Desde que David Icke, un teórico de la conspiración británico, introdujo la idea de que líderes mundiales, celebridades y figuras influyentes son en realidad reptilianos, el debate ha estado plagado de escrutinio, fascinación y escepticismo a partes iguales. Pero, ¿hay alguna verdad detrás de estas teorías, o son simplemente productos de la imaginación humana alimentada por la desconfianza hacia las instituciones?
Según una encuesta realizada por el Instituto Ipsos en 2019, aproximadamente el 12% de los estadounidenses creen en la posibilidad de que figuras influyentes sean reptilianos disfrazados. Aunque esta cifra podría considerarse marginal, no es insignificante. Los números son aún más altos en comunidades que han caído en el escepticismo hacia las instituciones gubernamentales y los medios de comunicación.
¿Reptilianos?, por qué no
El Dr. Michael Barkun, un politólogo y experto en teorías de la conspiración, argumenta que estas ideas toman fuerza en momentos de crisis social y política. «Las teorías conspirativas ofrecen una forma de dar sentido a un mundo que parece caótico e injusto», dice Barkun.
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A pesar del interés público en el tema, hasta ahora no hay evidencia científica que respalde la existencia de reptilianos camuflados entre nosotros. La ciencia genética ha avanzado lo suficiente como para determinar la estructura del ADN humano y diferenciarlo de otras especies. «Si los líderes mundiales fueran alienígena, lo sabríamos gracias al mapeo del genoma humano y otros avances en biotecnología», afirma el Dr. Jennifer Doudna, bioquímica y una de las pioneras en la edición de genes CRISPR-Cas9.
Todos lo toman en serio
Las organizaciones de fact-checking y los organismos gubernamentales también han desestimado estas teorías. El FBI, por ejemplo, nunca ha encontrado pruebas que respalden la existencia de reptilianos en puestos de poder, a pesar de las múltiples investigaciones y seguimientos que ha realizado en torno a teorías de la conspiración.
No obstante, la persistencia de estas ideas podría tener implicaciones más serias. Según un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), la difusión de teorías conspirativas puede socavar la confianza pública en las instituciones y contribuir a la polarización social. «Estas teorías desvían la atención del público y de los responsables políticos de los problemas reales y urgentes que enfrentamos», señala el informe.
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El viejo abracadabra
Históricamente, la desinformación y las teorías de la conspiración han tenido un impacto real en la política global. El historiador Richard J. Evans señala cómo las teorías de la conspiración del siglo XX, como los Protocolos de los Sabios de Sión, contribuyeron a crear un ambiente de odio y desconfianza que finalmente llevó a eventos catastróficos como la Segunda Guerra Mundial.
En el escenario contemporáneo, líderes mundiales como Vladimir Putin y Donald Trump han sido acusados de utilizar teorías de la conspiración para su beneficio político. En este sentido, más que centrarse en si los líderes son reptilianos o no, la preocupación debería ser cómo estas teorías se utilizan para manipular la opinión pública y distorsionar la realidad.
Aunque la creencia en alienígenas camuflados puede parecer descabellada para muchos, su persistencia en la cultura popular y su impacto potencial en la confianza pública y la estabilidad política hacen que valga la pena examinarla. Con el respaldo de expertos en genética, políticos, historiadores y organizaciones de verificación de datos, podemos afirmar con certeza que la teoría de los líderes reptilianos es más una fantasía que una realidad. Sin embargo, el verdadero peligro radica en cómo estas teorías pueden ser explotadas para fines más nefastos.