El ambiente político brasileño se encuentra en efervescencia, tras la decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) de iniciar el juicio a tres acciones presentadas en contra del ex presidente Jair Bolsonaro. Las acusaciones apuntan hacia un supuesto abuso de poder político durante la campaña electoral del año anterior. De confirmarse la culpabilidad del ex mandatario, este podría enfrentar una segunda inelegibilidad que marcaría un hito en la historia política del país.
La decisión del TSE vino acompañada de un halo de suspenso, dado que, en junio pasado, Bolsonaro ya había sido sancionado con una inhabilitación de ocho años. Esta condena se originó por el abuso de poder político y uso indebido de los medios de comunicación en una reunión con embajadores. El lugar de encuentro fue el Palacio de Alvorada y en la ocasión, el entonces presidente atacó el sistema de votación electrónica del país.
Jair Bolsonaro y Braga Netto
El general Braga Netto, quien fuera propuesto como vicepresidente en la fórmula electoral de Jair Bolsonaro, también se ve afectado por las acciones judiciales. Aunque fue absuelto anteriormente por no participar en la mencionada reunión con embajadores, ahora podría enfrentarse a una posible inelegibilidad.
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Los detalles de las acciones presentadas contra Bolsonaro se centran en su supuesto uso indebido de la estructura presidencial para favorecer su campaña de reelección. En una de las acciones, el Partido Democrático Trabalhista (PDT) acusa al ex presidente de transmitir en vivo desde la biblioteca del Palacio de Alvorada el 21 de septiembre de 2022. Durante esa transmisión, Bolsonaro habría presentado propuestas electorales y solicitado votos para los candidatos de su preferencia.
Segunda y tercera causa
Otro proceso que enfrenta Jair Bolsonaro es por una transmisión realizada el 18 de agosto del mismo año. Según el PDT, durante esa emisión, el ex mandatario habría solicitado votos no solo para su candidatura, sino también para otros aliados políticos. Además, habría mostrado los «santos» de las campañas, lo que se considera una falta en el contexto electoral.
La tercera acción viene por parte de las coaliciones PT y PSOL, las cuales denuncian una reunión organizada por Bolsonaro entre el 3 y el 6 de octubre. En este encuentro, el ex presidente habría reunido a gobernadores y destacados cantantes country para anunciar su apoyo político de cara a la segunda vuelta electoral.
Sin ganancias competitivas
Ante estos cargos, la defensa de Jair Bolsonaro y Braga Netto ha presentado argumentos preliminares al TSE. Los abogados de ambos políticos sostienen que no existió un abuso de poder y que las transmisiones realizadas no generaron «ganancias competitivas». Además, argumentan que no se transmitieron símbolos oficiales, como el escudo de la República. Como punto adicional, la defensa insiste en que las transmisiones se llevaron a cabo a través de redes sociales privadas y personales.
El veredicto del TSE sobre este caso será crucial no solo para el futuro político de Bolsonaro y Braga Netto, sino también para la democracia brasileña. Si se comprueba la culpabilidad, sentaría un precedente sobre cómo los funcionarios electos deben comportarse durante las campañas, y podría dar lugar a cambios significativos en la forma en que se llevan a cabo las elecciones en el país. Por el momento, la nación aguarda con expectación la decisión del Tribunal, mientras el mundo observa cómo uno de los gigantes de América Latina define su rumbo político.
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Desde la ciudadanía
Mientras tanto, en las calles de las principales ciudades brasileñas, la decisión del TSE ha generado diversas reacciones entre la ciudadanía. Por un lado, detractores de Jair Bolsonaro ven con buenos ojos la actuación del Tribunal y esperan que se aplique la justicia, señalando que ningún líder político debe estar por encima de la ley.
Por otro lado, seguidores del ex presidente han convocado a manifestaciones en su apoyo, argumentando que las acusaciones son parte de una persecución política con el fin de marginar a Bolsonaro del panorama electoral. En medio de esta polarización, Brasil enfrenta un momento decisivo que reafirmará su compromiso con la democracia y la justicia.