Sarrapia, cacao y crustáceos: Haga dinero exportando desde Venezuela

Si desea llenar su cartera solo invoque estas palabras mágicas: Sarrapia, cacao y crustáceos. En las fértiles tierras y aguas de Venezuela, estos tres productos de inmenso valor en el mercado internacional están disponibles a precios sorprendentes.

En el contexto de una economía afectada por la hiperinflación y la devaluación del bolívar, el país suramericano emerge como una especie de «Alibaba sin sitio web» para aquellos dispuestos a tomar un avión y establecer relaciones con exportadores independientes. Al hacerlo, su inversión en pesos o dólares podría multiplicarse, particularmente si se centra en los mercados del Caribe, Centroamérica y Suramérica.

Sarrapia, cacao y crustáceos
A calidad de la sarrapia, cacao y crustáceos hacen que fluyan las ganancias. Ilustración MidJourney

Sarrapia, cacao y crustáceos

El potencial de la sarrapia, cacao y crustáceos no pasa desapercibido para organismos especializados. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Venezuela posee una de las costas más ricas en biodiversidad del Caribe, lo que la convierte en un excelente lugar para la pesca y cultivo de crustáceos. A su vez, la Federación Nacional de Cacaoteros de Venezuela (FNCV) resalta que el cacao venezolano es reconocido mundialmente por su alta calidad, apoyado por cifras que demuestran un crecimiento del 12% en las exportaciones en el último año. En cuanto a la sarrapia, esta resina aromática usada en perfumería y medicina, ha despertado el interés de empresas farmacéuticas internacionales, según datos de la Cámara de Comercio Venezolano-Americana (VenAmCham).

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Estos productos representan una oportunidad dorada en medio de la complejidad económica que vive el país. «No hay que subestimar la capacidad productiva de Venezuela a pesar de su situación política y económica actual», comenta Ana Sánchez, historiadora especializada en economía latinoamericana. «Desde la época colonial, Venezuela ha sido una fuente de productos de alta calidad que han capturado mercados internacionales, desde el cacao hasta el café y el petróleo. La historia nos muestra que, en tiempos de crisis, el ingenio y la riqueza natural suelen abrir nuevas vías de desarrollo».

Ojo con los desafíos logísticos

Operar en Venezuela requiere de la necesidad de un “”baqueano. Una persona con estas características de intermediario experimentado es conocido como “guru local” en México, “sabedor” en Colombia, “huaso” en Chile, “jato” en Perú, “callejero” en Puerto Rico, “guajiro” en Cuba. “tigre en República Dominicana, «ground specialist» en Jamaica y «local expert» en Trinidad y Tobago. Con esto claro, prosigamos el viaje dentro de paraíso de la sarrapia, cacao y crustáceos.

Si bien la devaluación del bolívar genera precios atractivos para los compradores extranjeros, es crucial tener en cuenta los desafíos logísticos y burocráticos para operar en Venezuela. «La inversión extranjera puede ser beneficiosa para ambas partes, pero es fundamental seguir los protocolos legales y entender las complejidades del mercado local», advierte Luis Martínez, consultor político y ex Ministro de Comercio Exterior.

Sarrapia, cacao y crustáceos
Más allá del petróleo, Venezuela tiene mucho que ofrecer para invertir. Ilustración MidJourney

Los granjeros no están online

De igual forma, los exportadores independientes pueden enfrentar desafíos como la falta de acceso a financiamiento y tecnologías de punta. «Para tener éxito, es esencial establecer relaciones de confianza y considerar modelos de negocio que beneficien a las comunidades locales, ya que ellas son las verdaderas custodias de estos recursos», agrega Martínez.

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Y no sólo eso: hay un imperativo ético. «Si nos adentramos en esta ‘mina’ de oportunidades que ofrece Venezuela, tenemos la responsabilidad de hacerlo de manera sostenible y justa», señala la Dra. María García, experta en sostenibilidad de la Universidad Simón Bolívar.

Con la sarrapia, cacao y crustáceos, Venezuela ofrece un trío de oportunidades de inversión que pueden resultar altamente rentables. Sin embargo, la clave para aprovechar estas riquezas no sólo radica en la inteligencia financiera, sino también en un enfoque ético y sostenible que beneficie a todas las partes involucradas, desde los exportadores independientes hasta las comunidades locales. Al final del día, lo que está en juego no es solo el engrosamiento de carteras, sino también el desarrollo sostenible de un país de riquezas incalculables, pero severamente afectado.

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