Beka Saw Munduruku irá a Minneapolis a pedir a Cargill que deje de destruir el Amazonas

Beka Saw Munduruku, una activista indígena de apenas 21 años, originaria de una aldea brasilera amazónica distante, ha emprendido un viaje de más de 4,000 millas con un propósito: entregar personalmente una carta a la dinastía Cargill-MacMillan, ubicada en Minneapolis. Su solicitud es clara y contundente: que la mayor empresa privada de Estados Unidos, Cargill, deje de contribuir a la destrucción de la selva amazónica y de su gente.

La joven Beka, enfrenta a una gigantesca corporación liderada por la familia Cargill, el principal comerciante de granos del mundo y un gran productor de carne. Según Munduruku, esta corporación ha hecho múltiples promesas que no han sido cumplidas, lo que ha resultado en graves amenazas tanto para las comunidades indígenas como para el equilibrio climático global.

Beka Saw Munduruku

En su misiva, Beka Saw Munduruku declara: “Sus ejecutivos nos dicen que Cargill es una empresa responsable y comprometida con el medio ambiente. Pero nuestra experiencia nos dice lo contrario. En cada región donde Cargill opera, el medio ambiente sufre daños y las comunidades locales son amenazadas o expulsadas”. A pesar de la sinceridad y urgencia de su mensaje, las peticiones de Beka para reuniones presenciales con los representantes de la familia Cargill-MacMillan no han obtenido respuesta.

Beka Saw Munduruku
“Sus ejecutivos nos dicen que Cargill es una empresa responsable y comprometida con el medio ambiente”. Ilustración MidJourney

La comunidad Munduruku, a la que Beka pertenece, está compuesta por 13,000 individuos dispersos en 160 comunidades a lo largo de tres estados en el norte de Brasil. Esta comunidad es conocida como las «Hormigas Rojas» por su resistencia y protección férrea del territorio que habitan. La lucha de Beka en Estados Unidos se enmarca en una campaña de Stand.Earth, una organización de vigilancia ambiental que busca que el clan Cargill-MacMillan se responsabilice por las acciones dañinas de su empresa.

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Abusos de derechos humanos

Diversos estudios han evidenciado que la cadena de suministro de Cargill está ligada a abusos de derechos humanos y a la deforestación en regiones como la Amazonía y la sabana del Cerrado. Aunque Cargill ha asegurado que sus operaciones serán «libres de deforestación» en 2025 en dichas regiones y en todas sus cadenas de suministro para 2030, la realidad observada por las comunidades locales es distinta.

La postura de Beka Saw Munduruku refleja un llamado desesperado: “La correspondencia no es suficiente, debemos estar presentes y ser escuchados. Esto es personal”. Esta lucha es aún más significativa al considerar que la familia Cargill-MacMillan es una de las más acaudaladas de Estados Unidos, con una fortuna estimada en 47 mil millones de dólares.

Líder desde los 12 años

La conexión de Beka Saw Munduruku con esta lucha es profunda. A la edad de 12 años, ayudó a su padre, líder de su aldea, en una campaña para detener la construcción de una presa que amenazaba con inundar tierras indígenas. Ha sido testigo del daño ambiental y social: desde envenenamiento por mercurio debido a la minería ilegal hasta enfermedades vinculadas a prácticas agrícolas y dietas industrializadas.

Beka Saw Munduruku
“Cargill es una de las principales compañías que explotan nuestras tierras sagradas con fines de lucro”. Ilustración MidJourney

Según Beka, Cargill destaca entre las empresas que están causando un daño irremediable en la Amazonía: “Cargill es una de las principales compañías que explotan nuestras tierras sagradas con fines de lucro. Están impulsando la deforestación y presionando a nuestras comunidades para que abandonen sus tierras, dificultando actividades esenciales como la pesca y la caza, que son vitales para nuestra subsistencia y cultura”.

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William Cargill y John MacMillan

El conglomerado Cargill, con raíces que se remontan a 1865, sigue siendo propiedad de los descendientes de William Cargill y John MacMillan. Esta empresa generó 165 mil millones de dólares en ingresos el año pasado, con una amplia gama de productos, desde alimentos hasta servicios financieros. Mathew Jacobson, director de campaña de Stand.Earth, recalca que, aunque los miembros de la familia no estén directamente involucrados en la operativa diaria, como propietarios, tienen la responsabilidad última sobre las prácticas de la empresa.

Beka Saw Munduruku se presenta no solo como una voz para su comunidad, sino como un símbolo de la resistencia indígena global contra corporaciones que, en la búsqueda de beneficios, olvidan el valor incalculable de la naturaleza y de las culturas ancestrales que la habitan. Su viaje a Minneapolis es un recordatorio de que la lucha por el Amazonas no es solo un asunto local, sino global, y de que el futuro del planeta depende de decisiones tomadas tanto en aldeas remotas como en salas de juntas corporativas.

 

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