¿Tiene Venezuela un modelo de desarrollo o lleva décadas bailando al son que le tocan?

Muchos aún se preguntan si alguna vez tuvo Venezuela un modelo de desarrollo. En las postrimerías del siglo XX, la nación caribeña, otrora un país boyante por sus vastas reservas de petróleo, surcaba por un derrotero de inestabilidad política y económica. Las décadas pasaron, y la nación que alguna vez estuvo al timón de su propio destino, hoy enfrenta una encrucijada: ¿posee realmente un modelo de desarrollo consolidado o simplemente ha ido adaptándose a las circunstancias externas?

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Desde los tiempos del General Juan Vicente Gómez, Venezuela ha experimentado diversos cambios en su panorama socioeconómico. Gómez, quien rigió el país con puño de hierro, vio el nacimiento de la industria petrolera venezolana, que se convirtió en el pilar económico nacional. La OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) sitúa a Venezuela como uno de sus fundadores y el país con las mayores reservas probadas de crudo. Esta riqueza, sin embargo, ha sido tanto una bendición como una maldición.

Venezuela un modelo de desarrollo
Por más de un siglo Venezuela ha padecido la llamada «enfermedad holandesa» Ilustración
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Venezuela un modelo de desarrollo

Con la legalización de los partidos políticos en la década de 1950, surgieron esperanzas de un sistema democrático sólido. Sin embargo, la llamada «enfermedad holandesa», un fenómeno donde un país depende en exceso de un recurso natural, comenzó a manifestarse. La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) ha señalado que esta sobredependencia del petróleo ha oscurecido otras áreas de desarrollo económico, provocando fluctuaciones de la economía basadas en el precio del crudo. Con este marco de referencia invariable a la fecha, es difícil creer que hubo o hay en Venezuela un modelo de desarrollo.

Posteriormente, surgieron esfuerzos por diversificar y estabilizar la economía. El Cordiplan, creado en 1965, fue una de esas iniciativas que buscaba establecer una planificación estratégica de desarrollo. Sin embargo, los sucesivos Planes de la Nación a menudo se veían interrumpidos por realidades políticas y cambios de gobierno. Como lo señala el Dr. Álvaro Ruiz, historiador y experto en asuntos latinoamericanos: “La falta de continuidad y coherencia en los planes quinquenales ha llevado a la nación a redefinir su rumbo con demasiada frecuencia, haciendo difícil establecer un modelo de desarrollo sostenido”.

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Buenas intenciones en el camino

Hoy en día, con las Zonas Económicas Especiales y las múltiples Misiones, el gobierno intenta revitalizar la economía y atender los problemas sociales. Estas estrategias, si bien buscan soluciones concretas, se enfrentan al escepticismo de organismos internacionales. El FMI (Fondo Monetario Internacional) ha apuntado que la falta de transparencia en estas zonas y las políticas económicas restrictivas pueden disuadir la inversión extranjera.

Venezuela un modelo de desarrollo
Cuando la política partidista es la política de Estado las esperanzas fenencen. Ilustración
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Por otro lado, las Misiones, que abordan temas desde salud hasta educación, demuestran un intento de cubrir las necesidades básicas de la población. Sin embargo, el analista político Carlos Berríos comenta: “Si bien las Misiones han tenido logros, como la reducción de la pobreza extrema, la dependencia de las mismas a la renta petrolera las hace vulnerables. Además, la falta de un plan coherente de desarrollo detrás de ellas podría limitar su efectividad a largo plazo”.

Es así como Venezuela, a pesar de sus inmensos recursos y su rica historia, se encuentra en un dilema. No hay respuesta a la interrogante: ¿Tiene Venezuela un modelo de desarrollo que sigue sin declinar?

Estado intervencionista

La respuesta a estas aturas parece obvia. No obstante, en el pasado los políticos crearon la ilusión de que Venezuela un modelo de desarrollo se gestaba y amplificaba. Las intervenciones económicas, más que un reflejo de un modelo de desarrollo sólido, parecen ser reacciones a crisis consecutivas. Esta adaptabilidad, si bien ha permitido al país navegar por aguas turbulentas, también ha dejado una sensación de falta de dirección.

La historia de Venezuela está marcada por momentos de esplendor y desafíos significativos. La interrogante sigue abierta: ¿Tiene el país un modelo de desarrollo propio o ha sido arrastrado por las corrientes externas, bailando siempre al son que le tocan? El futuro, aunque incierto, es una página en blanco esperando ser escrita. Solo el tiempo dirá si Venezuela puede trazar un rumbo claro hacia el desarrollo sostenible.

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