Petroleros, política y paranoia: ¿Es Venezuela la nueva joya escondida para inversores?

¿Es Venezuela la nueva joya escondida para inversores? El negocio petrolero ha sido tradicionalmente un terreno plagado de volatilidad, un baile delicado que involucra geopolítica, economía y, por supuesto, el oro negro que mueve al mundo.

Es bien sabido que los principales productores de petróleo suelen estar en regiones de gran inestabilidad política y económica. Añada a eso la constante paranoia de los bloques petroleros internacionales ante la amenaza de intervenciones militares extranjeras y los países compradores ansiosos por la fluctuación de precios, y tendrá un panorama que solo los más valientes o los más desesperados desearían abordar. En este caldero de incertidumbres, Venezuela emerge como un paria en el escenario mundial, pero también como una posible joya escondida para los inversores audaces.

Venezuela la nueva joya

Las reservas probadas de petróleo de Venezuela son las más grandes del mundo, superando incluso a las de países miembros de la OPEP como Arabia Saudita e Irán. Según datos de BP Statistical Review of World Energy 2021, Venezuela ostenta aproximadamente el 17.5% de las reservas globales. Sin embargo, debido a una combinación de mala gestión, sanciones internacionales y agitación política, la producción de petróleo ha estado en declive constante, disminuyendo a menos de 731.000 barriles por día (bpd), un alza del 5,48 % respecto a los últimos tres meses de 2022 según la OPEP, desde los más de 3 millones en la década de 1990.

Venezuela la nueva joya
Venezuela podría representar una apuesta que podría pagar dividendos considerables. Ilustración MidJourney

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El riesgo en Venezuela no es trivial. Human Rights Watch y otros organismos han señalado violaciones sistemáticas a los derechos humanos, y el país ha estado en el punto de mira de las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, los analistas señalan que donde hay riesgo, también hay recompensa. De allí que llamar a Venezuela la nueva joya de la corona no es un capricho.

La papa caliente en la boca

El calor y el hambre hacen que muchos soporten la papa caliente en la boca. Antonia Juarez, experta en mercados emergentes, sostiene que «Venezuela es un riesgo que muchos no quieren tomar, pero la realidad es que las tasas de retorno podrían ser astronómicas para los inversores que se involucren en el momento adecuado». La clave, según Juarez, es una combinación de mejoras políticas y económicas, posiblemente respaldadas por actores internacionales que buscan estabilizar el país.

En el escenario geopolítico, una transición democrática o incluso un cambio en las políticas internas podría facilitar un levantamiento de las sanciones, aumentando instantáneamente el valor de los activos petroleros venezolanos. Sin embargo, para los que capitalizan en riesgos esto haría de Venezuela la nueva joya

Venezuela la nueva joya
Los inversionistas no ven el caos en Venezuela, solo ven las posibilidades. Ilustración MidJourney

devaluada de la corona. Ricardo Álvarez, un historiador especializado en América Latina, señala que «si observamos la historia, países como Angola y Azerbaiyán han experimentado auges petroleros tras períodos de inestabilidad. No es imposible imaginar un escenario similar en Venezuela».

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Interesante complejidad

Claro está, la situación en Venezuela es compleja. A la intrincada red de consideraciones económicas y políticas se suman factores culturales e ideológicos que podrían hacer que cualquier transición sea volátil. La presencia de intereses extranjeros, desde China hasta Rusia, agrega otra capa de complejidad.

No obstante, para inversores con alta tolerancia al riesgo y una visión a largo plazo, Venezuela la nueva joya podría representar una apuesta que podría pagar dividendos considerables. «Estamos hablando de reservas no explotadas y de una infraestructura que, aunque en mal estado, existe y podría rehabilitarse», dice Mark Thompson, consultor en inversiones de energía.

Venezuela es un enigma envuelto en una capa de incertidumbres políticas y económicas. Pero al igual que un diamante en bruto, podría, bajo las circunstancias adecuadas, revelar un valor excepcional que muchos han pasado por alto. Sin embargo, dada la constelación de desafíos que enfrenta el país, cualquier inversión sería una apuesta altamente especulativa. Como dice el viejo adagio en el mundo del petróleo y la inversión, «la recompensa viene con riesgos», y en el caso de Venezuela, ambos son excepcionalmente altos.

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