Sprint for Women’s Health alejaría a las mujeres de las oportunidades de empoderamiento

En un mundo donde la igualdad de género y el empoderamiento femenino se han convertido en temas de discusión prioritaria, el reciente lanzamiento de la Iniciativa de la Casa Blanca sobre Investigación sobre la Salud de la Mujer, específicamente su primer compromiso significativo, el «Sprint for Women’s Health«, ha suscitado una ola de críticas y preocupaciones. Este programa, dirigido a la industria y al capital de riesgo con un fondo de 100 millones de dólares, tiene como objetivo fomentar la inversión en nuevos descubrimientos y tecnologías en el ámbito de la salud femenina. Sin embargo, detrás de su aparente noble intención, se esconde una visión que podría, paradójicamente, alejar a las mujeres de las oportunidades de empoderamiento que tan desesperadamente necesitan.

El artículo de opinión «La visión distópica de Jill Biden para la salud de las mujeres», publicado por The Hill y firmado por Jamie Marsella, Katharine Lee y Sarah Richardson, académicas de renombre en el campo de la historia de la ciencia y los estudios de género, argumenta vehementemente contra esta iniciativa. Marsella, candidato a doctorado en Historia de la Ciencia en la Universidad de Harvard; Lee, profesora asistente en el Departamento de Antropología de la Universidad de Tulane; y Richardson, profesora Aramont de Historia de la Ciencia y de Estudios sobre la Mujer, el Género y la Sexualidad en la Universidad de Harvard, critican el enfoque del programa hacia la viabilidad comercial en lugar del impacto real en la salud de las mujeres. Según estas expertas, el Sprint for Women’s Health representa un desvío alarmante de los objetivos del movimiento por la salud de las mujeres, que desde la década de 1970 ha luchado por poner el conocimiento en manos de las mujeres y construir poder colectivo.

Sprint for Women’s Health

Este programa es un reflejo de lo que Jamie Marsella y sus colegas del GenderSci Lab de Harvard han denominado «feminismo de inversión», una tendencia que busca alcanzar la equidad de género en salud aprovechando el mercado. Aunque este enfoque puede parecer innovador, prioriza las ganancias sobre las necesidades reales de salud de las mujeres, confundiéndolas con clientes en lugar de pacientes y favoreciendo tecnologías en la cúspide de la comercialización sobre investigaciones empíricamente respaldadas.

Sprint for Women's Health
El artículo de opinión «La visión distópica de Jill Biden para la salud de las mujeres», publicado por The Hill y firmado por Jamie Marsella, Katharine Lee y Sarah Richardson, académicas de renombre en el campo de la historia de la ciencia y los estudios de género, argumenta vehementemente contra esta iniciativa. Ilustración MidJourney

La primera dama Jill Biden, al frente de Sprint for Women’s Health, ha destacado la necesidad de desarrollar tecnologías que sean rentables en un «mercado sanitario competitivo». Este enfoque no solo subestima los verdaderos desafíos que enfrentan las mujeres en términos de salud, sino que también ignora el hecho de que muchas de estas tecnologías, como las aplicaciones de seguimiento de la fertilidad y dispositivos de diagnóstico en el hogar, podrían aumentar las disparidades de salud existentes sin garantizar un acceso equitativo a los tratamientos o herramientas de diagnóstico resultantes.

Altos riesgos, altos precios

Además, la inversión de 100 millones de dólares en tecnologías listas para el mercado sugiere un futuro en el que las herramientas de salud de las mujeres sean más accesibles para aquellos con mayores recursos, marginando aún más a las mujeres de grupos demográficos históricamente marginados. Esta iniciativa también pasa por alto la importancia de políticas públicas sólidas y una inversión en infraestructura pública esencial para abordar los problemas de salud de las mujeres de manera integral.

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A pesar de la creciente inversión en el sector de la salud de la mujer por parte de empresas de capital de riesgo, que recaudó colectivamente 1140 millones de dólares en 2023, aún no hemos visto mejoras significativas en los resultados de salud de las mujeres. Esto subraya la necesidad de un enfoque más equilibrado que no solo considere la rentabilidad, sino también el impacto real en la salud y el bienestar de las mujeres.

