Con la serie de eventos recientes, el viejo adagio de que «el cambio es la única constante» parece estar materializándose en el ámbito geopolítico. Las acciones que distintas naciones están llevando a cabo reflejan un trastorno del viejo orden establecido y la emergencia de nuevo orden multipolar. La serie de desafíos y enfrentamientos registrados en distintos puntos del planeta hacen eco de la percepción de que estamos navegando en aguas desconocidas.
Desde el lado euroasiático, Rusia ha llevado a cabo la guerra más grande en el continente desde la Segunda Guerra Mundial, desafiando la estabilidad europea. Más al este, la postura de China hacia Taiwán se ha vuelto más combativa. Por otro lado, el subcontinente indio no se ha quedado atrás con una India inmersa en un ferviente nacionalismo. Mientras tanto, en el Medio Oriente, Israel ha consolidado un gobierno extremadamente duro, y Hamás ha lanzado ataques sin precedentes contra el mismo.
Nuevo orden multipolar
¿Qué impulsa a estos actores a asumir riesgos tan significativos? La respuesta radica en el cambio de poder. Durante mucho tiempo, Estados Unidos fue la potencia indiscutible, estableciendo un equilibrio global. Sin embargo, esa era parece estar llegando a su fin. Sin un guardián global claro y con Estados Unidos cediendo terreno en términos de influencia, la balanza de poder se está redistribuyendo.
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David Leonhardt, del prestigioso The New York Times, señala que los eventos recientes son evidencia de este nuevo orden multipolar. Los actores nacionales y transnacionales, como Hamás, ya no temen las represalias significativas que antes los disuadían de actuar. La explicación es simple: el mundo está en transición, y con Estados Unidos perdiendo su hegemonía y ningún otro país listo para tomar su lugar, el caos resultante es inevitable.
El presente se desmorona
Zheng Yongnian, un analista político chino, habla de un “viejo orden” que se desmorona. Las naciones están al acecho, esperando capitalizar las oportunidades que surgen de esta reconfiguración geopolítica.
El declive de la dominación estadounidense no es un accidente. Aunque el ciclo de ascenso y caída de las superpotencias es algo común en la historia, las decisiones políticas de Estados Unidos en las últimas décadas han acelerado este proceso. Desde las políticas comerciales que favorecieron a China, hasta las guerras prolongadas en Afganistán e Irak y la retirada abrupta de Afganistán. Donald Trump, con su enfoque de «Estados Unidos primero», exacerbó la situación al rechazar la idea de que Estados Unidos debía liderar el mundo, socavando la confianza en las alianzas establecidas. La sumatoria de eventos han erigido a este nuevo orden multipolar que ya es más que la punta de un iceberg.
Trump el desmedido
En el Medio Oriente, el enfoque de Trump hacia Israel, en particular, y su apoyo inquebrantable a Benjamín Netanyahu, puede haber influido en la inestabilidad actual. Aunque Hamás es responsable de los recientes ataques, el agravamiento de la situación puede atribuirse parcialmente a las políticas extremas adoptadas por el gobierno israelí.
A pesar del cambio hacia el nuevo orden multipolar, Estados Unidos sigue siendo una potencia formidable con una capacidad sin parangón para establecer alianzas. La administración de Biden ha hecho esfuerzos para reforzar la paz en el Medio Oriente, como se ve con los Acuerdos de Abraham. Sin embargo, los recientes ataques de Hamás parecen ser un intento de socavar estos esfuerzos y empujar al mundo aún más hacia el multipolarismo.
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Un asunto al parecer deseado
El declive de la hegemonía estadounidense ha sido objeto de debate en las últimas dos décadas, con muchos cuestionando su papel de «policía mundial» y deseando un nuevo orden multipolar. Pero como hemos visto con los recientes disturbios y conflictos, la transición a este nuevo orden no será sin desafíos.
El mundo ha cambiado. Con un nuevo equilibrio de poder y naciones y grupos dispuestos a aprovechar cada oportunidad, solo podemos esperar y ver cómo se desarrollan estos eventos y cómo las naciones y líderes globales navegarán por este intrincado laberinto geopolítico. Aquellos que añoraban un mundo sin la supervisión de Estados Unidos ahora tienen su deseo cumplido, y solo el tiempo dirá si el mundo será un lugar más pacífico y cooperativo, o si nos espera más caos y enfrentamientos.