Nada contribuye más a la despolitización de la ciudadanía que una mala politización

En un escenario donde el debate político parece cada vez más polarizado y menos enfocado en soluciones reales a los problemas que enfrenta la sociedad, la mala politización emerge como una de las principales amenazas a la salud democrática de nuestras naciones. Este fenómeno, lejos de fomentar una participación ciudadana informada y comprometida, contribuye significativamente a la despolitización de la ciudadanía, creando un clima de escepticismo y desconfianza hacia las instituciones y los procesos democráticos.

Manuel Cruz Rodríguez, filósofo y político español de notable trayectoria, y actual presidente de la Comisión General de las Comunidades Autónomas, aborda esta problemática en su reciente colaboración para El País, titulada “Contra la mala politización”. En su texto, Cruz Rodríguez desentraña las dinámicas de la polarización política, criticando la estrategia de cohesionar a los partidarios mediante el temor a un pasado gobernado por los otros, en lugar de proponer un proyecto de futuro que ilusione y comprometa a la ciudadanía en su conjunto.

Acerca de la mala politización

La mala politización, según expone Cruz Rodríguez, nos aleja de los días en que el espacio público era un lugar de debate sereno y constructivo. La actual tendencia de las fuerzas políticas a centrarse en minimizar los costes de sus incumplimientos, en lugar de cumplir con los compromisos adquiridos, es una práctica que pone en riesgo la propia esencia de la democracia. Este enfoque cortoplacista fomenta una ciudadanía fragmentada, más susceptible de ser engañada por aquellos a quienes decide apoyar, erosionando la confianza en el sistema democrático.

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La mala politización, según expone Cruz Rodríguez, nos aleja de los días en que el espacio público era un lugar de debate sereno y constructivo. La actual tendencia de las fuerzas políticas a centrarse en minimizar los costes de sus incumplimientos, en lugar de cumplir con los compromisos adquiridos, es una práctica que pone en riesgo la propia esencia de la democracia. Ilustración MidJourney

El autor no se limita a diagnosticar el problema, sino que también sugiere que aún es posible revertir esta tendencia. La clave, argumenta, reside en promover una participación ciudadana más activa y crítica, capaz de exigir a sus representantes políticos que cumplan con sus promesas y trabajen por un proyecto de sociedad compartido. La despolitización no es una condición irreversible, sino el resultado de prácticas políticas que pueden y deben ser modificadas.

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Invita a una introspección colectiva

La reflexión de Cruz Rodríguez sobre la mala politización y sus efectos sobre la despolitización ciudadana invita a una introspección colectiva sobre el tipo de participación política que queremos y necesitamos. En un momento en que las democracias occidentales enfrentan desafíos sin precedentes, desde crisis económicas hasta emergencias sanitarias y climáticas, la capacidad de generar consensos y trabajar conjuntamente por objetivos comunes es más crucial que nunca.

Este llamado a la acción no se dirige únicamente a los políticos y a las instituciones, sino también a cada ciudadano. Es en el ejercicio de nuestros derechos y responsabilidades donde radica la posibilidad de construir una democracia más sólida, inclusiva y resiliente. La politización saludable, aquella que se basa en el diálogo, el respeto y el compromiso con el bien común, es el antídoto más efectivo contra la despolitización.

Espíritu crítico y participativo

Cruz Rodríguez concluye su argumento apelando a la responsabilidad de todos los actores del sistema democrático: políticos, medios de comunicación, y ciudadanía. Solo a través de un esfuerzo conjunto será posible superar la mala politización y sus consecuencias, reavivando el espíritu crítico y participativo que debe caracterizar a una sociedad democrática. La alternativa, advierte el filósofo y político, es resignarnos a una democracia de baja intensidad, donde la apatía y el desinterés sustituyan al compromiso cívico y político.

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La apelación a un pasado idealizado o temido, utilizado como herramienta para movilizar emocionalmente a los electores, es una práctica que, aunque pueda ofrecer resultados a corto plazo, resulta perjudicial para el desarrollo de una democracia madura y participativa. Ilustración MidJourney.

En última instancia, el análisis de Manuel Cruz Rodríguez nos enfrenta a una disyuntiva fundamental: o bien optamos por una politización constructiva, que fomente la participación y el debate en torno a proyectos de sociedad compartidos, o caemos en la trampa de una mala politización que, lejos de acercarnos, nos aleja de los principios y valores democráticos. La decisión está en nuestras manos, y el futuro de nuestras democracias dependerá en gran medida de la dirección que elijamos tomar.

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Fomenta una cultura de la desinformación

La mala politización no solo desalienta la participación ciudadana activa y crítica, sino que también fomenta una cultura de la desinformación y el sectarismo. En este contexto, los discursos políticos se alejan de las necesidades reales de la población para centrarse en estrategias de confrontación que magnifican las divisiones en lugar de buscar puntos de encuentro. Esta dinámica erosiona la confianza en las instituciones democráticas y debilita el tejido social, haciendo más difícil encontrar soluciones consensuadas a los problemas colectivos.

Manuel Cruz Rodríguez, al profundizar en las causas y consecuencias de la mala politización, insta a reconsiderar la manera en que se aborda la política. La apelación a un pasado idealizado o temido, utilizado como herramienta para movilizar emocionalmente a los electores, es una práctica que, aunque pueda ofrecer resultados a corto plazo, resulta perjudicial para el desarrollo de una democracia madura y participativa. En lugar de alimentar miedos y resentimientos, Cruz Rodríguez aboga por una politización que se enfoque en el futuro, en la construcción de una visión compartida que pueda inspirar y movilizar a la ciudadanía hacia objetivos comunes.

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