Narrativa sobre la enorme inutilidad de poseer tarjetas de crédito en Venezuela

Las tarjetas de crédito, antaño símbolo de estatus y solvencia, se ha transformado en Venezuela en un elemento prácticamente obsoleto. El escenario económico actual de Venezuela, marcado por una inflación que supera el 400%, ha generado una paradoja bancaria: otorgar créditos por esta vía se ha vuelto económicamente inviable para los bancos. Y es que, ¿Qué entidad financiera estaría dispuesta a prestar a una tasa de interés del 30% cuando la inflación se cuadriplica?

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Según datos de la Superintendencia de Bancos (Sudeban), al marzo de este año, los plásticos apenas representan el 1,8% de todos los préstamos otorgados por las instituciones financieras en el país. Esta cifra contrasta drásticamente con el panorama de hace apenas una década, cuando en 2012, estos créditos alcanzaban el 12% del total. La tendencia descendente y la disminución de la confianza en esta herramienta financiera se evidencia en la reticencia de los bancos a emitir nuevos plásticos o a aumentar los límites de crédito.

Tarjetas de Crédito
Ahorrar en dólares o en Bitcoin es la alternativas para los que tienen dinero. Ilustración MidJourney

Tarjetas de Crédito en Venezuela

Para muchos venezolanos, las tarjetas de crédito dejaron de ser un medio para financiar lujos o viajes y se convirtió, en plena crisis, en una vía de acceso a necesidades básicas como alimentos o medicinas. Pero, ante el declive de la tarjeta y la restrictiva política de créditos, este recurso se vio reducido a mínimos históricos. Aunque aún existen tarjetahabientes con límites que fluctúan entre los US$30 y US$100, estos montos resultan irrisorios en un contexto donde, según el Cendas, la canasta alimentaria familiar -indispensable para una familia de cinco miembros- se sitúa por encima de los US$500 mensuales.

El impacto de la desaparición gradual de la financiación plástica va más allá de los números. Los hábitos de consumo se han transformado, y una población que otrora recurría a esta vía crediticia para manejar sus finanzas personales se encuentra ahora con opciones limitadas y menos flexibilidad. «Las tarjetas de crédito eran un termómetro de la solidez económica de un país. Su declive en Venezuela refleja la difícil situación económica que vive el país», comenta Eduardo Gómez, historiador especializado en América Latina.

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Las mortales regulaciones

Para los expertos, la regulación de las tasas de interés por parte del gobierno ha sido un factor determinante en esta problemática. Aunque con intenciones de proteger al consumidor, estas medidas han terminado por desincentivar el otorgamiento de créditos. Raúl Martínez, analista financiero, afirma que «los controles de precios y tasas de interés, sin considerar el contexto inflacionario, han dejado a los bancos sin margen de maniobra. La ecuación es simple: prestar a estas tasas resulta en pérdidas».

Este escenario ha llevado a las entidades financieras a ser extremadamente cautelosas, restringiendo el acceso a nuevos créditos y manteniendo límites bajos para quienes aún conservan sus tarjetas de crédito. En un país donde el efectivo es escaso y el sistema bancario es esencial para el día a día, la merma de las tarjetas de crédito se siente con fuerza en la cotidianidad del ciudadano.

En palabras de Alejandro Ríos, reconocido político venezolano, «la crisis de las tarjetas de crédito es solo un reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta Venezuela. Revertir esta tendencia implica abordar las causas raíz de nuestra crisis económica».

Tarjetas de Crédito
Ningún banco dará créditos con restricciones que obligan a la pérdida. Ilustración MidJourney

El pasado que pasó

Las tarjeta de crédito en Venezuela se ha convertido en un vestigio de tiempos mejores, una herramienta que, si bien sigue presente, ha perdido gran parte de su utilidad y relevancia en un país que lucha diariamente por redefinir su rumbo económico.

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La desconfianza generalizada en la economía nacional ha llevado a muchos venezolanos a buscar alternativas financieras. El uso de monedas extranjeras y la adopción de tecnologías como las criptomonedas han comenzado a ganar terreno en la vida cotidiana. Para muchos, este cambio no solo representa una estrategia de supervivencia ante la hiperinflación, sino también una forma de adaptarse a un mundo globalizado donde las tarjetas de crédito tradicionales han perdido protagonismo. No es raro observar transacciones cotidianas en dólares o incluso en Bitcoin, especialmente en las principales ciudades del país.

Las nuevas prácticas

Estas nuevas prácticas no solo son una respuesta a la inutilidad creciente de las tarjetas de crédito, sino también un reflejo de la resiliencia y adaptabilidad de los venezolanos. Ante la adversidad, la población ha buscado y encontrado formas innovadoras de enfrentar los retos económicos. Sin embargo, el surgimiento de estas alternativas plantea nuevos desafíos, especialmente en términos de regulación y seguridad financiera. Mientras algunos ven en las criptomonedas una solución a largo plazo, otros advierten sobre los riesgos asociados con su uso, especialmente en un ambiente tan volátil.

No obstante, lo que resulta indiscutible es que Venezuela está en medio de una transformación financiera profunda. Mientras que las tarjetas de crédito se desvanecen como instrumento financiero predominante, emergen nuevas herramientas y prácticas que definen la relación de los ciudadanos con el dinero. En este escenario, la adaptabilidad y la educación financiera se vuelven esenciales para navegar con éxito las aguas de una economía en constante cambio.

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