La edad, esa incansable marcha del tiempo que no perdona ni olvida, ha sido una constante en la historia de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Desde el joven Theodore Roosevelt, asumiendo la presidencia con sus energéticos 42 años, hasta el experimentado Joe Biden, que tomó las riendas de la nación a los 78 años, la cuestión de la edad ha sido motivo de análisis y debate. Más allá de los matices en futuro al parecer el claro: Biden o Trump serían dos viejos en la Casa Blanca.
El estudio reciente de Katherine Schaeffer, analista de investigación en Pew Research Center, arroja luz sobre esta temática. A través de un análisis detallado, Schaeffer nos recuerda que, históricamente, la mayoría de los presidentes de Estados Unidos han tenido alrededor de 50 años cuando asumieron el cargo. En efecto, la cifra promedio se sitúa en los 55 años.
Viejos en la Casa Blanca
El americano promedio, según una encuesta realizada por Pew Research Center, considera que el ideal para un presidente ronda los 50 años. Esta percepción puede estar arraigada en la idea de que, a esa edad, un individuo ha acumulado suficiente experiencia y sabiduría para liderar, pero aún conserva la energía y vigor necesarios para enfrentar los desafíos del cargo.
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Pero ¿qué sucede cuando nos encontramos con candidatos que superan ese ideal por más de dos décadas? En 2024, los estadounidenses se enfrentarán a una elección inédita en la que tanto Biden, que cumplirá 81 años ese noviembre, como Donald Trump, a sus 77 años, son dos viejos en la Casa Blanca dentro el imaginario de la competencia. Esto significa que, independientemente del resultado, el país tendrá un presidente que supera con creces el promedio histórico de edad.
Longevidad y capacidad para liderar
La esperanza de vida en Estados Unidos ha aumentado con el paso del tiempo, lo que, de alguna manera, podría justificar que personas de mayor edad aspiren a cargos de gran responsabilidad. Sin embargo, este aumento en la longevidad no necesariamente implica que la capacidad para liderar no se vea afectada por los años. Como ejemplo están dos viejos en la Casa Blanca, Trump y Biden, ambos criticados por su controvertido desempeño como líderes de la nación. Es un hecho que, en 35 de las 68 tomas de posesión presidenciales que han ocurrido, el protagonista ha sido un presidente de alrededor de 50 años. Esta cifra contrasta notablemente con las únicas cuatro ocasiones en que un presidente de más de 70 años ha asumido el mando.
Más allá de la presidencia, es interesante notar que la edad promedio de los vicepresidentes estadounidenses en su primera toma de posesión es idéntica a la de los presidentes: 55 años. Desde el joven John C. Breckinridge, que asumió el cargo con 36 años, hasta Alben W. Barkley, que lo hizo a los 71 años, esta posición también ha reflejado la diversidad de edades y experiencias que conforman el espectro político estadounidense.
La oferta para el año que viene
La elección de 2024 se presenta, por lo tanto, como un desafío al statu quo y a las percepciones tradicionales sobre la edad y el liderazgo. Las próximas campañas electorales probablemente aborden este tema y será crucial para ambos candidatos demostrar que, más allá de su edad, poseen las cualidades necesarias para guiar a Estados Unidos en tiempos de incertidumbre.
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El hecho de que hay dos viejos en la Casa Blanca, en término de competidores. Su edad refleja, en parte, la falta de renovación en el ámbito político y la dificultad de las nuevas generaciones para hacerse un espacio en la esfera del poder. Sin embargo, también es un recordatorio de que la edad, en sí misma, no debería ser un impedimento para aspirar a cargos de liderazgo.
El desafío para Biden y Trump será convencer al electorado de que, a pesar de superar el ideal de edad considerado por muchos, aún poseen la lucidez, energía y visión necesarias para llevar al país hacia un futuro próspero. El tiempo y los votantes decidirán si la edad es solo un número o si, efectivamente, es un factor determinante en la capacidad para liderar una nación.