Estafadores del seguro de desempleo durante la pandemia están por salirse con la suya

Los estafadores del seguro de desempleo encontraron en la pandemia de COVID-19 un campo fértil para suplantaciones de identidad, fraudes masivos y el desfalco de fondos estatales destinados a los más afectados por la crisis sanitaria. Mientras millones de estadounidenses enfrentan la incertidumbre laboral, estos delincuentes se aprovechan de un sistema colapsado y repleto de fallas. Ahora, a punto de cumplirse el plazo de prescripción para su procesamiento, es posible que escapen sin recibir castigo.

Stewart Whitson, veterano del ejército de EE.UU. UU., ex agente especial supervisor del FBI y abogado, ha sido uno de los principales denunciantes de esta problemática. Como director senior de Asuntos Federales de la Fundación para la Responsabilidad Gubernamental y colaborador del medio estadounidense The Hill, Whitson publicó recientemente un artículo titulado: “El Congreso debe impedir una amnistía masiva por fraude de COVID”, en el que advierte sobre la inminente impunidad de estos delitos. Según su análisis, si el Congreso no actúa de inmediato, los perpetradores de uno de los mayores fraudes financieros de la historia reciente podrían salirse con la suya.

Estafadores del seguro de desempleo

Los estafadores del seguro de desempleo aprovecharon un momento en el que el gobierno estadounidense, presionado por la emergencia sanitaria, relajó controles y facilitó el acceso a los beneficios. El resultado: 135.000 millones de dólares en pagos indebidos. La magnitud del fraude es tan escandalosa que equivale al presupuesto total de casi todos los estados del país. Sin embargo, la recuperación de fondos ha sido mínima, apenas un 5%, dejando en evidencia la incapacidad de las autoridades para rastrear y castigar a los culpables.

El resultado: 135.000 millones de dólares en pagos indebidos. La magnitud del fraude es tan escandalosa que equivale al presupuesto total de casi todos los estados del país. Sin embargo, la recuperación de fondos ha sido mínima, apenas un 5%, dejando en evidencia la incapacidad de las autoridades para rastrear y castigar a los culpables. Ilustración MidJourney

El senador James Lankford, republicano de Oklahoma, ha impulsado una legislación que busca ampliar el plazo de prescripción de estos delitos de cinco a diez años. La propuesta ya cuenta con el respaldo de fiscales y líderes republicanos de alto rango. En 2022, se aplicó una medida similar para otros fraudes relacionados con la pandemia, pero el fraude al seguro de desempleo sigue siendo un punto pendiente. Si el Congreso no aprueba esta extensión, los estafadores del seguro de desempleo podrán conservar el dinero robado sin enfrentar consecuencias legales.

Diversos modus operandi

El robo de identidad fue el modus operandi más común. Individuos inescrupulosos utilizaron nombres ajenos, incluyendo el de gobernadores estatales, para solicitar beneficios de desempleo. Otros presentaron múltiples solicitudes en distintos estados o solicitaron ayuda mientras seguían trabajando. En algunos casos, los reclusos en prisión lograron obtener pagos fraudulentos sin que el sistema detecte la irregularidad. La falta de mecanismos de control eficientes permitió que redes de crimen organizado y delincuentes individuales se aprovecharan del caos administrativo.

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Los estafadores del seguro de desempleo no solo encontraron grietas en los sistemas estatales, sino que también utilizaron la tecnología para multiplicar sus ganancias ilícitas. Bots automatizados llenaron millas de solicitudes falsas en cuestión de minutos, y cuentas bancarias falsas facilitaron el cobro de los cheques del gobierno. En muchos casos, las autoridades ni siquiera notaron la anomalía hasta que los pagos ya habían sido procesados. Un informe de Associated Press reveló que hasta 400 mil millones de dólares en distintos programas de ayuda por COVID-19 fueron objeto de fraude, despilfarro o abuso.

El reino de la impunidad

A pesar de los esfuerzos de algunos estados para reforzar los controles, la realidad es que la gran mayoría de estos fraudes han quedado impunes. Las auditorías posteriores confirmaron que la prisa por entregar ayuda a los ciudadanos desempleados llevó a las agencias estatales a reducir sus estándares de seguridad. El resultado: delincuentes que han disfrutado de una fortuna mal habitada sin mayor temor a ser atrapados.

Los estafadores del seguro de desempleo actuaron con cinismo. Algunos publicaron en redes sociales imágenes con fajos de billetes obtenidos ilícitamente, mientras otros adquirieron autos de lujo, relojes costosos e incluso artículos tan extravagantes como una rara tarjeta de Pokémon valorada en millas de dólares. Mientras tanto, miles de familias honestas luchan por cubrir sus necesidades básicas tras perder sus empleos en medio de la crisis.

Los estafadores del seguro de desempleo actuaron con cinismo. Algunos publicaron en redes sociales imágenes con fajos de billetes obtenidos ilícitamente, mientras otros adquirieron autos de lujo, relojes costosos e incluso artículos tan extravagantes como una rara tarjeta de Pokémon valorada en millas de dólares. Ilustración MidJourney.

Falta de voluntad política

El problema no solo radica en la cantidad de dinero perdido, sino en la falta de voluntad política para perseguir a los responsables. Durante los últimos años, el Departamento de Justicia ha dado prioridad a otros temas y ha dejado en segundo plano la investigación y el procesamiento de estos delitos financieros. Las fiscales, desbordadas por otros casos y con recursos limitados, han tenido dificultades para seguir el rastro del dinero desviado y responsabilizar a los culpables.

Algunos críticos argumentan que los plazos de prescripción existen para evitar la persecución eterna de delitos y garantizar la eficiencia del sistema judicial. Sin embargo, el caso del fraude al seguro de desempleo es distinto. Se trata de un delito masivo, que involucra miles de millones de dólares de los contribuyentes, y que fue posible en gran medida debido a fallos administrativos y gubernamentales. Dejar que los culpables escapen sin castigo solo enviaría un mensaje de impunidad que podría incentivar fraudes similares en el futuro.

Los estafadores del seguro de desempleo aún pueden ser llevados ante la justicia, pero el tiempo se agota. Si el Congreso no aprueba la extensión del plazo de prescripción, se perderá la oportunidad de recuperar los fondos y castigar a los responsables. Este no es solo un problema de dinero, sino de confianza en las instituciones y en la capacidad del gobierno para hacer cumplir la ley.

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Golpe a la credibilidad del sistema

En un momento en el que la economía sigue recuperándose del impacto de la pandemia y los ciudadanos aún enfrentan dificultades financieras, permitir que criminales se beneficien del dinero destinado a la asistencia pública sería un golpe a la credibilidad del sistema. La solución está sobre la mesa, y el Congreso tiene en sus manos la decisión de impedir que uno de los fraudes más grandes de la historia de EE.UU. UU. queda impune.

Los estafadores del seguro de desempleo no solo se aprovecharon de un sistema colapsado en el peor momento de la pandemia, sino que ahora están a punto de escapar sin consecuencias. Permitir que esto suceda sentaría un peligroso precedente de impunidad para futuros fraudes en tiempos de crisis. Si el Congreso no toma medidas urgentes para ampliar el plazo de prescripción, miles de millones de dólares seguirán en manos de criminales, mientras que los ciudadanos honestos, quienes realmente necesitaban la ayuda, seguirán pagando las consecuencias de un sistema que falló en protegerlos.

 

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