En los últimos años, la República Dominicana ha experimentado un incremento notable en los cortes eléctricos y las suspensiones de servicio, lo que ha ocasionado la preocupación y el malestar de la población. Esta problemática no es algo reciente, sino que se ha venido gestando desde la década de los 80, cuando la calidad del servicio comenzó a deteriorarse de manera constante.
El país enfrenta un complejo sistema de generación eléctrica en el que predomina la fuente térmica, dejando tan solo un 14% de la capacidad instalada proveniente de la hidroeléctrica, cifra que desciende al 9% si se incluye la autogeneración térmica. Esto no solo conlleva problemas ambientales, sino que también se traduce en un suministro menos estable y constante.
República Dominicana
Una de las principales causas de estos cortes eléctricos radica en razones financieras. Altas pérdidas del sistema y el bajo cobro de boletas han llevado a apagones frecuentes y prolongados, que son aún más agravados por factores técnicos como inversiones inadecuadas en transmisión y distribución. A esto se suma la fragilidad del sistema de transmisión dominicano, sobrecargado y con incapacidad para suministrar energía de manera confiable.
Diversos organismos especializados han indicado que, para mejorar la calidad del servicio eléctrico en República Dominicana, es esencial reforzar las líneas de transmisión este-oeste y norte-sur. Esto permitiría suministrar electricidad a la capital y a las regiones del norte de manera óptima, y transportar la energía desde las nuevas plantas generadoras ubicadas en la región oriental.
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Clientes versus operadoras
Por otro lado, la relación mercantil existente entre las empresas proveedoras de electricidad y los ciudadanos es desigual. Si bien se exige el pago puntual del servicio, las mismas compañías no se hacen responsables ante la ausencia del mismo en los constantes apagones, dejando a los usuarios sin ningún tipo de compensación.
Expertos en historia y políticos argumentan que esta situación es reflejo de las decisiones tomadas durante décadas pasadas. Durante los 80 y 90, la inversión en infraestructura eléctrica en República Dominicana fue insuficiente, llevando al deterioro progresivo del sistema. Además, la falta de diversificación en las fuentes de generación ha limitado las opciones y ha incrementado la dependencia de la energía térmica.
Las respuestas recurrentes
La respuesta del gobierno ha sido variada. Algunos sectores apuntan a que es esencial llevar a cabo una reforma energética profunda que priorice la inversión en infraestructura y diversificación de fuentes. Otros, en cambio, creen que es fundamental mejorar los mecanismos de cobro y reducir las pérdidas para garantizar un flujo constante de ingresos que sustente el sistema.
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Los ciudadanos en República Dominicanas, por su parte, exigen respuestas concretas y soluciones a corto plazo. Los apagones afectan la vida cotidiana, la economía y, en muchos casos, la salud y la seguridad de las personas. La sensación de indefensión ante la suspensión inmediata del servicio por falta de pago contrasta con la inacción de las empresas cuando se trata de garantizar un servicio constante y de calidad.
Sistema en estado crítico
La República Dominicana se encuentra en un punto crítico en cuanto a su sistema eléctrico. Las decisiones tomadas en los próximos años serán cruciales para determinar si el país logra superar este desafío y ofrecer a sus ciudadanos un servicio eléctrico confiable y de calidad, o si, por el contrario, continúa atrapado en un ciclo de cortes y suspensiones que afecta a toda la población.
Es esencial que las autoridades, las empresas y la sociedad civil trabajen conjuntamente para encontrar soluciones sostenibles y a largo plazo. Solo a través del diálogo, la inversión adecuada y una visión de futuro se logrará superar este desafío y garantizar el bienestar y el desarrollo de la República Dominicana.