El asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 podría no ser solo un hito en la historia de Estados Unidos, sino también un escollo para el regreso de Donald Trump a la presidencia. Edward B. Foley, reputado experto en derecho y administración electoral que ha publicado en The Washington Post y es analista para NBC News, ofrece una perspectiva que, aunque podría resultar controvertida para algunos, se apoya en argumentos constitucionales.
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Aunque Donald Trump enfrenta varios procesos judiciales, ninguno de ellos le impediría, en principio, presentarse a elecciones. Sin embargo, su posible implicación en la insurrección del Capitolio podría significar una barrera insalvable.
Asalto al Capitolio y la Constitución
Según el análisis de Foley, existe una seria argumentación que indica que Trump está descalificado para regresar a la presidencia a raíz de su rol en el suceso. Si se impide su acceso al cargo presidencial, lógicamente no debería poder aparecer en las boletas electorales, siendo responsabilidad de los funcionarios electorales estatales garantizarlo.
El debate jurídico gira en torno a la Sección 3 de la Enmienda 14, instaurada tras la Guerra Civil. Esta disposición fue diseñada para prevenir que exfuncionarios federales que se alinearon con la Confederación pudieran retomar cargos oficiales. Pero, ¿puede aplicarse este precepto al caso de Trump y el asalto al Capitolio?
Dos distinguidos académicos conservadores, cuyos nombres no han sido revelados en este contexto, defienden que sí. Argumentan en un próximo artículo de revisión de leyes que la Enmienda 14 no se restringe solo a la secesión del Sur, sino que podría abordar cualquier tipo de «insurrección o rebelión» contra Estados Unidos. Estos expertos sostienen que el ataque al Capitolio se encuadra en la categoría de insurrección y, crucialmente, que Trump tuvo una participación activa en ella, tanto al instigarla como al no hacer uso de sus poderes presidenciales para frenarla.
Cuestión de perspectivas
El punto de vista tradicional ha sido que un presidente no se ajusta a la definición de «oficial» según la Sección 3. Sin embargo, estos académicos refutan tal interpretación aludiendo a precedentes históricos como John Tyler o John Breckinridge, ambos exaltos cargos que se unieron a la Confederación. Es plausible que los redactores de la Enmienda 14 tuvieran en mente evitar que individuos con sus perfiles volvieran al poder.
El panorama se complica aún más cuando nos encontramos en plena campaña de 2024. Las encuestas indican que Trump mantiene una considerable ventaja entre los votantes republicanos y, sorprendentemente, se posiciona competitivamente contra el presidente Biden en posibles escenarios de elecciones generales. No obstante, el asalto al Capitolio pudiera ser crucial.
Desafío a sistema democrático
La incertidumbre jurídica alrededor de la figura de Trump y su idoneidad para ocupar nuevamente el cargo presidencial plantea un serio desafío al sistema democrático estadounidense. El Tribunal Supremo aún no se ha pronunciado al respecto, pero es imperativo que ofrezca claridad antes de la convención republicana en julio. La salud democrática de la nación está en juego, y se requiere una resolución inmediata para evitar una posible crisis constitucional.
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El Capitolio, una joya arquitectónica y simbólica de la democracia estadounidense, fue testigo de uno de los momentos más oscuros de la historia reciente del país. El asalto al Capitolio, más allá de su impacto inmediato, ha sembrado una profunda incertidumbre sobre el tejido democrático de la nación. La pregunta más apremiante es: ¿Permitirá el sistema legal que alguien bajo una sombra tan grande de sospecha vuelva a ocupar el cargo más alto de la tierra?
La controversia jurídica pone en evidencia un profundo conflicto en la interpretación de la Constitución. Mientras que algunos ven en la Enmienda 14 una herramienta poderosa y pertinente para abordar el escenario actual, otros creen que aplicarla en el contexto de Trump sería un exceso, una extralimitación de sus propósitos originales. Los detractores de la interpretación amplia de la Enmienda argumentan que fue diseñada para un contexto muy específico, el post-Guerra Civil, y no para circunstancias como las actuales.
La democracia estadounidense
Sin embargo, lo que hace este debate especialmente relevante no es sólo la interpretación legal en sí, sino lo que subyace a ella: el estado de la democracia estadounidense. Las instituciones democráticas se construyen sobre la confianza. Los ciudadanos confían en que las elecciones se llevarán a cabo de manera justa, que los funcionarios electos actuarán en interés del público y que el sistema legal actuará como un freno imparcial y justo ante cualquier exceso. La posibilidad de que Trump regrese a la presidencia, dadas las circunstancias, podría erosionar aún más esa confianza. No es ficción que Trump públicamente arengó el asalto al Capitolio.
Por otro lado, se encuentra la profunda polarización que vive Estados Unidos. La división no es solo política, sino también cultural y social. Las tensiones actuales reflejan no solo diferencias en políticas públicas, sino también en visiones fundamentales sobre lo que significa ser estadounidense y sobre el rumbo que debe tomar el país. En este caldo de cultivo, la figura de Trump, ya sea que regrese o no a la Casa Blanca, seguirá siendo un catalizador de estas tensiones.
Es crucial que las instituciones actúen con prudencia y claridad. Si bien es importante garantizar que se respeten los principios constitucionales, también es esencial evitar que la política se convierta en un espectáculo. El país necesita certidumbre y liderazgo, no más división. Es una encrucijada histórica, y las decisiones que se tomen hoy resonarán en las generaciones futuras.