Bukele se declara vencedor en un escenario donde el Congreso de El Salvador ha derogado recientemente una controversial ley que penalizaba la publicación de mensajes de pandillas, marcando un hito en la lucha del gobierno contra la criminalidad. Esta medida ha sido recibida con júbilo por los líderes del partido gobernante, quienes no han dudado en proclamar la victoria en su guerra contra los grupos criminales más notorios del país, las pandillas Maras y Barrio 18.
Bukele, desde el inicio de su mandato, ha mantenido una postura férrea y decidida contra la delincuencia, lanzando una ofensiva sin precedentes contra estas organizaciones criminales. Los resultados no se han hecho esperar, y hoy día, las tasas de criminalidad han experimentado una drástica reducción, mientras que el número de encarcelamientos ha alcanzado cifras récord, situando a El Salvador en la cima mundial en este ámbito.
Bukele se declara vencedor
Esta ley, que en su momento fue objeto de duras críticas, perseguía a aquellos que difundieran o reprodujeran cualquier tipo de expresión visual atribuida a las pandillas, incluyendo graffitis y mensajes en redes sociales. Limitaba a aquellas organizaciones frente a las que hoy Bukele se declara vencedor. Sin embargo, los detractores argumentaban que esta legislación afectaba directamente a los periodistas, quienes a menudo se valen de estas imágenes para documentar y denunciar la violencia generada por estos grupos criminales.
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Christian Guevara, destacado legislador del partido Nuevas Ideas y promotor de la ley, fue incluido en la «Lista Engel», una relación de individuos señalados por Estados Unidos como corruptos y antidemocráticos. A pesar de que no se realizaron arrestos bajo esta ley, la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) la condenó inmediatamente, calificándola de «claro intento de censura de los medios».
¿El fin justificó os medios?
Los legisladores que apoyaron la ley argumentan que esta cumplió con su cometido. «Hemos ganado la guerra contra las pandillas y podemos cambiar nuestra política criminal», declaró Walter Coto, congresista de Nuevas Ideas, durante la sesión en la que se aprobó la derogación de la ley. Y es que, a pesar de las críticas y controversias, Bukele mantiene niveles de popularidad inusitados, atribuidos en gran medida a su firmeza en la lucha contra la criminalidad. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos no comparten esta visión, argumentando que la política de Bukele ha restringido de manera injustificada derechos fundamentales como el debido proceso, enviando a prisión a más de 73.000 personas bajo la sospecha de pertenecer a estas pandillas.
El presidente, por su parte, niega categóricamente cualquier tipo de abuso y rechaza los informes que sugieren que ha negociado treguas con las pandillas. Bukele se declara vencedor en esta guerra contra el crimen, dejando tras de sí un país con menos violencia, pero también con un panorama complejo en términos de derechos humanos y libertad de prensa. El futuro dirá si la estrategia de Bukele ha sido la acertada, pero por ahora, él y su gobierno se sienten vencedores en esta batalla contra las Maras y Barrio 18.
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Ética de la guerra urbana
El éxito proclamado por Bukele en la lucha contra las pandillas también ha venido acompañado de un debate sobre la eficacia y la ética de sus métodos. Los defensores del presidente argumentan que, antes de su mandato, El Salvador estaba sumido en un caos de violencia y criminalidad, y que sus políticas de mano dura han logrado restaurar el orden y la seguridad en muchas comunidades. No obstante, los críticos señalan que el alto número de detenciones ha saturado el sistema penitenciario, y que muchas de las personas encarceladas han sido detenidas arbitrariamente, sin suficientes pruebas de su implicación en actividades criminales. Además, señalan que la derogación de la ley que penalizaba la publicación de mensajes de pandillas es una señal de que incluso el gobierno reconoce que se había cruzado un límite en su cruzada contra el crimen.
A pesar de estos debates, lo cierto es que la figura de Nayib Bukele sigue siendo extremadamente popular entre la población salvadoreña, que ha visto en él a un líder dispuesto a enfrentarse a las pandillas con determinación. Sin embargo, también es cierto que la comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos seguirán vigilando de cerca la situación en El Salvador, para asegurarse de que la lucha contra las pandillas no se traduzca en una vulneración de los derechos y libertades fundamentales de la población. Solo el tiempo dirá si Bukele se declara vencedor en una atmósfera de equilibrio social adecuado entre la seguridad y el respeto a los derechos humanos, o si su estrategia tendrá consecuencias negativas a largo plazo para El Salvador.