Las próximas elecciones de 2024 presentan un panorama que demanda una rápida adaptación de las campañas. La administración Biden ha decidido hacer frente a la desinformación en las redes sociales con más firmeza, una decisión respaldada por la preocupación de que las empresas de social media estén menos dispuestas a controlar la desinformación política.
Un informe reciente de Rebeca Kern para POLITICO reveló la reinvención de la estrategia de la campaña de Joe Biden para contrarrestar la desinformación en línea. Están reclutando cientos de empleados y voluntarios para monitorear las plataformas, invertir en publicidad para combatir afirmaciones falsas y difundir contra mensajes con aliados de base.
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Blindan las redes sociales
Es evidente que el desafío no es solo contra el entorno cambiante de las redes sociales, sino también contra las falsedades y ataques de Donald Trump y otros republicanos. La campaña de Biden anticipa una serie de afirmaciones falsas que abordarán temas desde el historial pasado de Biden hasta el impulso de la vacuna Covid-19 y alegaciones sobre la supresión de la participación electoral.
Esta preocupación no es infundada. Bajo presión por permitir un discurso más abierto, varias plataformas, incluida la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter), han reincorporado a muchos conservadores de extrema derecha, incluido Trump, que previamente fueron expulsados por difundir información falsa. Siguiendo esta tendencia, YouTube, en un giro sorprendente, decidió no eliminar contenido que afirmaba falsamente que las elecciones de 2020 fueron robadas.
Ya no quieren ser más editores
Estas acciones de las plataformas sugieren un rechazo a asumir la responsabilidad de filtrar la desinformación. Ahora los dueños de las redes sociales abandonan su papel de editores, que sesgó y torció el rumbo de varios de sus abonados sin derecho a la defensa. Frente a este vacío, la campaña de Biden se está armando con recursos propios para contrarrestarla. Rob Flaherty, ex director de estrategia digital de la Casa Blanca y una figura polémica por sus combativos correos electrónicos a empresas de redes sociales, será uno de los líderes clave en este esfuerzo.
Flaherty expresó la necesidad de que la campaña adopte un enfoque más agresivo para combatir la desinformación. La estrategia que están desarrollando es una indicación de cómo las campañas se adaptarán al panorama en línea en rápida evolución de las elecciones de 2024.
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Si hay partidos hay controversia
Es evidente que esta batalla contra la desinformación no está exenta de controversia. La administración Biden ha sido objeto de escrutinio por su interacción con las empresas de redes sociales. Las demandas hacia la administración, incluyendo a Flaherty, sobre la insistencia en eliminar ciertas publicaciones sobre el Covid-19 y las elecciones de 2020, son prueba de ello.
La percepción y los datos estadísticos respaldan la preocupación de la campaña de Biden. Según el Centro de Investigaciones Pew, en 2020, el 64% de los estadounidenses creen que las noticias falsas han causado «mucho» confusión sobre los hechos básicos de los problemas actuales.
El megáfono social media
Diversos expertos en historia y políticos han argumentado que la desinformación no es un fenómeno nuevo, pero que las redes sociales han ampliado su alcance y velocidad de propagación. Dr. Linda Qiu, historiadora y experta en comunicación política, menciona: «Si bien la desinformación ha sido una herramienta en la política desde siempre, nunca habíamos visto un vehículo tan poderoso para su difusión como las redes sociales».
Las elecciones de 2024 presentan un desafío para la integridad de la información y para las campañas que buscan navegar en este entorno. La decisión de Biden de reiniciar sus defensas en línea y su compromiso de combatir la desinformación es un indicativo de la importancia que tiene este asunto en la política contemporánea. La elección será no solo una competencia por votos, sino también una lucha por la verdad.