Narayanappa Janardhan: Por qué los BRICS+ no deben ser un dolor de cabeza geopolítico

Los BRICS+ no deben ser un dolor de cabeza para la geopolítica global. Esta afirmación puede sorprender a quienes ven la expansión de este bloque como una amenaza creciente al orden occidental. Sin embargo, figuras como Narayanappa Janardhan, director de investigación y análisis en la Academia Diplomática Anwar Gargash de Abu Dhabi, aseguran que este grupo de economías emergentes no pretende desafiar de manera directa a Occidente. El reciente crecimiento de los BRICS, que ahora incluye países como los Emiratos Árabes Unidos, Egipto e Irán, más que un enfrentamiento con las potencias occidentales, es una muestra del deseo de los países en desarrollo de redefinir su lugar en el escenario internacional sin tener que alinearse por completo con Estados Unidos o China.

Narayanappa Janardhan, quien publicó su análisis en el medio de política estadounidense The Hill , bajo el título: «La expansión de los BRICS es una señal de alejamiento de Occidente, no un giro en su contra», es uno de los expertos que ha desmenuzado el verdadero propósito detrás de este bloque emergente. Con amplia experiencia en geopolítica y diplomacia, Janardhan señala que los BRICS+, ahora con una representación que abarca el 46% de la población mundial y el 36% del PIB global en términos de paridad de poder adquisitivo, no deben verse como una agrupación antagonista. En su análisis, Janardhan destaca que la expansión de los BRICS se basa en la necesidad de estos países de encontrar nuevas oportunidades económicas y diplomáticas, especialmente aquellos que sienten que el orden liderado por Occidente les ha negado.

Los BRICS+ no deben ser un dolor de cabeza

Los BRICS+ no deben ser un dolor de cabeza. Esta premisa, que Janardhan reitera en su artículo, se refiere a la idea de que la agrupación no busca enfrentar a las potencias occidentales, sino más bien establecer una vía alternativa para que las economías en desarrollo colaboren en temas clave como el comercio, la tecnología y la seguridad sin depender completamente de las estructuras creadas por Occidente. Un ejemplo claro de esto es la decisión de los Emiratos Árabes Unidos de unirse al BRICS, lo cual no implica un alejamiento de su estrecha relación con Estados Unidos, sino que refleja la diversificación diplomática y económica que este país, junto con otros de la región, están llevando a cabo. La multipolaridad es el nuevo enfoque de la diplomacia internacional, y los BRICS están ayudando a trazar este camino.

Desde sus inicios en 2009, los BRICS se percibieron como un bloque de economías emergentes que buscaban mayor colaboración económica entre sí. Sin embargo, con el tiempo, el grupo ha tomado una postura más clara en cuanto a la necesidad de equilibrar el poder en el sistema internacional. Ilustración MidJourney

Desde sus inicios en 2009, los BRICS se percibieron como un bloque de economías emergentes que buscaban mayor colaboración económica entre sí. Sin embargo, con el tiempo, el grupo ha tomado una postura más clara en cuanto a la necesidad de equilibrar el poder en el sistema internacional. Janardhan argumenta que la reciente expansión es una respuesta directa a la creciente polarización entre Estados Unidos y China. Lejos de tratarse de un club antioccidental, los BRICS+, en su nueva versión, están buscando oportunidades que permitan a los países del Sur Global posicionarse como actores relevantes en los asuntos internacionales sin tener que verse arrastrados a la competencia entre las grandes potencias.

Una realidad muy interesante

El ex embajador de Pakistán en Estados Unidos, Husain Haqqani, que colabora junto con Janardhan en la Academia Diplomática Anwar Gargash, también ha resaltado que los BRICS+ no deben ser un dolor de cabeza para la diplomacia occidental. Aunque ciertos sectores en Estados Unidos pueden ver la expansión de este bloque con retroceso, Haqqani señala que la realidad es más compleja. Los países que se han unido recientemente, como Arabia Saudita, no lo han hecho con la intención de desafiar directamente a Washington o Bruselas. De hecho, Arabia Saudita aún mantiene estrechos lazos con Occidente, aunque no haya formalizado su adhesión al BRICS. Esto refleja una realidad diplomática más matizada, en la que los países buscan diversificar sus relaciones sin romper con sus aliados históricos.

Tambièn puedes leer: Gracias Jeff Bezos: El Post ofreció una visión dramática de cómo es una “América trumpificada”

El BRICS 2.0 es un reflejo del deseo de muchos países emergentes de encontrar una mayor representación en los foros globales. Como ha señalado Janardhan, esto se debe en parte a la percepción de que las instituciones dominadas por Occidente, como el FMI y el Banco Mundial, no han respondido adecuadamente a las necesidades del Sur Global. Los BRICS, con la creación de alternativas como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, han comenzado a ofrecer opciones que permiten a los países en desarrollo financiar proyectos de infraestructura sin tener que ajustarse a las duras condiciones impuestas por los organismos de Bretton Woods.

EE.UU. tiene una oportunidad

Es por esto que los BRICS+ no deben ser un dolor de cabeza, como se ha mencionado repetidamente en el análisis de Janardhan. En lugar de ver al bloque como un desafío a Occidente, los políticos estadounidenses podrían aprovechar esta nueva configuración geopolítica para recalibrar su relación con estas economías emergentes. A pesar de la reciente expansión del bloque, la realidad es que muchos de sus nuevos miembros, como los Emiratos Árabes Unidos e India, mantienen relaciones cercanas con Estados Unidos. Este hecho subraya que la adhesión al BRICS no implica una ruptura automática con el orden liderado por, sino una diversificación de las alianzas en un mundo cada vez más multipolar.

Los países que se unen al BRICS no lo hacen para desafiar a Estados Unidos, sino para tener más opciones en un escenario internacional que cada vez se ve más dominado por la rivalidad entre Washington y Pekín.

Además, Janardhan subraya que los BRICS+, al no estar definidos por una ideología estricta, ofrecen una flexibilidad que los hace atractivos para una amplia gama de países. En la reciente cumbre del BRICS, celebrada en Sudáfrica, el presidente ruso, Vladimir Putin, dejó claro que el grupo no es «antioccidental», sino «no occidental», una distinción importante que refleja la naturaleza inclusiva de esta alianza. Los países que se unen al BRICS no lo hacen para desafiar a Estados Unidos, sino para tener más opciones en un escenario internacional que cada vez se ve más dominado por la rivalidad entre Washington y Pekín.

Tambièn puedes leer: Michelle Obama: Mortalidad infantil en EE.UU. seguirá en aumento con Donald Trump en la presidencia

En conclusión, los BRICS+ no deben ser un dolor de cabeza para la geopolítica global. Como ha argumentado Narayanappa Janardhan en su reciente análisis, la expansión del bloque refleja una estrategia de diversificación más que de confrontación. En un mundo donde las alianzas se están volviendo cada vez más fluidas, los países están buscando formas de maximizar sus oportunidades económicas y diplomáticas. Los BRICS ofrecen una plataforma para hacerlo, pero esto no significa que se estén alineando en contra de Occidente. En lugar de preocuparse por la expansión del bloque, los responsables políticos occidentales harían bien en buscar formas de cooperar con los BRICS+ y sus miembros, reconociendo que este grupo representa una nueva realidad en el sistema internacional, pero no una amenaza directa.

Related articles

- Publicidad -spot_imgspot_img
spot_imgspot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí