La reciente política arancelaria de Estados Unidos ha impulsado una reacción geopolítica inesperada. A medida que la administración Trump soporta su estrategia de coerción económica contra países latinoamericanos y sus propios socios comerciales, el bloque BRICS+ emerge como una alternativa fortalecida, atrayendo nuevas alianzas y consolidando su influencia global. Irónicamente, la retórica proteccionista de Washington ha servido como la mejor campaña de promoción para el grupo liderado por China, que ha capitalizado el malestar de sus socios comerciales en América Latina y otras regiones.
Armando Alvares García Junior, profesor titular de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), ha analizado esta dinámica en su reciente reportaje para The Conversation titulado: “La guerra arancelaria de Trump podría fortalecer un nuevo eje geopolítico liderado por China y apoyado por los BRICS+”. Con más de 40 monografías publicadas y un extenso trabajo en revistas indexadas, García Junior es una voz autorizada en el estudio del Derecho Internacional y las Relaciones Internacionales. En su análisis, sostiene que las recientes sanciones comerciales impuestas por Estados Unidos a Colombia y México han generado un efecto búmeran, debilitando su influencia en la región y ofreciendo a China ya los BRICS+ una oportunidad sin precedentes para reforzar sus vínculos con América Latina.
BRICS+: El producto mejor vendido por Trump
El episodio más reciente en esta escalada ocurrió el 26 de enero de 2025, cuando el presidente colombiano Gustavo Petro rechazó la llegada de vuelos con deportados colombianos, alegando violaciones a los derechos humanos en las condiciones de traslado. La respuesta de Trump fue inmediata: aranceles del 25% a las importaciones colombianas, con la amenaza de duplicar la cifra si la decisión no se revertía. Aunque Colombia entró parcialmente en la negociación, el incidente dejó en evidencia la fragilidad de la relación con Washington y llevó a Bogotá a explorar nuevas oportunidades comerciales con China y los BRICS+.

Este patrón no está aislado. México, otro de los países afectados por las sanciones, también ha comenzado a diversificar sus relaciones económicas. La presidenta Claudia Sheinbaum declaró que su gobierno no cedería ante las presiones estadounidenses y anunció la imposición de aranceles de represalia a productos norteamericanos. Paralelamente, su administración intensificó los contactos con China e India, buscando reducir la dependencia del comercio con EE.UU. Esta estrategia ha sido replicada por otros países de la región, en particular Brasil y Argentina, que han mostrado un creciente interés en fortalecer la cooperación dentro de los BRICS+.
Canadá tiene su propio juego
Mientras tanto, Canadá, históricamente uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos, también ha sido blanco de los aranceles de la administración Trump. El 1 de febrero entraron en vigor nuevas tasas del 25% a productos canadienses y del 10% a los energéticos, lo que llevó al primer ministro Justin Trudeau a responder con contramedidas arancelarias por más de 100 mil millones de dólares. Además, Canadá evalúa sanciones específicas contra empresas estadounidenses como Tesla, en un esfuerzo por presionar a figuras clave dentro del entorno de Trump. Estos movimientos han acelerado la diversificación de mercados en el norte del continente y han abierto la puerta a una mayor interacción con los BRICS+.
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China, por su parte, ha aprovechado el vacío dejado por Estados Unidos para expandir su influencia en América Latina. Pekín ha fortalecido acuerdos comerciales con Brasil y Argentina en sectores estratégicos como la energía, la infraestructura y la tecnología. Además, ha reforzado sus inversiones en el Caribe y Centroamérica, regiones altamente dependientes de los flujos comerciales con EE.UU. En este contexto, el BRICS+ ha surgido como un bloque con una agenda más ambiciosa, consolidando su posición como un contrapeso a la hegemonía occidental.
Quietud en Brasilia
El caso de Brasil es particularmente revelador. Como principal socio comercial de China en la región, el gobierno de Lula da Silva ha intensificado su participación en los BRICS+ y ha manifestado su disposición a adoptar medidas recíprocas ante cualquier intento de presión comercial por parte de Estados Unidos. Con exportaciones récord de soja y carne hacia el gigante asiático, Brasil ha demostrado que la diversificación de mercados es una estrategia viable para reducir la vulnerabilidad ante las decisiones proteccionistas de Washington.
Otro factor clave en esta ecuación es la crisis del sistema multilateral de comercio. La Organización Mundial del Comercio (OMC), debilitada desde que Trump bloqueó el nombramiento de jueces en 2019, ha dejado de ser un mecanismo eficaz para resolver disputas comerciales. China ha optado por llevar sus reclamos a instancias alternativas, mientras que países como México y Canadá han explorado la posibilidad de recurrir a acuerdos regionales para minimizar el impacto de los aranceles estadounidenses.

Un músculo fortalecido
A medida que el BRICS+ consolida su expansión, su influencia en América Latina se vuelve más evidente. En los últimos años, el bloque ha sumado nuevos miembros, incluyendo a Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Irán e Indonesia, lo que amplía su capacidad de negociación y refuerza su peso en el comercio global. Además, aunque la idea de una moneda común dentro de los BRICS+ fue descartada oficialmente, las discusiones sobre mecanismos financieros alternativos continúan en marcha, con el objetivo de reducir la dependencia del dólar y fortalecer la soberanía económica de los países miembros.
Las consecuencias de esta reconfiguración podrían ser profundas. Para América Latina, la guerra comercial desatada por Estados Unidos representa un desafío, pero también una oportunidad para redefinir su lugar en el tablero global. La estrategia de Trump, lejos de consolidar la influencia de Washington en la región, ha provocado un éxodo de aliados y ha facilitado la expansión de los BRICS+. Si bien el corto plazo estará marcado por la incertidumbre, en el mediano y largo plazo, la diversificación de socios comerciales podría fortalecer la posición de la región y reducir su vulnerabilidad ante las políticas proteccionistas estadounidenses.
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En última instancia, el BRICS+ ha encontrado en la Casa Blanca a su mejor promotor involuntario. La agresiva política arancelaria de Washington ha empujado a sus socios a buscar alternativas fuera de la órbita estadounidense, consolidando la presencia de China, Rusia, India y otros actores emergentes en el comercio latinoamericano. El desenlace de esta batalla comercial aún está por definirse, pero lo que es seguro es que el mundo se está moviendo hacia una nueva configuración de poder, donde los BRICS+ juegan un papel cada vez más relevante.