Secuestrar ya no es negocio: ¿A qué se dedica la guerrilla colombiana?

¿Secuestrar ya no es negocio? Durante décadas, la imagen de Colombia estuvo ensombrecida por una interminable serie de plagios. Esta infame actividad, perpetuada en gran parte por grupos guerrilleros, se convirtió en una de las principales fuentes de financiación para dichas organizaciones.

Junto al secuestro, el tráfico de drogas, especialmente de marihuana y cocaína, era otro negocio lucrativo. Sin embargo, el panorama ha cambiado drásticamente. En la actualidad, el secuestro y el narcotráfico tradicional no son tan rentables como lo eran antes para estos grupos. Las razones son múltiples y han impulsado a la guerrilla a buscar otros medios de financiación.

Secuestrar ya no es negocio

La Agencia Nacional de Estadística de Colombia reveló que, en la última década, los secuestros han disminuido en un 85%. Organismos especializados, como la ONU, señalan que esto se debe a diversos factores. Entre ellos, el crecimiento de seguros anti-secuestro que indemnizan a las víctimas sin pagar rescate y la intervención de mercenarios extranjeros mejor armados y entrenados que combaten directamente a la guerrilla. Con esos elementos en el mercado, secuestrar ya no es negocio.

Secuestrar ya no es negocio
La minería ilegal para a extracción de oro está desplegada en zonas despobladas. Ilustración MidJourney

Por otro lado, el mercado de drogas también ha sufrido un giro. Las drogas de diseño, sintéticas y altamente rentables, están desplazando a la marihuana y la cocaína en la preferencia de los consumidores. Esto ha llevado a una menor demanda de los cultivos tradicionales, mermado aún más por la presión internacional y local para erradicarlos.

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Ante este panorama, ¿cómo ha adaptado la guerrilla colombiana sus estrategias de financiación?

El negocio de la insurgencia

Juan Carlos López, historiador y autor de varios libros sobre el conflicto colombiano, comenta en torno al tema de que secuestrar ya no es negocio: «La guerrilla ha demostrado una impresionante capacidad de adaptación a lo largo de los años. Ahora, en vez de centrarse en actividades tradicionales como el secuestro y el tráfico de drogas, están diversificando sus fuentes de ingreso».

Uno de esos nuevos nichos es la minería ilegal. En regiones donde antes predominaba el cultivo de coca, ahora se observa una creciente actividad minera ilegal, principalmente de oro. Según el Ministerio de Minas y Energía de Colombia, en 2021, al menos 25% de la minería de oro del país fue ilegal, y se estima que una gran parte de esta actividad está en manos de grupos armados.

Secuestrar ya no es negocio
Secuestrar y traficar con drogas no ha desaparecido, pero son ya negocios menores. Ilustración MidJourney

A su vez, la deforestación y el comercio ilegal de madera se ha convertido en otra fuente de ingresos. Los vastos bosques colombianos son ricos en especies madereras de alto valor en el mercado negro. Informes de la ONG Global Witness señalan que la tala ilegal en Colombia ha aumentado en un 60% en los últimos cinco años, con zonas bajo control guerrillero siendo las más afectadas.

El viejo contrabando

Si secuestrar ya no es negocio, era obvio tratar de volver a las raíces de la ilegalidad: el contrabando. La extensa frontera colombiana, especialmente con Venezuela, es un terreno fértil para el contrabando de gasolina, alimentos y otros bienes de consumo. Según datos del Departamento Nacional de Planeación, el contrabando movió alrededor de 5.000 millones de dólares en 2022, y se presume que la guerrilla controla una parte significativa de este negocio.

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La senadora colombiana Marta Gómez, especialista en seguridad y defensa, enfatiza: «La guerrilla colombiana no ha desaparecido; simplemente ha mutado. Las autoridades deben estar alerta y adaptarse a estas nuevas modalidades delictivas».

La adaptabilidad ha sido, históricamente, la fortaleza de la guerrilla colombiana. Aunque el secuestro y el narcotráfico tradicional ya no sean sus principales fuentes de financiamiento, estos grupos han encontrado formas alternativas de mantenerse en la sombra, capitalizando las vulnerabilidades del sistema. La lucha contra la guerrilla, por ende, no solo requiere de fuerza, sino de una estrategia multifacética que aborde la raíz de sus nuevos negocios colaterales.

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