Las élites de los Estados Unidos han participado activamente en la concepción de un mundo globalizado donde las redes sociales y las plataformas de noticias en línea pueden convertir teorías de conspiración en titulares. La noción de un «Nuevo Orden Mundial» impulsado por esa supuesta cúpula de poder ha capturado la imaginación de muchos. Sin embargo, ¿hay bases sólidas para tal afirmación? Para desentrañar este enigma, es crucial examinar los datos disponibles, las posturas oficiales y las opiniones de expertos en la materia.
La nación de las barras y estrellas, es la mayor economía del mundo con un PIB en el segundo trimestre de 2023 de 6.162.155 millones de euros, que la sitúa como la primera economía del mundo en cuanto a PIB se refiere, en el ranking de PIB trimestral de los 53 países que publica el Banco Mundial. Estos números hacen que la nación tenga indudablemente un papel influyente en el escenario global. Sumado a esto, la presencia militar estadounidense en más de 70 países, como informa el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, da al país un poder geopolítico considerable. Estas estadísticas, aunque impactantes, no constituyen por sí mismas evidencia de un plan para instaurar un “Nuevo Orden Mundial.”
Élites de los Estados Unidos
Uno de los argumentos más comunes es que el impulso hacia el liberalismo internacional, originado en parte en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, es una estratagema para dominar las estructuras de poder globales. Fiona Hill, experta en política exterior de Estados Unidos y Rusia, argumenta que el liberalismo internacional es menos un plan maestro y más una evolución de acuerdos diseñados para prevenir conflictos a gran escala.
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Los informes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) tienden a describir un mundo multipolar en el que varias grandes potencias, incluidas China y Rusia, juegan roles significativos. Esto va en contra de la noción de las élites de los Estados Unidos que esté fraguando un «Nuevo Orden Mundial«. De hecho, Richard Haass, presidente del CFR, sostiene que estamos entrando en un «desorden mundial,» en el que el multilateralismo está siendo reemplazado por esferas de influencia regional.
No hay diseñadores ocultos
El tema también ha sido objeto de análisis académico. Historiadores como Margaret MacMillan advierten contra la simplificación de eventos complejos y motivaciones en teorías de conspiración. Ella señala que si bien hay cambios en el orden mundial, estos no son necesariamente parte de un diseño orquestado por un pequeño grupo de individuos o naciones.
Es cierto que las políticas estadounidenses, como la expansión de la OTAN y el apoyo a organizaciones supranacionales como las Naciones Unidas, han influido en el orden global. Pero también lo han hecho las políticas de otros países y acontecimientos imprevistos, como la pandemia de COVID-19, que, según la Organización Mundial de la Salud, ha tenido un impacto global en la economía y la política que nadie podría haber previsto completamente. De allí que los imponderables desdibujen que élites de los Estados Unidos estén construyendo un Nuevo Orden Mundial con la nación como centro del planeta.
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Más acerca de élites
Si existe alguna «élite» planeando un nuevo orden, no se limita a las fronteras de Estados Unidos y mucho menos opera bajo una agenda claramente definida. Según datos del Fondo Monetario Internacional, otras economías, como la Unión Europea y China, también están ganando peso y podrían tener sus propias visiones de cómo debería ser el orden mundial. Desde luego no se puede esconder que las élites de los Estados Unidos trabajan en lo suyo al igual que hacen otras potencias.
La sugerencia de que existe un complot de las élites estadounidenses para instaurar un «Nuevo Orden Mundial» carece de respaldo sólido. Aunque Estados Unidos sigue siendo una potencia global significativa en términos económicos y militares, está lejos de ser el único actor con la capacidad de influir en el rumbo del mundo. En una era caracterizada por la complejidad y la incertidumbre, la construcción de cualquier nuevo orden mundial, si es que llega a existir, será el resultado de múltiples fuerzas en juego, y no el proyecto de una única nación o grupo de individuos.