Max Burns, un veterano estratega demócrata y fundador de Third Degree Strategies, recientemente escribió para The Hill una crítica severa sobre la retórica del expresidente Donald Trump, comparándola con la propaganda nazi. Burns señaló que en otra era de Estados Unidos, un candidato presidencial que se hiciera eco de las palabras de Adolf Hitler estaría en camino a una jubilación anticipada. Sin embargo, en la actualidad, Trump parece obtener un «pase libre» de la prensa tras replicar consignas fascistas durante un mitin en New Hampshire.
La preocupación de Burns radica en la normalización de un discurso peligroso y descalificador. El expresidente prometió “erradicar a los comunistas, marxistas, fascistas y matones de la izquierda radical», una frase que Burns considera una versión apenas modificada de la retórica nazi de la década de 1930. Trump, al igual que su homólogo alemán, se centró en la izquierda política como enemigo, declarando que la «verdadera amenaza proviene de la izquierda radical». Burns argumenta que esta visión transforma cualquier respuesta, incluyendo la privación de derechos y la violencia política, en algo aparentemente legítimo.
No hay perdón para los medios
La ex representante Liz Cheney criticó a la presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, por su silencio ante estas declaraciones, acusándola incluso de colaborar con la propaganda nazi de Trump. Para Max Burns, esto es un reflejo de cómo el Partido Republicano se ha convertido en una entidad completamente alineada con Trump. Lo que Burns encuentra imperdonable es la respuesta de los medios de comunicación, quienes parecen encogerse de hombros y continuar como si la retórica fascista de Trump fuera una norma aceptable.
Tambièn puedes leer: El caza furtivo Chengdu J-20 Mighty Dragon hace su debut mediático mundial
Menos de una semana después de los comentarios de Trump, los principales medios de comunicación parecían haber pasado página. Burns critica esta actitud, señalando que normaliza lo que debería ser un comportamiento descalificador. La falta de condena seria por parte de la prensa y de los colegas republicanos de Trump, según Burns, solo lo ha hecho más audaz. Trump ha prometido que la «triste y miserable existencia de los críticos de Trump será aplastada» cuando regrese a la Casa Blanca, una declaración que apenas ha generado reacción en los medios.
Aclamado en 4chan
En contraste, en plataformas de internet de derecha como el foro de mensajes Políticamente Incorrecto de 4chan y la plataforma Truth Social de Trump, estas declaraciones han sido aclamadas. Para Max Burns, esto demuestra que, aunque los medios de noticias por cable intenten limitar el alcance de las palabras de Trump, el mensaje sigue resonando en ciertos sectores.
Burns también critica a los medios por una posible sobrecorrección en su enfoque hacia Trump. Mientras que antes se le daba una cobertura excesiva, ahora parece que se están pasando por alto declaraciones que deberían ser noticia, especialmente cuando forman parte de la plataforma de campaña de un candidato presidencial. Según Burns, la supervivencia de la democracia estadounidense depende de la resistencia de los medios a normalizar la retórica extremista. Lamentablemente, dice, no se puede contar con el Partido Republicano para condenar el uso de propaganda nazi por parte de su candidato más popular.
Tambièn puedes leer: Einstein Millán Arcia: EE.UU. prefiere perder el petróleo venezolano, pero salir de Maduro
Admiración de Trump por el fascismo
Burns concluye que los medios de comunicación tienen la responsabilidad de informar al público estadounidense sobre lo que está en juego en las elecciones. Esto incluye ser conscientes de la admiración de Trump por el fascismo y comunicar claramente las implicaciones de sus palabras y acciones. Las elecciones de 2024, según Max Burns, serán un referéndum sobre si Estados Unidos tomará un camino autoritario peligroso o uno democrático próspero.
Este panorama plantea un desafío crucial no solo para los políticos y los medios de comunicación, sino también para la sociedad estadounidense en su conjunto. La normalización de retórica extrema y potencialmente peligrosa no solo socava los principios democráticos, sino que también pone en riesgo el tejido social y la cohesión del país. En este contexto, la responsabilidad de cada ciudadano se convierte en un pilar fundamental para mantener un debate público saludable y preservar los valores democráticos frente a la creciente polarización y el extremismo.