Dios envió un pequeño diluvio a Brasil para mostrarnos que todo lo que está vivo nos importa

En un rincón del sur de Brasil, en la región de Rio Grande do Sul, una tragedia ecológica reciente nos ha dejado una lección que resuena profundamente: todo lo que está vivo nos importa. Esta catástrofe no solo arrasó con viviendas y cobró vidas humanas, sino que también resaltó la importancia de los animales en nuestra existencia, reflejando un cambio de conciencia que parece emergente en la sociedad moderna.

Juan Arias Martínez, periodista y filólogo nacido en Arboleas, Almería, en 1932, ha sido testigo de numerosos eventos a lo largo de su carrera, pero pocos tan significativos como el que describió en su reciente artículo para El País, titulado “Animales tratados como personas en el drama ecológico de Brasil”. Arias, con su vasta experiencia como corresponsal en Roma y el Vaticano, nos brinda una perspectiva única sobre esta tragedia, donde, por primera vez, se ha dado la misma atención a los animales que a los humanos durante las operaciones de rescate.

Todo lo que está vivo nos importa

En su artículo, Juan Arias relata cómo en Rio Grande do Sul, más de 12.000 animales fueron salvados de la muerte. Este esfuerzo no solo fue una cuestión de supervivencia, sino también un acto de empatía y compasión que resalta una verdad fundamental: todo lo que está vivo nos importa. Los animales heridos fueron atendidos por veterinarios con el mismo interés que las personas en los hospitales, y llegaron camiones y aviones cargados de comida para ellos desde todo el país. Este hecho llevó al columnista Eduardo Affonso, del diario O Globo, a afirmar: “Poco a poco nos vamos dando cuenta de que todo lo que es vivo nos importa. La próxima revolución, la de los animales, ha empezado”.

Este cambio en Brasil, en la apreciación y dignidad que merecen los animales, comenzó ya en la toma de posesión del presidente Lula da Silva. En un gesto simbólico, su esposa Janja organizó una comisión para la entrega del poder formada por personas anónimas y representativas de categorías ignoradas por el poder, incluyendo a su perrita Resistencia. Ilustración MidJourney

Este cambio en Brasil, en la apreciación y dignidad que merecen los animales, comenzó ya en la toma de posesión del presidente Lula da Silva. En un gesto simbólico, su esposa Janja organizó una comisión para la entrega del poder formada por personas anónimas y representativas de categorías ignoradas por el poder, incluyendo a su perrita Resistencia. Este simbolismo se materializó durante la tragedia reciente, cuando la familia presidencial tuvo una participación activa en el rescate de los animales, otorgándoles la misma importancia que a las personas. Esta acción hizo evidente que «todo lo que está vivo nos importa».

Caramelo en nuestros corazones

El relato de Juan Arias sobre el rescate de Caramelo, un caballo atrapado en el tejado de una casa destruida, es particularmente conmovedor. Lula da Silva, profundamente conmovido por la situación de Caramelo, pidió ayuda al Ejército para su rescate. Esta historia, que dio la vuelta al mundo, se convirtió en un símbolo del nuevo compromiso de Brasil hacia los animales. Desde ese momento, la atención de los servicios de emergencia por los animales en peligro se duplicó, destacando una creciente toma de conciencia sobre la dignidad y el valor de todas las formas de vida.

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El periodista también reflexiona sobre la relación entre humanos y animales, recordando una columna del genial Manuel Vicent, quien ironizaba sobre los esfuerzos «infrahumanos» de los atletas olímpicos en comparación con las habilidades naturales de los animales. Esta comparación nos lleva a cuestionar nuestra percepción de superioridad sobre los animales y a reconocer que ellos, también, tienen una serie de cualidades que a menudo nos faltan. Desde la capacidad de volar de un águila hasta la inteligencia social de las hormigas, los animales poseen habilidades que superan las nuestras en muchos aspectos. Esto refuerza la idea de que todo lo que está vivo nos importa, una conciencia que, según Arias, empieza a ser reconocida tanto por científicos como por aquellos que conviven con animales.

Una mirada a los ojos

El contexto de esta nueva conciencia no solo se limita a Brasil. En todo el mundo, los descubrimientos sobre el cerebro animal revelan que nuestras diferencias con los animales no son tan grandes como solíamos pensar. Arias menciona cómo sus propios gatos, Babel y Luna, exhiben comportamientos sofisticados que desafían la creencia de que los humanos son los únicos seres pensantes. Esta observación sugiere que quizás deberíamos reconsiderar nuestra relación con los animales y reconocer que ellos también tienen mucho que enseñarnos.

El relato de Juan Arias sobre el rescate de Caramelo, un caballo atrapado en el tejado de una casa destruida, es particularmente conmovedor. Lula da Silva, profundamente conmovido por la situación de Caramelo, pidió ayuda al Ejército para su rescate. Esta historia, que dio la vuelta al mundo, se convirtió en un símbolo del nuevo compromiso de Brasil hacia los animales. Ilustración MidJourney.

La tragedia de Rio Grande do Sul, en la que cientos de personas murieron y cerca de un millón fueron desalojadas de sus hogares, ha sido una llamada de atención sobre la interconexión de todas las formas de vida en nuestro planeta. La respuesta del gobierno y la sociedad brasileña al rescate de los animales demuestra un cambio significativo en la manera en que valoramos a nuestros compañeros no humanos. Este cambio no solo es un reflejo de compasión, sino también una muestra de que «todo lo que está vivo nos importa» es una verdad que comienza a ser aceptada y aplicada de manera práctica.

Redescubrimiento de nuestra humanidad

Juan Arias concluye su artículo con una reflexión sobre la importancia de cambiar nuestro lenguaje y percepción hacia los animales. No debemos verlos como seres inferiores, sino como nuestros compañeros en este planeta, con habilidades y emociones que merecen respeto y reconocimiento. La revolución de los animales, como la llama Eduardo Affonso, no es solo una cuestión de derechos, sino de redescubrimiento de nuestra humanidad a través de la empatía hacia todas las formas de vida.

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Este reportaje no solo documenta un evento específico en Brasil, sino que también nos invita a reconsiderar nuestra relación con el mundo natural. Al hacerlo, reafirma la idea de que todo lo que está vivo nos importa, una lección que, aunque desencadenada por una tragedia, tiene el potencial de transformar nuestra sociedad hacia un futuro más compasivo y consciente.

La tragedia en Rio Grande do Sul ha dejado una marca indeleble en nuestra conciencia colectiva, recordándonos la importancia de valorar cada vida, sin importar su forma. Este evento no solo subraya la necesidad de respuestas rápidas y eficaces ante desastres naturales, sino también la urgencia de un cambio cultural que reconozca y respete la interconexión de todas las especies. Al fin y al cabo, la lección más profunda de este “diluvio” es que todo lo que está vivo nos importa. Esta premisa nos insta a actuar con compasión y solidaridad, asegurando que nuestras acciones reflejen un verdadero compromiso con la protección y el bienestar de todos los seres vivos en nuestro planeta.

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