Banco Mundial: Colombia es el tercer país más desigual del mundo solo superado por Sudáfrica y Namibia

Colombia es el tercer país más desigual del mundo, un sombrío reconocimiento que, según un informe reciente del Banco Mundial, lo ubica detrás de Sudáfrica y Namibia. Este dato alarmante refleja la profunda brecha económica que persiste en la nación sudamericana, una disparidad que ha eclipsado los avances en la reducción de la pobreza lograda en las últimas décadas. Pese a los esfuerzos gubernamentales para mejorar las condiciones de vida, la desigualdad sigue siendo una trampa que amenaza con socavar cualquier progreso alcanzado.

El análisis presentado por el periodista Camilo Sánchez en el diario español EL PAÍS, titulado: “La trampa de la desigualdad en Colombia eclipsa la disminución de la pobreza”, exponen con precisión las raíces de este fenómeno. Sánchez, especializado en economía desde la oficina de Bogotá, señala que el coeficiente Gini, que mide la inequidad en la distribución de ingresos, posiciona a Colombia con un preocupante puntaje de 54,8. Este valor es uno de los más altos del continente y evidencia cómo las mayores riquezas del país están concentradas en manos de unos pocos, mientras la mayoría enfrenta barreras estructurales para mejorar su calidad de vida.

Colombia es el tercer país más desigual del mundo

Los datos arrojados por el Banco Mundial, es una condición no es sorpresa para los analistas que han estudiado su historia reciente: Colombia es el tercer país más desigual del mundo. Desde los años de bonanza petrolera a principios del siglo XXI, los beneficios de ese crecimiento no lograron nivelar las profundas brechas sociales. Según Andrés Álvarez, economista de la Universidad de los Andes, los niveles de pobreza han disminuido del 45% al ​​33% en las últimas décadas, pero este avance no ha sido suficiente para reducir la desigualdad. Las transferencias condicionadas como Familias en Acción y otros programas sociales han ayudado a millones de personas a escapar de la pobreza extrema, pero no han logrado desmantelar las estructuras que perpetúan la concentración de la riqueza.

Camilo Sánchez, especializado en economía desde la oficina de Bogotá, señala que el coeficiente Gini, que mide la inequidad en la distribución de ingresos, posiciona a Colombia con un preocupante puntaje de 54,8. Ilustración MidJourney

A pesar de los discursos políticos que destacan la necesidad de equidad, los datos empíricos muestran que la situación apenas ha mejorado. Uno de los factores clave que perpetúa esta desigualdad es la fragmentación geográfica del país. En Colombia, más del 44% de la desigualdad en los ingresos laborales está determinada por las circunstancias al nacer, según el informe del Banco Mundial titulado Trayectorias: prosperidad y reducción de la pobreza en el territorio colombiano. Esta fragmentación afecta especialmente a las zonas rurales, donde la pobreza multidimensional es más aguda y el acceso a servicios básicos como educación y salud es limitado.

Acerca de la propiedad de la tierra

Colombia es el tercer país más desigual del mundo, y esta realidad se refleja también en la propiedad de la tierra. Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el coeficiente de concentración de tierras en el país es de 0,89, lo que indica una acumulación casi total en manos de una minoría. Esto ha generado tensiones sociales y políticas que dificultan los intentos de reforma agraria. Mientras tanto, la urbanización no ha logrado cerrar las brechas, pues las ciudades también enfrentan problemas significativos de segregación y desigualdad.

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Las diferencias en oportunidades son especialmente visibles cuando se cruzan variables como el género, la raza y el lugar de origen. «No es lo mismo ser una mujer negra nacida en Quibdó que una mujer blanca nacida en Bogotá», subraya Ángela Penagos, directora de la oficina de la CEPAL en Colombia. Estas desigualdades multidimensionales son sistémicas y perpetúan ciclos de pobreza y exclusión. La falta de acceso a una educación de calidad, tanto en áreas rurales como urbanas, es otro factor que contribuye a mantener estas brechas.

Planes erráticos y contradictorios

Colombia es el tercer país más desigual del mundo, y este hecho tiene profundas implicaciones para su desarrollo futuro. Según la economista Olga Lucía Acosta, miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, las políticas macroeconómicas han logrado resultados contradictorios. Por un lado, han generado crecimiento económico; por otro, han fallado en redistribuir ese crecimiento de manera equitativa. Acosta destaca que la falta de consistencia en la implementación de políticas públicas y el desequilibrio entre la educación pública y privada han contribuido a agravar las disparidades regionales.

Ser el tercer país más desigual del mundo es una llamada de atención que exige acciones inmediatas y contundentes. Sin un compromiso real para abordar estas brechas, cualquier progreso será efímero y la trampa de la desigualdad seguirá limitando el potencial del país y de su gente. Ilustración MidJourney.

La exposición de Colombia al comercio internacional a partir de los años 90 es otro elemento que ha profundizado las desigualdades. Mientras algunos sectores han logrado niveles significativos de productividad y acumulación de capital, la mayoría de los colombianos han quedado rezagados en mercados laborales precarios y segmentados. Este fenómeno, que no es exclusivo de Colombia, también se observa en otros países donde las clases medias enfrentan ingresos estancados y menores oportunidades de movilidad social.

Superar las barreras estructurales

Colombia es el tercer país más desigual del mundo, pero esta desigualdad no es un destino inamovible. Expertos coinciden en que es posible reducir las brechas con un enfoque integrado que combina políticas redistributivas, inversión en educación y el fortalecimiento del sistema de protección social. Sin embargo, el desafío radica en superar las barreras estructurales que perpetúan la exclusión y garantizar que el crecimiento económico beneficie a toda la población.

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Colombia enfrenta una encrucijada histórica. La reducción de la pobreza, aunque significativa, no puede considerarse un éxito mientras las desigualdades estructurales sigan definiendo el destino de millones de colombianos. Ser el tercer país más desigual del mundo es una llamada de atención que exige acciones inmediatas y contundentes. Sin un compromiso real para abordar estas brechas, cualquier progreso será efímero y la trampa de la desigualdad seguirá limitando el potencial del país y de su gente.

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