Europa está intranquila. La inestabilidad política que atraviesa Francia y Alemania, sumada a la amenaza dual que representan Donald Trump y Vladímir Putin, mantiene al continente en un estado de constante incertidumbre. Las crisis simultáneas en los dos principales motores históricos de la Unión Europea han generado un vacío de liderazgo en un momento crítico, dejando a los europeos vulnerables frente a desafíos internos y externos que podrían redefinir su futuro político, económico y social.
Este reportaje se basa en un editorial reciente publicado por el Comité Editorial de EL PAÍS, titulado: “Francia y Alemania: un vacío preocupante en el timón de Europa”. EL PAÍS, un periódico español fundado en 1976 y con sede principal en Madrid, destaca en su artículo cómo la falta de liderazgo en estos dos países complica la capacidad de respuesta de la Unión Europea ante dos acontecimientos inminentes: el retorno de Trump a la presidencia de Estados Unidos y el desenlace decisivo de la guerra ruso-ucraniana. Estas tensiones, según el Comité Editorial, reflejan el impacto de las divisiones internas y la falta de estabilidad en ambos países, pilares esenciales del proyecto europeo.
Europa está intranquila
Europa está intranquila porque enfrenta múltiples desafíos, y las grietas en su liderazgo se han convertido estas dificultades en un terreno fértil para la incertidumbre. En Francia, la Asamblea Nacional se encuentra fracturada en tres bloques, sin una mayoría clara que permita gobernar con estabilidad. El breve mandato del primer ministro Michel Barnier fue interrumpido por un movimiento de censura apoyado tanto por la extrema derecha de Marine Le Pen como por la izquierda radical. Esta situación ha dejado a Emmanuel Macron sin una base parlamentaria sólida para los próximos meses, mientras las tensiones sociales y económicas continúan escalando. En Alemania, la situación no es menos crítica: la coalición de socialdemócratas, ecologistas y liberales se desmoronó debido a disputas presupuestarias, obligando al canciller Olaf Scholz a convocar elecciones anticipadas en un clima de recesión económica.

El liderazgo europeo tambalea en un momento en el que la estabilidad es más necesaria que nunca. Con la guerra en Ucrania entrando en una fase decisiva, la falta de una posición clara por parte de Francia y Alemania dificulta la capacidad de la Unión Europea para articular una estrategia unificada frente a la agresión rusa. Mientras tanto, Putin observa desde Moscú con interés los problemas internos del bloque, consciente de que cualquier debilidad en Europa puede jugar un favor de sus ambiciones geopolíticas. Trump, por su parte, continúa impulsando una retórica nacionalista que amenaza con minar la alianza transatlántica, un pilar clave de la seguridad europea desde la Segunda Guerra Mundial.
Una tormenta de dificultades
Europa está intranquila no solo por las amenazas externas, sino también por sus propias fallas internas. En Francia, la falta de una cultura de coalición ha convertido la fragmentación parlamentaria en un obstáculo casi insalvable. La extrema derecha, liderada por Le Pen, se presenta como una alternativa viable para un electorado frustrado con el statu quo, mientras que las políticas de austeridad y los recortes presupuestarios incrementan la desconfianza hacia el gobierno. Alemania enfrenta problemas estructurales derivados de su modelo industrial del siglo XX, que ahora parece obsoleto frente a las demandas de un mercado global en transformación. La falta de inversiones públicas y la rigidez fiscal han exacerbado la recesión económica, dejando al país en una posición de vulnerabilidad.
Tambièn puedes leer: Atlantic Council: EE.UU. debe seguir el negocio petrolero con Venezuela para alejar a China e Irán
El contexto global tampoco ofrece alivio. Con el regreso de Trump a la Casa Blanca, su política de «América Primero» probablemente reavivará tensiones comerciales y geopolíticas con Europa. Su enfoque aislacionista podría debilitar aún más la OTAN, dejando a los países europeos en una posición más expuesta frente a las amenazas rusas. En el frente oriental, Putin sigue avanzando en sus esfuerzos por socavar la unidad europea, utilizando herramientas como la desinformación y la manipulación energética para sembrar discordia entre los Estados miembros.
La grieta de a fractura es transcontinental
Europa está intranquila porque los riesgos de fragmentación interna se extienden más allá de Francia y Alemania. La polarización política, el auge de los populismos y el desgaste de las instituciones democráticas son fenómenos que afectan a todo el continente. Países como Italia, Polonia y Hungría también enfrentan tensiones internas que reflejan un descontento generalizado con el liderazgo político y las políticas económicas actuales. Este clima de desconfianza erosiona la capacidad de la Unión Europea para actuar como un bloque cohesionado, especialmente en momentos en que se requieren decisiones rápidas y contundentes.

Sin embargo, hay quienes ven una oportunidad en medio de esta crisis. Figuras como Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Donald Tusk, primer ministro de Polonia, han intentado llenar parcialmente el vacío de liderazgo en el continente. Aunque sus esfuerzos son significativos, no son suficientes para reemplazar la influencia histórica de Francia y Alemania en la dirección de la Unión Europea. La situación requiere no solo líderes fuertes, sino también un compromiso renovado por parte de todos los Estados miembros para reforzar los valores democráticos y las políticas comunes que sustentan el proyecto europeo.
Francia y Alemania deben erguirse
Europa está intranquila, pero aún tiene margen para corregir el rumbo. La clave radica en abordar los problemas internos con urgencia y realismo. Francia necesita superar su parálisis política mediante acuerdos que incluyan a partidos moderados y que excluyan los extremos ideológicos. Alemania, por su parte, debe priorizar la inversión en innovación y reformas económicas para recuperar su posición como motor industrial del continente. Solo con un liderazgo fuerte y cohesionado podrán estos países enfrentar los desafíos externos y garantizar la estabilidad de la Unión Europea en un mundo cada vez más incierto.
Tambièn puedes leer: Racha alcista del bitcoin amenaza con dañar la resistencia de los ETF en EE.UU.
En última instancia, el futuro de Europa depende de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades geopolíticas y económicas. Con Trump y Putin acechando en el horizonte, el tiempo es un lujo que el continente no puede permitirse. La unión y la acción decidida son más necesarias que nunca para evitar que las sombras de estos líderes definan el destino de una Europa que aún lucha por encontrar su equilibrio.