Desde el exilio un ex sindicalista informa cuánta gasolina se produce en Venezuela

El oscuro panorama del sector petrolero venezolano cobra luz con la intervención de Iván Freitez, dirigente sindical petrolero exiliado en Estados Unidos, quien ha decidido revelar cifras concretas sobre la producción de gasolina en el país caribeño. Según el exsindicalista, quien afirma basarse en información proveniente de fuentes laborales directamente implicadas en el proceso, la producción total de gasolina asciende a 95.000 barriles diarios.

Esta cifra se descompone en 50.000 barriles que provienen del Complejo Refinador Paraguaná (CRP) que engloba a Amuay y Cardón, 25.000 barriles de la refinería El Palito y 20.000 de la refinería de Puerto La Cruz. Sin embargo, no toda esa gasolina queda en Venezuela. Freitez afirma que 10.000 barriles diarios se destinan a exportaciones a Cuba, lo que supone el 10,52% del total producido. Un dato llamativo, dada la acuciante escasez que vive gran parte del país, en particular en las regiones orientales y occidentales.

Gasolina
Venezuela se encuentra muy por debajo de lo necesario para abastecer el parque automotor. Ilustración MidJourney

El asunto de la gasolina

El enigma de cuánta gasolina consume realmente Venezuela se encuentra teñido por la incertidumbre. Si bien el consumo teórico oscila entre 230.000 y 240.000 barriles diarios para una flota vehicular de 4 millones de unidades, las cifras reales apuntan a una demanda efectiva de 110.000 barriles al día. Para el economista José Guerra, cofundador del Observatorio Venezolano de Finanzas, esta producción real no supera los 70.000 barriles por día. Asimismo, critica duramente la gestión del recurso: «Las gigantescas pérdidas por el subsidio a la gasolina, los regalos al exterior, la corrupción y el incendio de 2012 (en Amuay) acabaron por dinamitar las empresas refinadoras. Los iraníes han sido incapaces de reactivarlas».

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A esto se suma la preocupante recesión económica. Datos recientes del Observatorio Venezolano de Finanzas indican que, en el primer semestre del año, el Producto Interno Bruto (PIB) sufrió una contracción del 7%. Este dato revela que un incremento en la actividad económica podría ejercer aún más presión sobre la ya comprometida demanda de combustible.

Nada pinta bien

El panorama sobre el abastecimiento de gasolina a futuro no es alentador. El economista Rafael Quiroz Serrano estima que, para recuperar la industria petrolera a sus niveles de 1998, serían necesarias inversiones de 25.000 millones de dólares anuales durante una década. Por su parte, José Toro Hardy, exdirector externo de PDVSA, eleva la cifra a 30.000 millones de dólares por año. La gran incógnita radica en cómo obtener tales recursos en medio de la crisis.

PDVSA, la empresa estatal petrolera, exhibe en sus redes sociales un esfuerzo continuo para revitalizar la infraestructura petrolera del país. La narrativa oficial sigue siendo que las sanciones impuestas por Estados Unidos son la causa principal de la crisis, aunque antes se apuntaba a un supuesto sabotaje de la oposición.

Un problema que ya es crónico

La realidad es que Venezuela, país con una de las mayores reservas petroleras del mundo, enfrenta un problema crónico de abastecimiento de gasolina. Pese a las importaciones y a las mezclas en refinerías, la escasez se hace cada vez más palpable en las calles del país. Y por el momento, una solución parece elusiva.

Gasolina
Un país antes conocido por tener la gasolina más barata del mundo ahora hace fila. Ilustración MidJourney

A pesar de la riqueza en recursos naturales, Venezuela se ha convertido en un escenario de paradojas económicas. El declive de la industria petrolera, otra fuente de opulencia nacional, es reflejo de años de desinversión, falta de mantenimiento y, en muchos casos, gestión inadecuada. Las inversiones extranjeras, que una vez fluyeron en abundancia ante la promesa del oro negro, ahora se han evaporado ante la percepción de inestabilidad política y un clima empresarial desfavorable. La combinación de sanciones internacionales, corrupción interna y falta de expertise técnico ha dejado al sector en una situación de extrema vulnerabilidad.

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Los que se quedaron 

La población venezolana, mientras tanto, padece las consecuencias directas de esta crisis por gasolina. Las largas colas en estaciones de servicio se han convertido en una imagen cotidiana en muchas ciudades. Lo que alguna vez fue considerado un derecho adquirido, el combustible barato, ahora es un lujo que muchos no pueden costear, llevando a un mercado negro en auge y a la aparición de redes de contrabando. Estas circunstancias han profundizado aún más las divisiones socioeconómicas en la nación, con una brecha cada vez mayor entre aquellos que pueden acceder a recursos básicos y los que no.

Ante este escenario, surgen preguntas cruciales sobre el futuro de Venezuela. ¿Cómo podrá el país reconstruir su industria petrolera y restaurar la confianza de inversores internacionales? ¿Está el gobierno dispuesto a hacer las reformas necesarias y abrirse a colaboraciones externas para superar la crisis? Y, sobre todo, ¿cómo se reparará el tejido social que ha sido erosionado por años de penurias y descontento? Las respuestas a estas preguntas determinarán no solo el destino de la industria petrolera, sino el futuro de toda una nación.

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