tendrán acceso a la verdad, mientras que los que no, estarán cada vez más expuestos a la desinformación».
El peso de las almas
En la balanza se encuentra, entonces, no solo la viabilidad económica de estos medios, sino el futuro del debate público y, en última instancia, de la democracia misma. A medida que se ensayan distintas fórmulas, desde muros de pago flexibles hasta membresías premium con beneficios exclusivos, el desafío está en encontrar un modelo que no solo sea sostenible, sino que también garantice que el periodismo de calidad siga siendo accesible para el ciudadano medio. El periodismo por suscripción está en la unidad de cuidados intensivos, y solo el tiempo dirá si el paciente podrá recuperarse.
Añadiendo una capa adicional de complejidad está la incursión de las plataformas de contenido generadas por el usuario y las redes sociales en el ámbito informativo. Estas plataformas, que capturan una gran parte de la atención de los consumidores de noticias, operan bajo un modelo de negocio fundamentalmente diferente, priorizando el compromiso sobre la calidad del contenido. Según datos de la consultora eMarketer, Facebook y Google juntos acaparan más del 50% de los gastos en publicidad digital, dejando un pastel cada vez más pequeño para los medios tradicionales. «Esto plantea un riesgo serio», dice Martha Minow, experta en derecho y medios en Harvard University. «Si no encontramos una manera de financiar y valorar el periodismo de calidad en esta nueva ecología mediática, podríamos estar enfrentando una crisis de la información de proporciones sin precedentes».
También puedes leer: ¿Por qué el ataque del 11-S no califica como falsa bandera?
Todos deben esforzarse
Frente al estado agónico del periodismo por suscripción y la desaparición de la calidad, tenemos un escenario crítico. De allí se torna imperativo que los gobiernos, las instituciones y los ciudadanos tomen medidas proactivas para apoyar a los medios de comunicación fiables. Desde subvenciones y desgravaciones fiscales para el periodismo de investigación, hasta la educación mediática en escuelas para formar consumidores de noticias críticos, las soluciones deben ser múltiples y diversas.
«El periodismo no es solo un negocio; es un pilar de la democracia», afirma Noam Chomsky, teórico y activista. «Y como tal, requiere nuestro apoyo colectivo y nuestro compromiso para asegurarnos de que sobreviva y prospere en estos tiempos inciertos». Con tantos desafíos y tanto en juego, la unidad de cuidados intensivos del periodismo de calidad sigue en funcionamiento, buscando el tratamiento que garantice no solo su supervivencia, sino su revitalización en el siglo XXI.