La crisis del Esequibo, conflicto territorial entre Venezuela y Guyana que resurge periódicamente desde hace más de un siglo, vuelve a despertar la inquietud internacional. Esta vez, el renovado interés por el territorio se debe en gran parte al descubrimiento de vastas reservas petroleras marinas por parte de ExxonMobil frente a las costas de Guyana. Venezuela reclama estas aguas como parte integral del Esequibo, territorio que disputa históricamente desde el polémico laudo arbitral de 1899. En este contexto, Estados Unidos, China y Rusia emergen como actores clave, cada uno con sus intereses particulares, condicionando el desarrollo y posible desenlace del conflicto.
Phil Gunson, analista senior de Crisis Group para la Región Andina desde 2015 y reconocido experto en temas políticos de Venezuela, ha investigado en profundidad esta compleja situación. En un reciente artículo publicado en el portal de Crisis Group, titulado «Venezuela presiona con reclamos territoriales mientras se intensifica la disputa con Guyana», Gunson alerta sobre la escalada en la tensión bilateral y la posibilidad, aunque aún limitada, de que derive en violencia abierta. El especialista explica las raíces históricas y los recientes desencuentros, señalando incidentes específicos como la confrontación marítima del 1 de marzo de 2024, cuando una cañonera venezolana advirtió a buques petroleros de ExxonMobil sobre su supuesta violación de la soberanía venezolana.
Crisis del Esequibo
A lo largo de la crisis del Esequibo, Estados Unidos ha jugado un papel determinante. Washington rápidamente manifestó su apoyo explícito a Georgetown, respaldando la integridad territorial guyanesa frente a cualquier reclamo venezolano. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, durante una visita oficial en marzo de 2024, advirtió firmemente al gobierno venezolano que atacar a Guyana o interferir con ExxonMobil sería considerado un grave error con consecuencias serias para Caracas. Este apoyo quedó además ratificado mediante maniobras militares conjuntas entre Estados Unidos y la modesta Fuerza de Defensa guyanesa, con ejercicios navales destinados claramente a disuadir una eventual agresión venezolana.

Frente al posicionamiento estadounidense, la crisis del Esequibo coloca a China en una situación diplomática compleja. Aunque tradicionalmente aliada política y comercial de Venezuela, Pekín posee intereses económicos considerables en Guyana debido a la participación de la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), con el 25% del lucrativo bloque petrolero Stabroek. China se encuentra en un equilibrio delicado entre apoyar sus relaciones estratégicas con Caracas y proteger sus sustanciales inversiones en Guyana. Observadores internacionales prevén que, ante una posible escalada militar en la crisis del Esequibo, Pekín optaría por presionar diplomáticamente para calmar las tensiones, evitando que se vean comprometidos sus intereses económicos.
Rusia está con Venezuela
Mientras Estados Unidos apoya inequívocamente a Guyana y China busca una compleja neutralidad, Rusia emerge como el principal aliado estratégico de Venezuela en el escenario internacional. Moscú ha proporcionado apoyo militar sostenido a Caracas durante décadas, incluyendo equipamiento militar avanzado como cazabombarderos Su-34, cuya mera presencia supone una amenaza significativa para las limitadas capacidades defensivas de Guyana. Si la crisis del Esequibo derivara en un conflicto armado abierto, Rusia probablemente respaldaría políticamente a Venezuela frente a los reclamos internacionales liderados por Estados Unidos y sus aliados occidentales.
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En este contexto, la crisis del Esequibo también ha escalado en foros multilaterales. Guyana llevó formalmente la disputa ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 2018, tras décadas de negociaciones fallidas auspiciadas por Naciones Unidas. Aunque en diciembre de 2020 la CIJ confirmó su jurisdicción para mediar en la controversia territorial, el gobierno venezolano reiteradamente ha negado reconocer la competencia del tribunal internacional. Caracas insiste en que la disputa solo puede resolverse mediante negociaciones directas entre ambos países, algo que Georgetown rechaza firmemente.
Estado Guayana Esequiba
En el terreno diplomático regional, los esfuerzos por contener la crisis del Esequibo se intensificaron tras la creación unilateral por parte de Venezuela del estado Guayana Esequiba en diciembre de 2023. Esta acción, considerada provocativa por la comunidad internacional, llevó a una reunión urgente auspiciada por Brasil y Caricom en San Vicente y las Granadinas, resultando en la Declaración de Argyle. Pese a ello, Venezuela ha seguido adelante con sus planes de integración administrativa del Esequibo, incluyendo elecciones previstas para mayo de 2025 en el disputado territorio, provocando nuevas tensiones y protestas formales desde Guyana.
La crisis del Esequibo también tiene una dimensión local preocupante, caracterizada por la creciente inseguridad y presencia de grupos criminales en la región disputada. Mineros ilegales, traficantes y bandas armadas venezolanas y colombianas se disputan el control económico y territorial, generando frecuentes incidentes violentos en la zona fronteriza. Esta dinámica delictiva añade mayor volatilidad al conflicto, con potencial para desencadenar incidentes internacionales graves, como ocurrió en febrero de 2024, cuando soldados guyaneses resultaron heridos en un tiroteo fronterizo.

Improbable guerra de vecinos
Phil Gunson alerta que, aunque una guerra abierta entre Venezuela y Guyana sigue siendo improbable debido a la presión internacional, la posibilidad de un conflicto breve pero violento causado por un error de cálculo militar permanece alta. Esta advertencia resalta la necesidad urgente de reactivar esfuerzos diplomáticos multilaterales efectivos, especialmente en vísperas del esperado fallo definitivo de la CIJ a mediados de 2026.
Así, la crisis del Esequibo ejemplifica una compleja intersección de intereses geopolíticos globales y regionales, en la que Estados Unidos, China y Rusia desempeñan roles decisivos. Estados Unidos se posiciona firmemente del lado guyanés, comprometido con proteger sus inversiones energéticas y evitar una influencia venezolana expansiva en el Caribe. China, con cautela diplomática, busca preservar tanto sus inversiones en Guyana como sus relaciones estratégicas con Caracas, evitando confrontaciones que puedan afectar sus intereses globales. Rusia, por su parte, reafirma su papel de aliado clave de Venezuela, potenciando la capacidad militar y diplomática de Caracas frente al desafío occidental.
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En conclusión, mientras la crisis del Esequibo se intensifica, la comunidad internacional observa con inquietud cómo los posicionamientos estratégicos de Estados Unidos, China y Rusia podrían inclinar la balanza hacia la estabilidad o conducir a un escenario de confrontación abierta. Lo cierto es que la región está obligada a tomar en cuenta esta realidad compleja y promover decididamente el diálogo diplomático como única vía razonable hacia una resolución pacífica y duradera. El peligro, sin embargo, reside en que cualquier error de cálculo podría transformar la disputa del Esequibo en la peor crisis interestatal en América del Sur desde finales del siglo XX.