Las autoras del artículo instan a reconsiderar Sprint for Women’s Health, enfatizando la importancia de centrarse en mejorar las políticas y la infraestructura pública en lugar de depender exclusivamente de soluciones de alta tecnología generadoras de ingresos. Argumentan que lo que las mujeres realmente necesitan y merecen son mejores políticas públicas que aborden de manera integral los determinantes sociales de la salud, incluidas políticas laborales justas, atención de calidad para niños y personas mayores, políticas ambientales robustas y acceso equitativo a servicios de salud y transporte.

Rentabilidad sobre lo que importa

Esta crítica al Sprint for Women’s Health destaca un problema fundamental: al enfocarse en soluciones tecnológicas que son principalmente rentables, se corre el riesgo de ignorar y, en última instancia, exacerbar las desigualdades existentes en la salud de las mujeres. Este enfoque puede llevar a un futuro en el cual las herramientas y tecnologías de salud estén al alcance solo de quienes puedan permitírselo, dejando atrás a las mujeres más vulnerables y marginadas. Es un recordatorio de que el empoderamiento de las mujeres en el ámbito de la salud requiere mucho más que innovaciones tecnológicas; necesita un compromiso con el cambio sistémico que aborde las raíces de la desigualdad.

Sprint for Women's Health
El Sprint for Women’s Health, aunque bienintencionado en su esfuerzo por fomentar la inversión en la salud de las mujeres, debe ser cuidadosamente reconsiderado y realineado con los principios del movimiento por la salud de las mujeres. Ilustración MidJourney.

El artículo de Marsella, Lee y Richardson pone de relieve la importancia de un enfoque más humano y menos comercial en la salud de las mujeres. Resalta la necesidad de un movimiento que no solo se enfoque en el desarrollo de tecnologías, sino también en asegurar que estas innovaciones sean accesibles y beneficiosas para todas las mujeres, independientemente de su situación económica o geográfica. El verdadero empoderamiento viene de la capacidad de tomar decisiones informadas sobre nuestra propia salud, tener acceso a tratamientos y diagnósticos precisos y asequibles, y ser parte de una comunidad que valora y apoya el bienestar integral de todos sus miembros.

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Reevaluar y reorientar

El llamado a la acción es claro: es crucial reevaluar y reorientar las iniciativas como el Sprint for Women’s Health hacia enfoques que prioricen genuinamente la salud y el bienestar de las mujeres sobre las ganancias comerciales. Esto incluye fomentar la investigación y el desarrollo de tecnologías que tengan en cuenta las necesidades específicas de salud de las mujeres, asegurando que estas innovaciones sean accesibles y asequibles para todas, y abogando por políticas públicas que apoyen una infraestructura de salud inclusiva y equitativa.

Mientras avanzamos, es esencial que escuchemos a los expertos y activistas que han dedicado sus carreras a estudiar y abogar por la salud de las mujeres. Su conocimiento y experiencia son fundamentales para guiar nuestras acciones hacia soluciones que verdaderamente empoderen a las mujeres en todos los aspectos de su salud. Solo entonces podremos comenzar a cerrar las brechas existentes y avanzar hacia un futuro donde todas las mujeres tengan el poder de tomar decisiones informadas y accesibles sobre su salud y bienestar.

El Sprint for Women’s Health, aunque bienintencionado en su esfuerzo por fomentar la inversión en la salud de las mujeres, debe ser cuidadosamente reconsiderado y realineado con los principios del movimiento por la salud de las mujeres. Es solo a través de un compromiso colectivo con el cambio sistémico y el empoderamiento de todas las mujeres que podemos esperar lograr una verdadera equidad en salud. La salud de las mujeres es demasiado importante como para ser relegada a una oportunidad de inversión; es un derecho fundamental que debe ser protegido y promovido con todas las herramientas y recursos a nuestra disposición.

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