Rusia lanza ataque masivo contra infraestructura militar ucraniana usando misiles Kinzhal y drones de precisión

La madrugada de este jueves, Rusia ejecutó una operación militar de gran escala contra instalaciones estratégicas del complejo militar-industrial de Ucrania. En una acción coordinada desde aire, mar y tierra, el Kremlin desplegó misiles hipersónicos Kinzhal, drones kamikaze y artillería de largo alcance, apuntando a fábricas de armamento, centros de mantenimiento militar y depósitos logísticos. La escalada ocurre en un momento de estancamiento en el frente y plantea un giro táctico hacia objetivos de infraestructura crítica.

Una ofensiva quirúrgica que busca paralizar la producción bélica ucraniana

El portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Ígor Konashénkov, confirmó en rueda de prensa que “las fuerzas armadas rusas han destruido con éxito varias instalaciones clave del aparato militar-industrial de Ucrania, utilizando medios de alta precisión como misiles Kinzhal y drones Lancet”.

Entre los objetivos alcanzados estarían talleres de reparación de tanques en Járkov, almacenes de municiones en Dnipró, y una planta de ensamblaje de drones en las afueras de Kiev, según el análisis del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés).

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Una planta clave para el ensamblaje de blindados ucranianos quedó reducida a escombros tras el impacto de armamento hipersónico ruso, en un golpe quirúrgico que compromete la capacidad logística y tecnológica de Kiev.

Misiles Kinzhal: la carta hipersónica del Kremlin

El uso del misil Kinzhal (Daga), uno de los más avanzados del arsenal ruso, representa una señal de advertencia no solo para Kiev, sino también para Occidente. Capaz de alcanzar velocidades superiores a Mach 10 y evadir sistemas antimisiles convencionales, este proyectil puede destruir búnkeres subterráneos y estructuras reforzadas con alta precisión.

Según el general Sergey Surovikin, comandante de las Fuerzas Aeroespaciales Rusas, “los objetivos fueron seleccionados con base en inteligencia satelital y coordinación con unidades operativas en terreno, garantizando el máximo impacto y mínimo riesgo colateral”.

Ucrania acusa a Moscú de atacar infraestructura civil encubierta

Por su parte, el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, denunció que algunos de los blancos alcanzados eran de uso dual, como fábricas de repuestos y centros de distribución de ayuda humanitaria. “Rusia está convirtiendo la guerra en una campaña sistemática contra nuestra infraestructura y capacidad de recuperación”, afirmó.

El presidente Volodímir Zelenski acusó al Kremlin de “terrorismo tecnológico” y pidió una reacción inmediata de la OTAN. “El mundo no puede permanecer en silencio mientras una potencia nuclear emplea misiles hipersónicos contra una nación soberana”, señaló en su habitual discurso nocturno.

Impacto geoestratégico: advertencia a Kiev y presión sobre sus aliados

Expertos en seguridad advierten que el objetivo ruso no solo es militar: busca minar la moral de Ucrania, interrumpir la cadena de suministros y presionar a sus aliados occidentales para frenar el envío de armamento. Michael Kofman, director de estudios rusos en el Carnegie Endowment for International Peace, sostiene que Rusia está rediseñando su estrategia de guerra prolongada, optando por paralizar la logística en lugar de seguir empantanada en los frentes”.

Además, la eficacia de los sistemas defensivos occidentales, como el Patriot y el NASAMS, vuelve a estar en cuestión tras la filtración de videos que muestran drones rusos eludiendo con éxito las defensas aéreas ucranianas.

Silencio tenso en Occidente y temor a una escalada regional

La OTAN no ha emitido una respuesta directa al ataque, aunque fuentes de Bruselas citadas por Reuters reconocen que el uso reiterado de armas hipersónicas “acelera el debate sobre nuevas capacidades defensivas en Europa del Este”.

Estados Unidos, a través del portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, expresó “preocupación” por la naturaleza del ataque, pero evitó calificarlo como una “línea roja”.

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El misil hipersónico Kinzhal no solo destruye estructuras físicas: simboliza la fractura estratégica de Ucrania ante un nuevo patrón de guerra rusa, donde la tecnología de precisión redefine los escenarios del poder.

¿El inicio de una nueva etapa de guerra tecnológica o una señal de desesperación rusa?

La magnitud del ataque, la sofisticación del armamento y su precisión quirúrgica despiertan un dilema estratégico: ¿está Rusia iniciando una ofensiva que redefine las reglas del conflicto o simplemente intenta compensar su estancamiento en el frente con golpes espectaculares y disuasivos?

¿Marca este ataque un punto de inflexión hacia una guerra total centrada en la destrucción industrial o un último intento por cambiar un conflicto que se vuelve crónicamente empantanado?

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