La bélica EE.UU. no sabe cómo guerrear en la disputa con China de carácter tecnológico

Mientras Estados Unidos ha forjado su reputación como superpotencia bélica, las batallas del siglo XXI se están librando en un escenario completamente diferente: el tecnológico. En este nuevo teatro, China ha surgido como un contendiente formidable con un objetivo claro: desplazar a Estados Unidos como la superpotencia tecnológica y económica del mundo.

China ha sido enfático. A diferencia de la postura agresiva de Estados Unidos, el gigante asiático no busca la supremacía global a través de las armas. En cambio, sus líderes han comunicado su deseo de liderar en campos tecnológicos avanzados, que han sido fortalezas tradicionales de Estados Unidos. Como observan Michael Brown y Robert Atkinson en Foreign Affairs, China está empleando un enfoque «mercantilista de la innovación», adoptando tácticas como el robo de propiedad intelectual y la transferencia forzada de tecnología.

Lo tecnológico en el epicentro

A pesar de esta amenaza evidente, Washington ha adoptado medidas desarticuladas. Se ha centrado principalmente en la protección de la propiedad intelectual y en contrarrestar las prácticas comerciales desleales. Sin embargo, se requiere un enfoque más integrado para superar a China en la carrera tecnológica.

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La batalla no se librará con armas, sino con innovación, estrategia y determinación. Ilustración MidJourney

Históricamente, Estados Unidos ha demostrado ser capaz de liderar revoluciones industriales. Desde la visión de Alexander Hamilton en 1791 para fomentar la manufactura nacional hasta las políticas tecnológicas del periodo posterior al lanzamiento del Sputnik, la nación ha establecido patrones de innovación y crecimiento. Pero en la actualidad, con la combinación simultánea de múltiples tecnologías emergentes, el liderazgo tecnológico nunca ha sido más crucial.

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Mucho dinero en la bolsa

Es evidente que la economía de China, valorada en 17 billones de dólares, se aproxima rápidamente a la estadounidense, que cuenta con 23 billones de dólares. Pero en conjunto, el PIB de Estados Unidos junto con sus aliados supera los 50 billones de dólares. Es vital que Estados Unidos trabaje conjuntamente con sus aliados para asegurar el dominio tecnológico y económico. Además, se requiere una defensa robusta contra las tácticas de China que buscan capitalizar la sociedad abierta de Estados Unidos.

Lo que es aún más apremiante es la necesidad de que Estados Unidos establezca un consenso sobre su política industrial y desarrolle una estrategia a largo plazo que incorpore tanto al sector privado como a las instituciones de investigación. En este sentido, la academia y las empresas tienen un papel fundamental que desempeñar.

Liderará a innovación

No hay duda de que el futuro de la competencia global entre estas dos superpotencias descansará en gran medida en quién domine la próxima ola de innovación tecnológica. La historia ha demostrado que Estados Unidos tiene la capacidad y la resiliencia para liderar; sin embargo, para hacerlo en esta ocasión, debe adaptarse rápidamente y adoptar un enfoque más estratégico y unificado para enfrentar a un competidor tan formidable como China.

Con un panorama mundial en constante cambio y un competidor decidido a liderar el escenario tecnológico, Estados Unidos debe reevaluar y reinventar su enfoque si quiere mantener su posición en el escenario mundial en las décadas venideras. La batalla no se librará con armas, sino con innovación, estrategia y determinación. La pregunta sigue siendo: ¿Está Estados Unidos preparado para este nuevo tipo de guerra? Solo el tiempo lo dirá.

Tierra de desafíos

La historia ha demostrado que en momentos cruciales, Estados Unidos ha logrado movilizar recursos, talento y capital para superar grandes desafíos. La carrera espacial, la revolución digital y otros momentos definitorios ilustran la capacidad del país para innovar y liderar. Pero ahora, enfrentando a un rival como China, que no solo posee una base industrial masiva sino también una visión estratégica clara de su futuro tecnológico, Estados Unidos no puede permitirse la complacencia. Las tácticas chinas en esta nueva era de competencia van más allá del mero juego económico; están arraigadas en una comprensión de que la superioridad tecnológica es sinónimo de poder geopolítico y de influencia global.

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China está empeñada en dominar todos los espacios tecnológicos del planeta. Ilustración MidJourney

En el ámbito académico, los expertos en historia y política han señalado que la actual contienda tecnológica entre Estados Unidos y China se asemeja a la Guerra Fría con la Unión Soviética, pero con dimensiones más complejas. La Dra. Eleanor Hughes, una prominente historiadora en relaciones internacionales, menciona: «Durante la Guerra Fría, la contienda se centraba más en la ideología y el poder militar. Sin embargo, con China, estamos presenciando una lucha por el dominio económico, la supremacía tecnológica y, en última instancia, por establecer el modelo a seguir en el nuevo orden mundialLa afirmación de la Dra. Hughes subraya que, aunque las armas y los arsenales militares aún son relevantes, el verdadero campo de batalla ahora está en laboratorios de investigación, centros de desarrollo tecnológico y fábricas de semiconductores.

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La mirada internacional

Por otro lado, las organizaciones internacionales están observando con creciente preocupación cómo esta competencia puede afectar la estabilidad global. Según el último informe de la Organización Mundial del Comercio, las tensiones entre Estados Unidos y China han causado perturbaciones en las cadenas de suministro globales, con efectos potencialmente dañinos para las economías más pequeñas que dependen de la interconexión del comercio mundial. Es crucial, entonces, que ambas superpotencias busquen maneras de competir sin comprometer el entramado económico global que ha sido laboriosamente construido durante décadas.

Mientras que Estados Unidos ha enfrentado rivales en el pasado y ha emergido victorioso, la competencia con China presenta desafíos singulares. No es solo una cuestión de quién tiene la tecnología más avanzada, sino también de qué nación puede establecer las reglas para el próximo capítulo de la historia global. A medida que ambos países se esfuerzan por lograr un avances tecnológico en campos desde la inteligencia artificial hasta la biotecnología, la verdadera pregunta es: ¿puede esta competencia coexistir con la cooperación en áreas de interés mutuo? Solo el tiempo dirá si la historia mirará hacia atrás a este período como uno de rivalidad destructiva o como el comienzo de una nueva era de colaboración y competencia constructiva.

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