One Health es la certificación más segura para sentir el placer de comer insectos

El consumo de insectos ha sido parte de la dieta de diversas culturas durante siglos, pero en la actualidad, su incorporación en los sistemas alimentarios globales se presenta como una alternativa sostenible y nutritiva. Sin embargo, a pesar de sus beneficios ambientales y nutricionales, su consumo sigue generando escepticismo en muchos sectores de la población. La seguridad alimentaria es una de las principales preocupaciones, y es ahí donde el enfoque One Health emerge como la certificación más confiable para garantizar que las personas puedan sentir el placer de comer insectos sin riesgos para la salud.

Este reportaje se basa en el artículo titulado: “Comer insectos: una innovación alimentaria que exige los máximos controles de calidad” , publicado en The Conversation por José Miguel Soriano del Castillo, Carla Soler Quiles, David Vie Giner y Nadia San Onofre Bernat. Soriano del Castillo es catedrático en el Área de Nutrición y Bromatología de la Universitat de València y ha sido reconocido por su trayectoria en la investigación alimentaria. Soler Quiles es profesora de Tecnología de los Alimentos en la misma universidad, mientras que Vie Giner es Técnico Superior de Investigación en Ciencia de los Materiales. Por su parte, San Onofre Bernat es profesora en los Estudios de Ciencias de la Salud en la Universitat Oberta de Catalunya y especialista en salud pública y epidemiología nutricional.

Sentir el placer de comer insectos

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha destacado en Múltiples estudios los beneficios de los insectos comestibles como fuente de proteínas sostenibles. Su producción requiere menos agua, menos tierra y genera menos emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con las proteínas animales tradicionales. Además, contiene niveles altos de proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales. En este contexto, la industria de los insectos comestibles ha experimentado un auge significativo, con más de 400 empresas activas en Europa y Estados Unidos y una proyección de negocio que podría superar los 9.000 millones de dólares en 2029. No obstante, a pesar del crecimiento de esta industria, garantizar la inocuidad de estos productos sigue siendo un desafío. Para que los consumidores puedan realmente sentir el placer de comer insectos, es fundamental contar con certificaciones que avalen la seguridad de los productos, evitando contaminaciones con metales pesados, bacterias o parásitos.

El consumo de insectos ha sido parte de la dieta de diversas culturas durante siglos, pero en la actualidad, su incorporación en los sistemas alimentarios globales se presenta como una alternativa sostenible y nutritiva. Ilustración MidJourney

Actualmente, la Unión Europea ha aprobado el consumo de cuatro especies de insectos: el gusano de la harina (Tenebrio molitor), la langosta migratoria (Locusta migratoria), el grillo doméstico (Acheta domesticus) y las larvas del escarabajo pelotero ( Alphitobius diaperinus). Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que estos productos pueden contener metales pesados ​​como arsénico, cadmio, plomo y níquel, lo que plantea riesgos para la salud si no se regulan adecuadamente. Estudios han detectado que las larvas de gusano de la harina presentan concentraciones elevadas de plomo y cadmio, probablemente derivadas de la dieta de estos insectos o de la contaminación ambiental. Asimismo, productos a base de grillo doméstico han mostrado niveles significativos de arsénico, aluminio y cadmio, lo que evidencia la necesidad de implementar controles estrictos en toda la cadena de producción.

One Health como centro rector

Para evitar estos riesgos, el enfoque One Health surge como la solución más completa y confiable. Este concepto, promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), integra la salud humana, la salud animal y la salud ambiental como un sistema interconectado. En el caso de los insectos comestibles, One Health exige regulaciones rigurosas sobre las condiciones en las que son criados, los sustratos con los que se alimentan y los métodos de procesamiento y distribución. Con este sistema de control, se reduce significativamente la exposición a contaminantes, garantizando que los consumidores puedan sentir el placer de comer insectos sin preocupaciones sobre su seguridad.

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Uno de los mayores desafíos en la comercialización de insectos comestibles es la falta de control en las ventas por internet. Aunque existen normativas estrictas en la Unión Europea, muchas plataformas en línea ofrecen productos sin verificar si cumplen con los estándares de seguridad. Esto permite que insectos criados en condiciones inadecuadas o contaminados con metales pesados ​​y patógenos lleguen al consumidor final. Además, en algunos países las regulaciones son más laxas, lo que facilita que productos con niveles peligrosos de toxinas ingresen al mercado sin cumplir con los requisitos de seguridad alimentaria. Esta realidad refuerza la necesidad de adoptar certificaciones como One Health, que establecen parámetros claros sobre el origen de los insectos, los métodos de procesamiento y los controles de calidad que deben aplicarse antes de que un producto llegue al consumidor.

El entorno y su alimentación

En términos de seguridad alimentaria, los insectos presentan un fenómeno particular: su capacidad para bioacumular metales pesados ​​y contaminantes depende de su entorno y del alimento que consume. Si son criados en ambientes contaminados o se les proporcionan sustratos inadecuados, los niveles de toxicidad pueden incrementarse considerablemente. Por ejemplo, el cadmio y el plomo, identificados en varias muestras de insectos comestibles, son neurotóxicos y pueden causar daño renal, especialmente en niños. Asimismo, el arsénico, presente en algunas especies aprobadas para el consumo humano, está relacionado con enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Sin una certificación que asegure su inocuidad, el consumo de insectos podría representar un riesgo en lugar de una alternativa nutricional segura. Para garantizar que los consumidores realmente puedan sentir el placer de comer insectos, se requiere un control riguroso que certifique su calidad desde la producción hasta el consumo.

La industria de los insectos comestibles ha experimentado un auge significativo, con más de 400 empresas activas en Europa y Estados Unidos y una proyección de negocio que podría superar los 9.000 millones de dólares en 2029. No obstante, a pesar del crecimiento de esta industria, garantizar la inocuidad de estos productos sigue siendo un desafío. Ilustración MidJourney.

La adopción de One Health como certificación obligatoria en la producción y comercialización de insectos comestibles representa una solución integral para la industria. Este enfoque no solo protege a los consumidores, sino que también promueve la sostenibilidad y la transparencia en la cadena de suministro. Bajo este sistema, los productores deben garantizar que los insectos sean criados en condiciones controladas, con dietas que minimicen la acumulación de metales pesados ​​y con estrictos protocolos de higiene y procesamiento. Además, se establecen límites específicos para la presencia de toxinas y contaminantes, asegurando que solo los productos que cumplen con estos estándares lleguen al mercado.

Creatividad llegada de pasado

El futuro de la alimentación global se enfrenta a desafíos que exigen soluciones innovadoras y sostenibles. El consumo de insectos es una de las apuestas más prometedoras para reducir la huella ecológica de la producción de alimentos y proporcionar una fuente accesible de proteínas. Sin embargo, su aceptación generalizada depende de que los consumidores confíen en su seguridad y calidad.

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La certificación One Health no solo responde a estas preocupaciones, sino que también permite consolidar la industria de los insectos comestibles como una opción viable y confiable para la alimentación del futuro. Gracias a esta certificación, cada vez más personas podrán sentir el placer de comer insectos con la certeza de que están consumiendo un producto seguro, nutritivo y respetuoso con el medio ambiente.

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