Estudio antropológico hace pensar al chavismo que puede ganar las presidenciales en 10 días

Hace un mes, el núcleo duro del chavismo recibió unos sondeos alarmantes: el candidato de la oposición, Edmundo González Urrutia, había pasado en muy pocas semanas de ser un auténtico desconocido a superar en intención de voto al actual presidente, Nicolás Maduro. Sin embargo, en un giro inesperado, un reciente estudio antropológico ha hecho que el chavismo recobre la esperanza y piense que puede ganar las presidenciales en solo 10 días.

El artículo original que detalla estos acontecimientos fue escrito por Juan Diego Quesada, corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina para el diario español EL PAÍS. Con una vasta trayectoria que incluye coberturas en Irak, Filipinas y los Balcanes, Quesada ha sido una voz destacada en el periodismo internacional. En su reciente pieza titulada “El chavismo confía en una remontada en la recta final de la campaña”, publicada en el portal de EL PAÍS, Quesada ofrece una visión profunda sobre las estrategias y percepciones dentro del chavismo en la recta final de la campaña electoral.

Chavismo apuesta a una remontada

El estudio antropológico encargado por el chavismo revela que Maduro es percibido como el candidato “fuerte”, mientras que González representa al “débil”. Este hallazgo ha sido fundamental para que el equipo de campaña de Maduro redefina su estrategia, enfocándose en resaltar la fortaleza y la experiencia del actual presidente frente a la edad y la supuesta debilidad de su oponente. Maduro, su principal operador político Jorge Rodríguez, y Diosdado Cabello, el organizador del partido, han tomado este estudio como base para reforzar su campaña y mantener la confianza en una victoria electoral.

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Maduro, su principal operador político Jorge Rodríguez, y Diosdado Cabello, el organizador del partido, han tomado este estudio como base para reforzar su campaña y mantener la confianza en una victoria electoral. Ilustración MidJourney

El optimismo dentro del chavismo contrasta con los datos de las encuestas privadas que sitúan a Maduro muy lejos de la oposición. Según un estudio del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (CEPyG-UCAB) y la encuestadora Delphos, Edmundo González ganaría con el 59,1% de la intención de voto, mientras que Nicolás Maduro se quedaría en un 25%. A pesar de estas cifras, los líderes chavistas mantienen su postura de que estos sondeos están manipulados y no reflejan la realidad en las calles.

Tesis del “supuesto negado”

El concepto de “supuesto negado” ha ganado terreno en las tertulias chavistas, indicando que la victoria de González es vista como algo imposible bajo cualquier concepto. Esta mentalidad ha permitido que el chavismo se acerque en su capacidad de movilización y en la percepción positiva de Maduro entre ciertos sectores de la población. Las referencias continuas a la edad de González, de 74 años, y el paralelismo con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, han sido utilizadas estratégicamente para reforzar la imagen de Maduro como un líder fuerte y capaz.

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En el Palacio de Miraflores, la sede del Gobierno, prevalece la desconfianza hacia cualquier información que llegue del exterior. Los líderes chavistas creen firmemente que el mundo conspira en su contra y que los sondeos privados son una herramienta más de esa conspiración. Sin embargo, un sondeo interno del PSUV indica que González está 14 puntos por delante de Maduro, lo que representa una preocupación significativa para la campaña oficialista.

Revertirán la situación

A medida que se acercan las elecciones, el chavismo ha intensificado sus esfuerzos de movilización. Según fuentes internas, la campaña de Maduro está llegando a la gente y cerrando la brecha con González. Esta confianza se basa en el “estudio antropológico” que resalta las características positivas de Maduro a ojos de los venezolanos. Aunque muchos observadores consideran que una remontada es improbable, los líderes chavistas están convencidos de que pueden revertir la situación en los próximos 10 días.

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El chavismo confía en que su capacidad de movilización y la percepción de Maduro como un líder fuerte sean suficientes para dar vuelta a los resultados en la recta final de la campaña. A pesar de las adversidades y las encuestas desfavorables, la campaña oficialista mantiene la esperanza de una victoria electoral. Ilustración MidJourney.

El artículo de Juan Diego Quesada también menciona que Gustavo Petro y Lula Da Silva han mostrado interés en una posible transición ordenada en Venezuela. Sin embargo, hasta ahora, Maduro y su equipo no han dado señales de estar dispuestos a dejar el poder, manteniendo la narrativa de que cualquier derrota electoral es un “supuesto negado”. Esta postura ha generado debates internos dentro del chavismo, con algunos sectores más flexibles hablando de una posible victoria democrática o de aceptar la derrota si las urnas así lo determinante, mientras que los sectores duros insisten en la continuidad de la revolución bolivariana a cualquier precio.

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Capacidad de movilización

El chavismo confía en que su capacidad de movilización y la percepción de Maduro como un líder fuerte sean suficientes para dar vuelta a los resultados en la recta final de la campaña. A pesar de las adversidades y las encuestas desfavorables, la campaña oficialista mantiene la esperanza de una victoria electoral. Los próximos 10 días serán cruciales para determinar si este optimismo tiene fundamento o si, por el contrario, se confirma el avance de la oposición y la posibilidad de un cambio político en Venezuela.

En resumen, el estudio antropológico ha sido un elemento clave para revitalizar la campaña de Maduro, proporcionando una base para argumentar que aún es posible ganar las elecciones. Aunque los datos de las encuestas privadas son desalentadores, el chavismo se aferra a su narrativa ya su capacidad de movilización para intentar una remontada histórica. Los ojos del mundo están puestos en Venezuela, esperando ver si este optimismo chavista se traduce en una victoria o si, finalmente, se impone el deseo de cambio expresado en las encuestas.

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