Kamala Harris emerge con fuerza en las últimas encuestas y en la percepción general de los asesores y aliados de su campaña, a medida que se acercan las elecciones del 5 de noviembre. En un escenario político marcado por la polarización y la estrecha diferencia en las encuestas, Harris se ha consolidado como una de las principales figuras del Partido Demócrata, capaz de disputar el voto en estados clave. Este optimismo no es casual. Con el peso de una campaña bien estructurada y un mensaje contundente contra el expresidente Donald Trump, Harris parece tener el viento a su favor en lo que será una de las contiendas más reñidas de la historia reciente de Estados Unidos.
Reid J. Epstein, Lisa Lerer y Maggie Haberman, periodistas de The New York Times, con amplia experiencia en la cobertura de campañas presidenciales, han retratado este cambio de dinámica en su artículo titulado: «Los asesores de Harris se muestran cada vez más optimistas sobre «La derrota de Trump». Epstein, quien ha cubierto campañas desde Washington y ha trabajado para medios como The Wall Street Journal, Politico y Newsday, junto con Lerer y Haberman, quienes tienen casi dos décadas de experiencia en política nacional, sostienen que los asesores de Harris creen que la carrera ha comenzado a inclinarse a su favor. Los tres periodistas han señalado que los estrategas demócratas han redoblado esfuerzos para posicionar a Trump como una amenaza fascista, lo que parece estar resonando con votantes indecisos en estados cruciales.
Kamala Harris está a punto
A medida que los días avanzan, Kamala Harris continúa cimentando su imagen entre los votantes, especialmente aquellos preocupados por los derechos reproductivos y el acceso a los servicios de salud. La decisión de la Corte Suprema de revocar el fallo Roe v. Wade sigue siendo un factor movilizador para una base importante de mujeres votantes, quienes ven en Harris una defensora de sus derechos. Esto ha permitido que la vicepresidenta mantenga su competitividad en estados habitualmente disputados como Arizona y Carolina del Norte, donde las encuestas muestran una carrera muy cerrada. Sin embargo, sus asesores han expresado especial confianza en los estados del «muro azul» como Michigan, Pensilvania y Wisconsin, donde Harris se mantiene ligeramente por delante en algunas encuestas internas.

La estrategia de la campaña de Kamala Harris se ha centrado en la movilización de votantes jóvenes y mujeres, dos grupos demográficos clave que podrían inclinar la balanza a su favor. Además, los esfuerzos por etiquetar a Trump como un líder autoritario y peligroso, con inclinaciones fascistas, han calado en un número pequeño pero significativo de republicanos moderados. La narrativa de la campaña de Harris se ha alineado con el temor de que un segundo mandato de Trump podría suponer un retroceso democrático, algo que ha generado un nivel considerable de entusiasmo entre los progresistas.
Brecha para una delantera
El impacto de este discurso no ha pasado desapercibido para los asesores de Trump, quienes han expresado su preocupación por la posibilidad de que Harris logre atraer a votantes moderados e indecisos. Aunque Trump sigue siendo popular entre su base más fiel, las advertencias sobre sus elogios a figuras históricas como Hitler, reveladas por su ex jefe de gabinete, John F. Kelly, podrían alejar a sectores clave, especialmente en estados con una presencia significativa de republicanos judíos, como Pensilvania y Michigan. Los demócratas creen que esta brecha puede ser suficiente para que Harris tome la delantera en esos territorios clave.
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A pesar de que los asesores de Kamala Harris mantienen un optimismo cauteloso, la realidad es que la carrera sigue siendo extremadamente competitiva. Los promedios de las encuestas en los siete estados clave muestran que Harris y Trump están dentro del margen de error, lo que sugiere que cualquier pequeño acontecimiento en los días previos a la elección podría ser determinante. La campaña de Harris se ha invertido considerablemente en su operación de campo, movilizando a más de 2.500 voluntarios en estos estados clave, mientras que el equipo de Trump ha optado por depender de grupos externos y super PACs para cubrir el mismo terreno.
La base está eufórica
El estado de ánimo dentro de la campaña de Kamala Harris ha mejorado significativamente en las últimas semanas, impulsado por una serie de eventos masivos que han energizado a su base. Un ejemplo de esto fue el mitin en Houston el pasado viernes, donde Harris fue recibida por 30.000 personas en un evento que contó con la participación de Beyoncé. Este tipo de actos han ayudado a reforzar la imagen de Harris como una candidata conectada con las preocupaciones de los candidatos más jóvenes y progresistas, lo que contrasta con los eventos de Trump, que, aunque multitudinarios, se han caracterizado por una retórica incendiaria y divisiva.
Sin embargo, no todo es certeza dentro del equipo de Kamala Harris. Algunos estrategas han manifestado preocupación por la debilidad en ciertos segmentos del electorado, como los republicanos árabes estadounidenses en Michigan, quienes se sienten alienados por la postura de la administración Biden sobre el conflicto en Gaza. Estos derrotados, históricamente demócratas, podrían inclinarse hacia la abstención o incluso votar por Trump en señal de protesta, lo que pondría en riesgo los márgenes de victoria en un estado crucial.

Las promesas ayudan
El factor económico también juega un papel central en la estrategia de Kamala Harris. Los demócratas han prometido mejorar la economía, reducir los costos de vivienda y apoyar la creación de empleos bien remunerados. Este enfoque ha resonado en estados como Nevada y Georgia, donde la crisis económica ha golpeado duramente a las clases trabajadoras. A pesar de que Trump ha intentado centrar la campaña en temas como la inmigración y el crimen, Harris ha mantenido el foco en las cuestiones económicas y sociales que afectan directamente a los votantes.
En las últimas semanas, el ritmo de la campaña se ha acelerado para ambos candidatos. Kamala Harris ha recorrido varios de los estados más disputados, buscando consolidar el apoyo entre los votantes indecisos. Su discurso se ha centrado en un mensaje de esperanza y unidad, en contraste con la retórica más combativa de Trump, quien sigue prometiendo la «liberación» de Estados Unidos de lo que él llama un «gobierno ocupado». Harris, por su parte, ha sido clara en su visión de futuro, afirmando que las próximas elecciones definirán el rumbo del país para las próximas décadas.
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Mujeres, justicia socia y economía
Con el 5 de noviembre cada vez más cerca, los asesores de Kamala Harris confían en que su enfoque en los derechos reproductivos, la justicia social y la economía le dará la ventaja necesaria para ganar. Aunque la carrera sigue siendo ajustada, la campaña de Harris pinta bien en la pizarra de apuestas, especialmente en aquellos estados donde el margen es tan estrecho que cualquier movimiento podría ser decisivo.
Esta última recta será fundamental para determinar si Kamala Harris podrá convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos, o si Donald Trump regresará al poder para un segundo mandato lleno de incertidumbre y polarización. Ambos candidatos se juegan su futuro político y, con ello, el destino del país.