Trump versus China: Una guerra comercial contra el país donde nació Sun Tzu

Trump versus China se ha convertido en una batalla en el ámbito económico global que tiene más resonancia de la que muchos imaginaron cuando Donald Trump asumió por primera vez la presidencia de los Estados Unidos. El término evoca algo más que un conflicto de aranceles; representa un choque de filosofías y estrategias, casi como un enfrentamiento entre dos generales en un campo de batalla. La premisa parece salida de “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu, el antiguo estratega chino que veía el conflicto como una serie de movimientos calculados. Para Trump, el enemigo es un gigante con pies de barro que, a sus ojos, no soportará el peso de un incremento masivo de aranceles. No obstante, China ya no es el mismo país que enfrentó en 2018, cuando comenzó la primera ola de medidas restrictivas.

Este análisis proviene del periodista Peter S. Goodman, reconocido por su cobertura en economía global para The New York Times. Goodman ha cubierto la economía china por más de dos décadas, y recientemente publicó un artículo titulado: “Mientras Trump amenaza con una guerra comercial más amplia, Estados Unidos se enfrenta a una China diferente”. En él, Goodman expone cómo la dependencia de China en las exportaciones ha sido tanto su fortaleza como su talón de Aquiles, y cómo el país ha respondido a los embates con estrategias que van desde la autosuficiencia hasta la diversificación de mercados. La economía china, como describe Goodman, ya no es tan vulnerable a los mercados estadounidenses, un cambio crucial en esta era de tensión.

Trump versus China

El conflicto entre Trump y China podría considerarse un conflicto de voluntades y adaptaciones. Trump versus China es una lucha en la que ambos países están midiendo sus fuerzas y adaptándose constantemente a los cambios. Según Goodman, mientras Trump busca imponer aranceles de hasta el 60% en productos chinos, Beijing responde con su propio arsenal de medidas económicas y políticas. La capacidad de China para resistir esta presión comercial radica en sus reservas financieras y en una industria nacional cada vez más autosuficiente en sectores como la tecnología y la energía renovable. Desde que comenzó la guerra comercial, el gobierno chino ha impulsado el desarrollo de industrias locales, especialmente en sectores tecnológicos y energéticos, reduciendo su dependencia de las importaciones estadounidenses.

Trump versus China evoca algo más que un conflicto de aranceles; representa un choque de filosofías y estrategias, casi como un enfrentamiento entre dos generales en un campo de batalla. Ilustración MidJourney

En su artículo, Goodman destaca cómo el deterioro interno en China ha obligado a las empresas chinas a volcarse hacia las exportaciones, volviéndose así vulnerables a los aranceles impuestos por Trump. En este escenario, “Trump versus China” adquiere un significado particular, ya que lo que parece ser una desventaja para China en realidad puede convertirse en un factor de adaptación. La administración Trump pretende aprovechar esta vulnerabilidad para obligar a Beijing a firmar acuerdos que favorezcan a los productores estadounidenses. Sin embargo, como Goodman recalca, el gobierno chino cuenta con una estructura política que le permite actuar rápidamente en situaciones de crisis, movilizando recursos de forma casi instantánea y ajustando políticas que, en una democracia, tomarían años en implementarse.

A escena el “Sur Global”

Trump versus China plantea un desafío que va más allá de los aranceles. Según Goodman, Beijing ha demostrado que puede responder estratégicamente, utilizando el “Sur Global” como un amortiguador ante las restricciones comerciales de Occidente. La guerra comercial ha llevado a los líderes chinos a reforzar relaciones con países de América Latina y el sudeste asiático, asegurando nuevos mercados para sus productos. Además, han reducido la dependencia de productos estadounidenses como la soja, adquiriendo estos bienes de Brasil y Argentina. Esta diversificación le ha dado a China una ventaja estratégica que complica el panorama para Trump, quien esperaba un adversario más debilitado. A pesar de todo, este cambio ha fortalecido la autoconfianza de Beijing y su disposición a enfrentar sanciones adicionales.

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Peter S. Goodman subraya que Trump, en su enfoque hacia China, podría terminar beneficiando el impulso chino hacia la autosuficiencia. China ya no depende únicamente del mercado estadounidense, como solía hacerlo. En 2018, las exportaciones chinas representaban un 20% de las importaciones estadounidenses; ahora, esa cifra ha bajado al 13%, en parte debido a la búsqueda de alternativas en países como México y Vietnam. De hecho, China ha transformado esta crisis en una oportunidad para consolidar su industria nacional y su influencia económica en regiones que anteriormente dependían de los productos estadounidenses. La estrategia de autosuficiencia de China podría ser vista como una implementación del mismo “Arte de la Guerra” de Sun Tzu, en el cual el país se adapta, se fortalece y se prepara para resistir cualquier embate.

Arrogancia estadounidense

La relación comercial entre Trump y China ha pasado por distintas fases de tensión y treguas, en las que ambos países intentan establecer la superioridad en un escenario global. La administración Trump parece estar decidida a escalar la situación, y los economistas advierten que los efectos de esta guerra comercial podrían ser perjudiciales para ambas naciones. La economía de Estados Unidos depende en gran medida de productos y componentes provenientes de China, y una imposición de aranceles más altos podría elevar los costos para los consumidores y las empresas. Según los cálculos de Larry Hu, economista jefe para China en Macquarie Group, la imposición de aranceles más elevados podría reducir las exportaciones chinas en un 8% y el crecimiento económico anual en un 2%, un golpe significativo para cualquier economía, incluida la de China. No obstante, si Trump decide bloquear las importaciones de productos fabricados por empresas chinas en otros países, el impacto podría ser aún más devastador.

Trump versus China revela, en cierto modo, el riesgo de subestimar a un adversario. Aunque la economía china enfrenta varios desafíos internos, como la crisis inmobiliaria y el endeudamiento local, también tiene una capacidad impresionante de adaptación. Según Goodman, las empresas chinas han utilizado estos retos para reinventarse y volverse más competitivas en el mercado global. Hoy en día, aproximadamente la mitad de las exportaciones chinas provienen del sector privado, en comparación con solo el 9% de las empresas estatales. Este cambio estructural ha permitido una mayor flexibilidad y capacidad de respuesta en un entorno de constante presión económica. Para Trump, que busca una confrontación comercial en la que espera salir victorioso, China representa un oponente que está aprendiendo a jugar con las reglas del mercado.

La premisa parece salida de “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu, el antiguo estratega chino que veía el conflicto como una serie de movimientos calculados. Para Trump, el enemigo es un gigante con pies de barro que, a sus ojos, no soportará el peso de un incremento masivo de aranceles. Ilustración MidJourney.

La autosuficiencia como realidad

En palabras de Nicholas R. Lardy, economista del Instituto Peterson, las restricciones impuestas por Estados Unidos solo han acelerado el esfuerzo de China por alcanzar la autosuficiencia. Este movimiento hacia la independencia económica y tecnológica es una clara respuesta a las políticas de Trump, que buscan restringir el acceso de China a tecnología avanzada. Sin embargo, el resultado parece ser una mayor determinación por parte de Beijing para cerrar las brechas tecnológicas y asegurar un crecimiento sostenido sin la dependencia de potencias extranjeras. La guerra comercial entre Trump y China, que comenzó como una serie de medidas arancelarias, se ha convertido en un motor de cambio estructural en la economía china.

Trump versus China, como Goodman sugiere, es un enfrentamiento que podría redefinir las relaciones globales y la economía mundial en los años venideros. Si Trump decide implementar la próxima ola de aranceles, el efecto será más que una simple restricción comercial; impulsará a China a tomar decisiones que consoliden su autosuficiencia y le permitan enfrentar futuros desafíos sin depender de los mercados estadounidenses. Según Lynette Ong, profesora de política china en la Universidad de Toronto, el segundo mandato de Trump podría ser, paradójicamente, una bendición para los planes de autosuficiencia de Beijing, ya que reforzaría la lección de que China no puede confiar en nadie más que en sí misma.

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Este conflicto, en el que la economía y la política se entrelazan de forma compleja, continuará desafiando a ambos países. La pregunta es si Trump, con su visión unilateral de “Trump versus China”, logrará obtener alguna ventaja significativa o si, en su intento de frenar a China, terminará catalizando una transformación que convertirá a su rival en un adversario aún más formidable en el tablero geopolítico mundial.

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